Hoy, figura como uno de los grandes exponentes del séptimo arte posmoderno, pero David Fincher se hizo bien de abajo, sin pasar por las escuelas de cine. A los 18 años, comenzó a trabajar en Korty Films como asistente de producción. Más tarde se convirtió en productor de efectos visuales y en 1983 fue contratado por Industrial Light & Magic, donde se desempeñó como camarógrafo y asistente de fotografía en películas como “El Regreso del Jedi” (Return of the Jedi, 1983) e “Indiana Jones y el Templo de la Perdición” (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984).
A mediados de la década del ochenta, Fincher se unió a la compañía Propaganda Films desde donde (sí) hizo escuela, e influenció el arte cinematográfico con su marcado estilo visual, dirigiendo comerciales y videos musicales para gente tan grosa como Rick Springfield, Paula Abdul, Neneh Cherry, Madonna, Michael Jackson, The Rolling Stones y tantos otros.
Si bien, en los últimos años estuvo ocupadísimo con sus apuestas televisivas -“House House of Cards” y “Mindhunter”-, el 2020 marca el regreso de Fincher al terrero cinematográfico con “Mank”, drama centrado en Herman J. Mankiewicz, guionista de “El Ciudadano” (Citizen Kane, 1941). Mientras esperamos este arribo en octubre a la grilla de Netflix, armamos este caprichoso ranking para celebrar a David en su día.
Pecados Capitales (Se7en, 1995)
Un veterano detective a punto de retirarse (Morgan Freeman) y su novato reemplazo (Brad Pitt) van detrás de un asesino serial que utiliza los siete pecados capitales como guía para cometer sus atroces homicidios. El thriller psicológico da un giro de 180° y se aclimata a esa oscuridad (una vez más, tanto literal como metafórica) que le impregna el realizador, uno de los abanderados del postmodernismo cinematográfico. Una estética única, plagada de personajes ambiguos, violencia aludida, espacios sórdidos, laberinticos, y recovecos claustrofóbicos que no hacen más que despistar al espectador. De esta manera, Fincher abandona casi por completo su affair con el mundo de la música para meterse de lleno en la “oscuridad” del cine.
Al Filo de la Muerte (The Game, 1997)
Con esta tercera película, un tanto olvidada, Fincher hace lo que mejor le sale: engatusar al espectador y sumirlo en un juego truculento plagado de misterios. Nicholas Van Orton (Michael Douglas) es un adinerado y solitario banquero de San Francisco que está a punto de cumplir 48 años (misma edad en la que su padre se suicidó). Su vida se empieza a poner patas para arriba cuando Conrad (Sean Penn), su problemático hermano, lo introduce en el mundo de Consumer Recreation Services (CRS), una compañía un tanto inusual dedicada al entretenimiento. A partir de ahí, Nicholas deberá enfrentar un montón de extrañas situaciones, algunas un tanto peligrosas.
El Club de la Pelea (Fight Club, 1999)
La primera regla del Club de la Pelea es: “Nadie habla sobre el Club de la Pelea”. Fincher toma como punto de partida la novela homónima de Chuck Palahniuk y, a pesar de no enamorar a los críticos, logra convertirla en un clásico de culto para más de una generación. La historia de este “hombre común” -aburrido de su rutina dentro de una sociedad yanqui dominada por las grandes compañías y el consumismo, que decide combatir sus frustraciones creando un club clandestino que, a la larga, se transforma en una “organización anticapitalista y anticorporativa”-, no sólo se convirtió en uno de los films más analizados y controvertidos de finales del milenio, sino en toda una metáfora del cambio en la vida política estadounidense que se avecinaba por aquel entonces.
Red Social (The Social Network, 2010)
El gran David logra su segunda nominación al Oscar (y su segundo desplante) gracias a la controvertida historia de Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg): el estudiante de Harvard que creó la red social que hoy conocemos como Facebook. Un mirada incisiva a sus complicadas relaciones personales y las múltiples demandas que tuvo que afrontar por parte de aquellos que reclamaban la autoría del sitio, incluyendo a su ex mejor amigo y ex socio, Eduardo Saverin (Andrew Garfield), quien fue apartado de este negocio millonario. Eisenberg se hace odiar gracias a su eterna verborragia y los afiladísimos diálogos pergeñados por Aaron Sorkin. A Fincher se le escapó el hombrecito dorado, pero ya tendrá su revancha con ¿“Mank”?
Perdida (Gone Girl, 2014)
Así como ocurrió con la fallida adaptación de “Los Hombres que no Amaban a las Mujeres”, David Fincher resultó ser el director más idóneo para hacerse cargo de llevar a la pantalla grande el bestseller homónimo de Gillian Flynn. El thriller protagonizado por Ben Affleck y Rosamund Pike tiene todos esos elementos que el realizador tanto adora y sabe resaltar: una trama retorcida, personajes aún más retorcidos, la posibilidad de plasmar los desgastes del matrimonio, los quilombos financieros, el frenesí de los medios por una exclusiva y, por supuesto, esa gran trama policial y llena de suspenso que le dieron tanta buena fama. Acá, tras la desaparición de su esposa, Nick Dunne (Affleck) se convierte en el principal sospechoso, pero nada es lo que parece dentro de esta relación bastante compleja.