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Cine y series #Netflix#stranger things

Crítica | Stranger Things S03E06

El capítulo más flojito hasta el momento se extiende demasiado y suma muchos lugares comunes, pero también nos entrega una de las mejores secuencias de toda la serie. 

Crítica | Stranger Things S03E06

ACLARACIÓN: Está reseña contiene spoilers de la tercera temporada de Stranger Things.

Cuando aparece uno de estos episodios dentro de una entrega tan corta, queda bien en claro que esta (más que nunca) está estructurada como una larga película de ocho horas que se va desarrollando en partes, y no como la clásica temporada televisiva. Culpemos a Netflix por lanzar todos los capítulos al mismo tiempo, o al espectador que se acostumbró a maratonearlos de una; pero lo cierto es que funciona mejor dentro del todo, que como episodios individuales donde se le notan los hilos y el tedio de tener que estirar el argumento un poco más antes de llegar a la resolución.

Dicho esto, Uta Briesewitz se vuelve a plantar detrás de las cámaras para “Chapter Six: E Pluribus Unum” -lema en latín que significa ‘unidos en la diversidad’-, un capitulo donde pasan y no pasan cosas, se explotan los tropos y los lugares comunes al extremo, y se deja de lado cierta coherencia que el drama de los hermanos Duffer venía manteniendo. Nos habíamos quedado en el hospital, viendo como Tom y Bruce se ‘descomponían’ para convertirse en una nueva criatura dispuesta a destruir todo a su paso, en este caso, a Jonathan y Nancy, que deben escapar a cómo de lugar.

Por suerte, unos pisos más abajo, a Will se le vuelve a poner la piel de gallina (ya perdimos la cuenta de cuantas veces ocurrió esto a lo largo de los primeros seis episodios), presintiendo la presencia del Mind Flayer. Una vez más, Eleven y sus poderes salvan el día, pero el monstruo viscoso logra escapar por las alcantarillas para reunirse con los otros poseídos.      

Imaginate si este fuera tu jefe

Nunca nos enteramos si alguien descubrió todos esos cadáveres que andaban dispersos por el nosocomio o si también se transformaron en parte de la masa (mucho menos si alguien los extraña), detalles que tal vez no importan tanto, pero suman a la verosimilitud y profundidad de una trama a la que sólo le importan los efectismos, avanzar con sus protagonistas y los conflictos principales. De vuelta en la seguridad del sótano de Mike, el grupo se concentra (bah, Eleven) en encontrar al Desuellamentes y para ello decide leer la mente de Billy (cómo lo había hecho con su mamá), más allá de los riesgos que esto puede implicar.

Este viaje al subconsciente del hermanastro de Max es uno de los mejores momentos (visuales y narrativos) del episodio, y de la serie en general, un paseo emocional que nos lleva a su tierna infancia en California, y un poquito a entender sus conductas violentas heredadas de su papá. Al final del camino Billy consigue cierta redención a los ojos del espectador, y Eleven logra descubrir el ojo de la tormenta en Siderurgia Brimborn, lugar donde el Mind Flayer sigue juntando harina para su costal, o para ser más literales, sangre y tripas para hacerse más grande y poderoso. En el proceso, ambos se conectan peligrosamente, dejando bien en claro que la criatura viene con planes de venganza.  

Mientras tanto, Hawkins se prepara para las celebraciones del 4 de julio, con feria estatal incluida. Al alcalde Klein le toca supervisar los festejos y, de paso, poner énfasis en la búsqueda de Hopper y Joyce, a pedido del violento Grigori. Por su parte, la pareja sigue bien escondida de los ojos curiosos de los rusos, intentando descubrir los planes del enemigo. Después de una de las escenas más tontas que nos dio la TV de 2019, Alexei confiesa la verdad: sus camaradas construyeron una imponente instalación subterránea impenetrable (aunque sabemos que no es tan así), donde se esconde la “llave” para abrir un Portal hacia una dimensión paralela. ¿Les suena? El Upside Down all over again para Jim y la señora Byers que contactan inmediatamente a las autoridades, comandadas por Sam Owens (Paul Reiser).

No hay monstruo que pueda hacerle frente a esta pandilla 

Nada que nosotros, desde este lado de la pantalla, no supiéramos de antemano, un factor que rompe bastante el misterio y sólo vuelve redundante a la trama. Por alguna razón, el humor en “Stranger Things” no funciona cuando está asociado a los adultos protagonistas. Tampoco ayuda que Hopper sea un personaje tan desagradable, aunque haya tenido sus momentos emotivos junto a Joyce.

Pero volviendo a los rusos y sus instalaciones súper secretas debajo de Starcourt, debemos aplaudirlos cuando finalmente descubren la presencia de Dustin, Steve, Robin y la pequeña Erica. Estos dos últimos logran escapar, mientras que sus compañeros son capturados y torturados por los oficiales más malos y estereotipados del mundo, los cuales suponen que son espías de algún otro gobierno, y no jovencitos que pudieron traspasar sin muchos problemas los más complicados códigos de seguridad. El agente al mando, el científico con herramientas, el suero de la verdad… ya no sabemos si encarar esto como una parodia, y si los Duffer creen que toda esta “nostalgia” y referencias rinden sus frutos a la hora de la narración.  

Al final del día, los clichés son más estorbo que otra cosa, y molesta bastante la violencia infringida (e innecesaria) hacia protagonistas tan jóvenes. Igual, los cerebros conjuntos de Dustin y Erica logran rescatar a sus compañeros, pero arriba, en los alrededores del centro comercial, ya se está gestando algo que parece imposible de frenar. Al menos, tenemos dos episodios por delante para averiguarlo.

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