Facundo Conte: "Me pone muy feliz volver a Ciudad"
En una charla con Filo.News, el “Heredero” habló sobre su vuelta a la Argentina para jugar en Ciudad, la obtención de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos y el nivel del vóley en la Argentina.
Tras varios años en el exterior, donde tuvo pasos por Italia, Rusia, Polonia, China, Brasil y Qatar, Facundo Conte, punta receptor del seleccionado argentino de voleibol masculino, decidió volver a la Argentina para jugar en Ciudad Voley.
A sus 32 años, el "Heredero", apodo instaurado por el periodista José Montesano, dejó atrás las grandes ligas europeas para volver al club de sus amores, donde nunca pudo jugar una competencia oficial, provocando la euforía de miles de aficionados de este deporte.
Tras la obtención de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio por parte de la selección argentina de voleibol, el vóley nacional ha crecido considerablemente y seguramente seguirá por el mismo camino con el regreso de uno de los mejores jugadores argentinos de los últimos tiempos.
"Había que salir de lo conocido y de lo que se supone que debería hacer un jugador de mi nivel", sostuvo Conte en una entrevista con Filo.News.
-¿Cómo te sentís con tu regreso a Ciudad?
La verdad que fue muy lindo. Fue una bienvenida soñada. Volver a casa, volver a mi club, ver a los chicos y a los no tan chicos entusiasmados fue un mimo muy gratificante. Ciudad es como mi casa. Ver cada rincón de las instalaciones me trae recuerdos. Me pone muy feliz volver y tener la posibilidad de generar nuevos recuerdos me pone aún más contento.
-¿Qué factores tuviste en cuenta a la hora de tomar la decisión de retornar a la Argentina?
Después de lo que había vivido en Tokio me fui a jugar a Polonia, donde tuve que reencontrarme de nuevo con el vóley. Intenté encontrarme con el sentimiento que viví en los Juegos Olímpicos, pero me di cuenta que tenía que forzarlo. Además, el sentido de pertenencia, las ganas y la motivación de estar en Ciudad fueron muy fuertes. La guerra también tuvo que ver un poco en la decisión, porque durante la temporada me sentí un poco desamparado. Después de haber tenido durante dos años la situación por el coronavirus, empecé a sentir que estaba demasiado lejos de casa. Entonces, inevitablemente empecé a considerar que tal vez era el momento de volver al país. Había que salir de lo conocido y de lo que se supone que debería hacer un jugador de mi nivel. Quería sacarme el pendiente de jugar en Ciudad, ya que yo me fui cuando tenía 18 años y nunca volví. A su vez, nunca jugué la Liga Nacional de Vóley. Todos estos factores hicieron que en un momento me diga a mí mismo que necesitaba vivir esto. Creo que es la mejor devolución que puedo hacer ante todo el cariño que la gente brindó durante Tokio.
-¿Crees que tu vuelta puede incentivar el regreso de otros jugadores al país?
Creo que le haría un bien al vóley del país. Especialmente, a los jóvenes, que en ocasiones piensan en irse a jugar al exterior. Sería hermoso poder potenciar la liga nacional. Sería muy bueno aprovechar mi regreso como un envión para acercar más gente a este deporte. Tanto a chicos que quieran jugarlo como sponsors que quieran invertir para hacer crecer la disciplina. La magia del deporte es que conecta la diversión, las emociones y el aprendizaje. Creo que por eso la gente se vuelve loca con cualquier victoria de las selecciones nacionales. Después de haber jugado en tantos equipos del exterior, la posibilidad de representar a una institución argentina me resultó fascinante. Espero realmente que más marcas, sponsors y gente que quiera o este por invertir en el vóley se acerque para generar muchas más posibilidades para todos y para motivar el regreso al país de los jugadores de la selección.
-¿Qué expectativas tenés de cara al futuro con el club?
Mis expectativas con Ciudad son máximas. Yo siempre jugué para ganar. No puedo jugar para divertirme. Me divierto dejándolo todo. Vengo acá para ganar la liga, el sudamericano y todos los torneos que tengamos por delante. Mi idea es ganar y el club también quiere lo mismo. La liga pasada perdieron la final en un marco hermoso en el club. Esta también fue otra de las razones por las que decidí volver. Ver todo eso me emocionó y me tocó un poco el corazón. Creo que para todos los que formamos parte de Ciudad Vóley el objetivo es ganar.
-¿Cómo ves el nivel de la Liga de Voleibol Nacional?
A pesar de la situación por la pandemia, la liga ha crecido. Hace dos temporadas había siete equipos y el próximo año vamos a tener 12. Creo que lo que logramos en Tokio también ayudó en poco. De todas formas, el vóley se juega mucho en la Argentina. Estamos entre los primeros lugares de inferiores en el ranking mundial, porque es espectacular la cantidad de chicas y chicos que juegan este deporte. La estructura para los mayores es diferente. Hay muchos jóvenes que están creciendo. Creo que el contacto entre los grandes y los jóvenes origina un poderío mayor como campeonato.
-¿Sentís que la obtención de la medalla de bronce en Tokio 2020 motivó a muchas personas a involucrarse en el vóley?
