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Análisis | Guapis: una coming of age más sincera que controversial

Una película ganadora de Sundance aterriza en la grilla de Netflix para presentarnos una historia "adolescente" muy diferente. 

Análisis | Guapis: una coming of age más sincera que controversial

Tenemos que dejar cualquier controversia (forzada) de lado -shame on you, Netflix- y abrazar los planteos de la debutante MaïmounaDoucouré, siempre desde su punto de vista femenino y sus propias experiencias de la niñez/adolescencia como refugiada. “Guapis” (Mignonnes, 2020) tuvo su premiere mundial en el último Festival de Cine de Sundance, donde la realizadora francesa se alzó con el galardón a Mejor Dirección en la sección World Cinema. La película llegó a las salas de cine del país europeo pero, en medio de la pandemia, encontró su mejor plataforma de distribución global a través de la grilla de la N roja, que decidió explotar (erróneamente) su lado más ‘polémico’.

Pero esto no nos interesa, al menos, por ahora. “Guapis” -o “Cuties”, si lo prefieren- se centra en la pequeña Aminata “Amy” (Fathia Youssouf Abdillahi), preadolescente de origen senegalés, quien acaba de emigrar y mudarse a un nuevo edificio en uno de los barrios más pobres de París, junto a su mamá Mariam (Maïmouna Gueye) y sus dos hermanitos. Papá sigue de viaje y pronto volverá a contraer matrimonio con otra mujer, siguiendo algunas tradiciones polígamas que, igual, no caen tan bien en el hogar al que pronto se sumarán. Los cambios hormonales, los choques culturales y el simple hecho de crecer y madurar empiezan a confundir a esta nena de once años, quien necesita (con urgencia) encontrar un lugar de pertenencia.        

La efervescente Angelica (Médina El Aidi-Azouni), vecinita y compañera de escuela, es su primera puerta de entrada al mundo “occidental”, marcado por la sobreexposición en las redes sociales y los movimientos hípersexualizados del reguetón. Allí donde fueres, haz lo que vieres, y para empezar a encajar, Amy se acerca la chica y su grupo de “Guapis”, otras peques de once años que visten de manera ‘provocadora’ y se bambolean ‘sensualmente’ con el único propósito de destacar y el sueño de ganar un concurso de baile amateur. Pronto descubrimos que detrás del maquillaje y la actitud rebelde solo hay nenas inexpertas e inseguras que solo siguen modelos incorrectos, creyendo que ahí recaen las claves para el éxito.  

O sea, Angelica, Coumba (Esther Gohourou), Jess (Ilanah Cami-Goursolas) y Yasmine (Myriam Hamma) están TAN perdidas en este mundo adulto como Amy, pero ella, además, debe lidiar con las costumbres religiosas de una cultura donde, por ejemplo, convertirse en mujer es aprender a cocinar para la boda de su padre. Las señales mezcladas, la confusión y el constante anhelo por pertenecer, confunden aún más a la pequeña senegalesa, quien ve cómo ambos mundos colisionan ante sus ojos, sin poder hacer mucho al respecto, ni evitar las consecuencias.

Las malas influencias

Esto es parte de su aprendizaje, de ese “crecer” que tanto enaltece la ‘coming of age’ como subgénero: un camino que la joven protagonista debe andar por su cuenta para terminar de dar ese pasito hacia la adultez, o no tanto. Porque por ahí viene el planteo de Doucouré, la necesidad de ser nena antes de dar ese salto definitivo, que no parece tener vuelta atrás. Para Amy, y muchas nenas alrededor del globo, esta inocencia está cada vez más viciada por los requerimientos del mundo adulto que se cuelan en el día a día a través de las redes, los productos culturales y cierto estatus social que hay que respetar para no quedar como un paria.     

“Guapis” bien podría compararse con “En los 90” (Mid90s, 2018) de Jonah Hill, aunque sin la nostalgia de la década del noventa. El relato de Doucouré es actual, y aunque exagera con la sexualización de sus jóvenes intérpretes, su intención es incomodar al espectador con dichas imágenes, como ella misma se incomodó al ver un concurso de talentos en París. Los contrastes entre lo que ocurría en el escenario y las familias sentadas en la audiencia, fue el punto de partida para esta historia honesta que encuentra su mejor aliado en el viaje de la protagonista y la gran actuación Abdillahi.

Mamá también es parte del problema

La realizadora se permite introducir un poco de fantasía a la hora de representar los miedos, las culpas y la euforia de Amy, pero nunca cruza la línea hacia el surrealismo. La relación con sus pares es apenas una arista de esta dramedia, donde la nena también debe lidiar con una mamá que la quiere, aunque no le presta la debida atención, ocupada en sus propios problemas maritales; un padre ausente, y una religión que intenta ‘exorcizarla’.    

El resultado final es un film que se hace eco de una realidad y no busca la polémica, en cambio, persigue nuestra empatía y reconocimiento en la joven Aminata, recordándonos que nosotros también fuimos chicos y tratamos de amoldarnos a las exigencias de una época. Puede ser que esos tiempos hayan sido más ingenuos que los de esta protagonista. Entonces, ahí está la verdadera reflexión de “Guapis”: mejorar el mundo que rodea a estas pequeñitas y pequeñitos, para que el recorrido hacia la adultez sea un poco menos confuso.   

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