"God bless you": un 24 de marzo "La Historia oficial" ganaba el Oscar
En la fecha que conmemora el fin de la última Dictadura Cívico Militar en el país, la película de Luis Puenzo se convertía en la primera latinoamericana en consagrarse con el galardón, que entregó la mismísima Norma Aleandro sin poder creer lo que estaba pasando.
"Ningún pueblo puede sobrevivir sin memoria. La historia es la memoria de los pueblos", dice Alicia mientras recorre el aula. Alicia es profesora de historia y cree conocer los hechos que marcaron precedentes en el recorrido de la humanidad, en el desarrollo de imperios y civilizaciones pero se interpela cuando uno de sus alumnos le reprocha: "La historia la escriben los asesinos", registro de aquello que ignora la historia única que elige contarse y repetirse.
No por nada se llamó "La Historia oficial", metáfora del discurso preponderante sí, de la mentira que reinó durante la década del '70 y algunos años '80 en la Argentina, pese al trabajo de Madres y Abuelas y la insistencia de la memoria en la lucha. Pero también, del cuento que Alicia y su pareja, Roberto (un empresario que se enriquece no casualmente durante la dictadura, interpretado por Héctor Alterio) le contaron a su hija Gabi, a quien "¿nunca le vamos a decir la verdad?", como Alicia le preguntó a su marido no en el día del cumpleaños de la niña, sino el que recuerda la fecha en que la anotaron, ese es el que celebran. Y es que Alicia descubrirá que Gabi es en realidad hija de desaparecidos.
Alicia es Norma Aleandro, actriz que en los '80 lloraba cada vez que Luis Puenzo le alcanzaba el guion de lo que quería grabar. Actriz que se encontró con el director en bares y hasta en su casa, donde recibieron amenazas para que el proyecto no continuase adelante.
La película se completa con un elenco de grandes artistas de la talla de Chunchuna Villafañe (como Ana, la amiga desaparecida), Hugo Arana (como Enrique, hermano de Roberto), Chela Ruiz (como Sara, la abuela de Plaza de Mayo), Guillermo Battaglia (como José, padre de Roberto, hombre que migró en plena Guerra Civil Española, dictadura de Franco), y la revelación de Analía Castro como Gabi.
"Nunca olvidaremos esa pesadilla, pero ahora estamos empezando a tener nuevos sueños", Luis Puenzo.
Mientras madres, abuelas, colaboradores y familiares buscaban registros y llevaron la esperanza como pañuelo blanco, la película llegó -con "En el país de no me acuerdo" uno de los temas clásicos de María Elena Walsh- como un despertar para aquellas personas que vivieron ignorando el terror de una de las épocas más oscuras de la Argentina, la sistematización del horror, el desprecio por la vida, libertad y los derechos humanos. Aquellas y aquellos que comenzaron a comprender lo que pasó delante de sus narices sin siquiera preguntar o saberlo, siendo a la vez cómplices de esos silencios (silencios hasta cuidados por muchos miembros de la iglesia católica). Pero también un despertar en términos de la necesaria perspectiva de género, en tiempos de mayor sometimiento, represión y violencia hacia a las mujeres, y no paradójicamente los personajes de Alicia, Ana, Sara y hasta Gabi que aparecen en la película llegan como símbolos de resistencia, mujeres que se plantaron al "no".
La historia haciendo historia
Por primera vez en la historia latinoamericana una película ganaba el Oscar como Mejor Película de Habla no Inglesa. Fue un 24 de marzo de 1986, significativamente, en la fecha que conmemoró el fin de la Última Dictadura Cívico Militar en la Argentina. Fecha para la memoria, la verdad y la justicia.
Habían ganado en los Golden Globes (Globos de Oro). Norma Aleandro, Luis Puenzo y el equipo que viajó a Estados Unidos decidió quedarse para los premios de la Academia. En eso, se acercan a la actriz para proponerle que sea ella quien presente la terna. "Ahí pensé ‘no nos lo dan’"— le contará después a Clarín— "Porque es muy raro que la persona que va a anunciar se lleve el premio. Y además teníamos una competencia maravillosa".
Pero sí fue. Ya en el Dorothy Chandler Pavilion y pasadas la 1 de la madrugada en la Argentina, Aleandro fue presentada por Robin Williams para anunciar a los nominados por la terna en la que ella misma competía. Estaban seleccionadas "Papá salió en viaje de negocios", del hoy serbio Emir Kusturica, "Amarga cosecha", de la polaca Agnieszka Holland, y "Tres hombres y un biberón", de la francesa Coline Serreau.
Sin los lentes, Aleandro -de rojo y con el cabello peinado como en la mitad de la película logra soltar su personaje- abre el sobre y ve que la letra era chica. Tuvo que alejar la tarjeta. "Arrancaba con Official Story, y yo estaba acostumbrada a La historia oficial; no pensé que estaba en inglés", reconocerá al medio ya pasada la ceremonia.
Fue entonces el momento del justamente, histórico: "Andthewinner is…Godblessyou...! TheOfficialStory!", que soltó la actriz como si "se le saliera el alma" ante la ovación y el desconcierto de Puenzo que subió visiblemente nervioso y conmocionado ante una platea de países que miraban al arte argentino y que comenzaban a ser concientes de las heridas aún latentes en el país. "Era una reivindicación de todo lo que nos había pasado. Se daba vuelta la moneda y le película empezaba a darnos maravillas después de tantas tristezas", aseguró la protagonista.
En inglés, con la estatuilla en mano y con la voz tomada por la emoción, Puenzo expresó: "Al mismo tiempo que estoy aquí, sobre este escenario, aceptando este honor no puedo dejar de recordar que otro 24 de marzo, hace hoy diez años, sufrimos el último golpe militar en nuestro país. Nunca olvidaremos esa pesadilla, pero ahora estamos empezando a tener nuevos sueños. Gracias".
Éste día no sólo es significativo porque una Academia -llena de sus propios y relativos valores- decidió premiar a la Argentina, sino porque la historia, enterrada bajo el obnubilamiento del Mundial '78, el silencio cómplice y temeroso, el espanto de los niños que enviaron a la Malvinas, y las 30.000 personas a las que desaparecieron, torturaron, dejaba de ser "oficial" para ser cierta.