Sin dudas, Tokio potenció todo. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos jugado al vóley en la playa o en una plaza haciendo pases. No es como el fútbol, pero el vóley es muy popular en el país. Lo que pasó en los Juegos Olímpicos fue mágico, porque acercó a muchos más chicos y chicas al deporte. Además, fue muy loco que me llegaron mensajes de personas diciéndome que volvieron a jugar al fútbol por nosotros. Me decían que volvieron a jugar al fútbol los martes porque me veían gritar cuando estaba jugando. Eso es increíble. Fue una locura que muchas personas se levantaran a la madruga para vernos. Todo eso creo una mística del momento. Que la gente este a las cinco de la mañana gritando por unos flacos que nunca viste en tu vida. Espero que todo esto se puede aprovechar de cara al futuro.
-¿Qué sensaciones tuviste cuando vencieron a Brasil y ganaron la medalla?
Fue tremendo. Paso hace un tiempo, pero parece que fue ayer. Es muy rara la sensación, porque parece casi un sueño lo que vivimos. Fue una emoción absurda. En un momento, estuvimos complicados con los puntos y estuvimos haciendo cuentas. Por ejemplo, contra Tunez, Francia y Estados Unidos teníamos que ganar. Fuimos y ganamos. Contra Estados Unidos aún más, porque si perdíamos quedábamos afuera en la fase de grupos. Se generó una expectativa muy grande, ya que le habíamos ganador al tercero de Río 2016. Pasamos a cuartos y le ganamos a Italia, que había ganado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos pasados. Ese partido fue increíble. Además, los cuartos de final siempre fueron el filtro que nunca pudimos pasar. Fue una satisfacción enorme pasar a jugar por las preseas. Si bien fuimos envalentonados, creo que toda la locura de la semifinal y todo lo que se generó en el país nos jugó un poco en contra, ya que nos desestabilizó. Sin embargo, lo más hermoso ocurrió después. Apenas terminó el partido de semifinales, todos nos motivamos para ir en busca de la medalla de bronce. El grupo estuvo esperando por ese momento durante toda la vida. La victoria ante Brasil fue algo enorme, ya que estábamos 2 a 1 abajo y lo pudimos dar vuelta. Fue increíble la resiliencia, la constancia y la dedicación que todos tuvimos para lograr el objetivo. En mi caso, este logro le dio sentido a absolutamente todo lo que viví en la selección durante 17 años. Me puso muy feliz compartirlo con mis compañeros. Lo merecíamos todos. Incluso los que no estuvieron en Tokio, ya que fue un proceso que venía de muchos años atrás.
Teniendo en cuenta que en Tokio no había público y la familia no podía estar presente, ¿cómo fue vivir ese momento especial en tu carrera con tu padre?
Fue hermoso. Lo hizo todo aún más mágico, porque cuando el ganó el bronce en los Juegos Olímpicos de 1988 también había vencido al mismo equipo, en Asia y por el mismo resultado. Nadie podía estar ahí por el contexto de la pandemia de coronavirus y, sin embargo, mi viejo estaba ahí en el estadio. No sé cómo explicarlo. Parece un cuento de hadas que haya estado ahí. Si me decías esto hace 10 años, me iba a reír. No tenía sentido la oportunidad que la vida nos estaba regalando. Fue hermoso poder abrazarlo después del partido. No solo lo estaba abrazando a él, sino que también sentía que abrazaba a mi madre, mis hermanas y todos mis seres queridos. Estaba eufórico y cuando me encontré con mi papá me aflojé. Además, pudimos compartir una medalla. La vida nos regaló la oportunidad de ganar un metal eterno. Yo usaba su presea cuando era chico, jugaba a ser él y ahora yo tengo una.
-¿Cómo se preparan para el Mundial de este año?
Todavía no se han plantado las bases de los objetivos para este certamen, pero están ahí presentes. La vara la pusimos alta. Siento que el compromiso es absoluto para lograr lo mejor. No creo que tengamos que vivirlo como una presión para alcanzar las expectativas de la gente. Tenemos que vivirlo igual que en los Juegos. Tenemos que trabajar pensando en que todo es posible.
En esta nueva etapa no estará un jugador importante como Sebastián Solé, ¿cómo fue enterarse de su retiro de la selección?
Además de ser un crack absoluto en lo que hace y ser una gran persona, es un buen amigo. Me da mucha felicidad que haya podido encontrar el momento de cierre. Le deseo todo lo mejor. La selección y el vóley argentino lo va a extrañar. Lo estimo mucho como jugador, compañero y persona. Luchamos codo a codo por tanto tiempo y me pone feliz que pueda priorizar su familia. Me alegra que Seba haya podido coronar su carrera en la selección con una medalla. Se lo va a extrañar, porque es un jugador de peso mundial. Sin embargo, también es hora de dar espacio a otros chicos. Yo también tuve esa disyuntiva en su momento, pero el Mundial estaba muy cerca y pensé que todavía podía darme un tiempo más.
-¿Qué análisis haces sobre el actual proceso del seleccionado?
Ha sido bueno. Marcelo ha llegado con nueva energía a la selección y con ganas de demostrar. Es evidente que es un proceso bueno, ya que logramos un objetivo tan soñado. La inclusión de jóvenes ha sido muy importante, ya que empezaron a destacarse jugadores como Agustín Loser, que salió mejor bloqueador de los Juegos Olímpicos, y Santiago Danani, que fue una revelación y pudo plasmar todo su potencial en Tokio. Creo que hoy se está dando un recambio en la selección y son momentos importantes de cara al futuro. De hecho, tras lo hecho el año pasado, es un buen momento para que se de esta transición.