Venimos de varias semanas cargadas de discusiones sobre la relevancia, o no, del género superheroico -una discusión aparte es si se lo puede considerar un género en sí-, comandadas por los acertados dichos de Martin Scorsese que, en realidad, tomó de ejemplo a los héroes de spandex (más precisamente los de Marvel) para definir un modelo hollywoodense que no le hace muy bien a la visión artística del séptimo arte. Marty tiene sus buenas dosis de razón, pero tampoco generaliza, porque sabe que dentro de la industria también hay directores que juegan en los márgenes y aprovechan los millones que tienen a su alcance para defender esa visión.
Siguiendo un poco esta línea de pensamiento y reflexión (porque ahí reside lo interesante de esta “controversia”), nos preguntamos si el casting influye a la hora de delinear una buena película comiquera. Ojo, no estamos desmereciendo la actuación de ninguno de los grandes intérpretes que se han puesto en los zapatos de estos épicos semidioses modernos, sino analizando las intenciones del autor/director detrás de cada una de esas elecciones de elenco. Porque las hay.
Tomemos como ejemplo la próxima entrega en solitario del Caballero Oscuro. “The Batman” llegará a los cines en junio de 2021, y el inminente comienzo de rodaje apresura la revelación de sus diferentes protagonistas. Se sabe que el fandomcomiquero (bah, cualquier fandom) es un tanto receloso a la hora de estas decisiones, mucho más cuando no encajan en sus cánones, o se alejan vertiginosamente de esa mirada romántica que nos devuelven los héroes desde el papel. La comparación con encarnaciones anteriores también es un punto a tener en cuenta cuando estas noticias salen a la luz pero, en definitiva, siempre es el director el que termina teniendo la última palabra porque es SU visión la que llega a la pantalla. Pero, ¿es el director el que termina teniendo la última palabra? Ya vamos a volver sobre esto.
En cuanto a Matt Reeves, responsable del guión y la dirección de esta nueva aventura del Hombre Murciélago, las intenciones parecen estar más que claras: el realizador tiene sus ideas bien firmes en relación a la versión del justiciero que quiere desarrollar, “un enfoque detectivesco que enfatizará el corazón y la mente del personaje, inspirado en la novela negra y el cine de AlfredHitchcock”. ¿Nada más?
La de Reeves no es una historia de origen (gracias), pero sí una que llevará a cabo con toda la libertad creativa que uno podría/quisiera esperar. Después del desplante de Ben Affleck (el director e intérprete original) y el derrumbe de los planes del Universo Extendido de DC, el realizador tomó la posta con sus condiciones y un marcado punto de vista que, obviamente, incluye a sus actores, un conjunto que se aleja bastante de los convencionalismos que viene exhibiendo el género.
A grandes rasgos, la gran mayoría de las películas superheroicas se esfuerzan por sumar a su reparto los nombres de grandes figuras -incluso actores de larga trayectoria y prestigio que quieren probar las miles comiqueras y terminan desaprovechados-, o ‘celebrities’ en ascenso a punto de estallar que la rompen en las redes sociales, una elección que funciona como un ida y vuelta del que todos se benefician. Pero Reeves no parece interesado en ninguna de estas dos alternativas y optó por un casting más ‘clásico’.
Admitamos que, hasta ahora, el elenco de “The Batman” parece un conjunto irreal, justamente, porque poco y nada tiene que ver con el stardom o la maquinaria de estas grandes producciones: Robert Pattinson (Bruce Wayne/Batman), Zoë Kravitz (Selina Kyle/Catwoman), Paul Dano (Edward Nashton/The Riddler), Jeffrey Wright (comisionado James Gordon) y los rumoreados Colin Farrell (Oswald Cobblepot/The Penguin) y Andy Serkis (Alfred Pennyworth) son elecciones increíbles, el sueño húmedo de cualquier director independiente (o de presupuesto medio), pero no los previsibles protagonistas del próximo gran blockbuster de la meca del cine.
Esto se debe a que Reeves no fue en busca de esos actores que llenen un physique du rol determinado o se asemejen a sus contrapartes comiqueras; mucho menos a estrellas que resplandezcan en la marquesina a la hora de vender entradas. El realizador eligió a los que consideró los intérpretes más capaces de apropiarse de estos personajes tan reconocidos dentro de la cultura pop y, con suerte, entregarnos algo totalmente diferente que perdure en el imaginario.
Esto no es una fórmula sino una decisión artística consciente ya que Reeves no pretende encajar su historia dentro de moldes establecidos, sino dejar que sus ideas tomen la delantera y que sus actores las abracen aportando su propio estilo. Este trabajo más colaborativo responde a ese ‘cine clásico’ que ya mencionamos más arriba, pero el director no está descubriendo América cuando se trata de aplicarlo al género comiquero -o las superproducciones en general-, está tomando nota de aquellos que lo precedieron como Christopher Nolan y su “Trilogía del Caballero Oscuro” (The Dark Knight Trilogy) o, yendo incluso más atrás, la “Superman” (1978) de Richard Donner, quien a la hora del casting jamás pensó en una viñeta, sino en el mejor actor para el papel que él ya había delineado en su cabeza.
De esta manera, Donner dejó de lado a los héroes de acción protagonistas de la época (los Clint Eastwood o los Steve McQueen) y sumó figuras de renombre como Gene Hackman, Marlon Brando, Ned Beatty, Jackie Cooper, Glenn Ford y Terence Stamp (el famoso ‘casting against type’), apartándose de las convenios que demanda un blockbuster y pensando su película como si se tratara de una historia del ‘Nuevo Hollywood’. Seguramente, los diarios y los fans de aquel entonces pusieron el grito en el cielo cuando entró en escena el desconocido Christopher Reeve, un intérprete novato que poco y nada tenía de parecido con el kryptoniano de los cómics. Y, así y todo, cuando hoy pensamos en Superman, es su imagen la primera que nos viene a la cabeza (y al corazón), justamente, porque Reeve abrazó al personaje y se llevó por delante a la audiencia y a la cultura pop con su impronta.
Nolan deliberadamente tomó este testigo a la hora de elegir a cada uno de sus protagonistas, y hasta podemos decir lo mismo de Todd Phillips y su “Guasón” (Joker, 2019) cuando le entregó las llaves de la Ferrari a Joaquin Phoenix para que hiciera lo que quisiera con su Arthur Fleck. Porque si tenés a Joaquin delante de la cámara no lo desperdiciás en caricaturas y arquetipos de manual, ¿no?
Por eso las intenciones de Matt Reeves son tan trasparentes cuando se trata de Pattinson, Kravitz, Dano y compañía, actores que se ganaron su lugar gracias a sus destrezas y sus propios riesgos, y no a la cantidad de entradas que pueden llegar vender el día del estreno. La audacia siempre se celebra y más dentro de una industria que primero piensa en el rédito y en las fórmulas que funcionan, y después en la calidad artística la que, a la larga, es la que perdura más en el tiempo.