Recientemente se dio a conocer a través del Boletín Oficial la designación de Ana María Franchi como presidenta del Directorio del CONICET. La doctora en Química Biológica cumplirá en abril próximo 40 años de trabajo en el organismo y sostiene que para ella el CONICET es su casa.
Con más de 160 publicaciones en revistas científicas, la doctora por la Universidad de Buenos Aires tiene un largo recorrido en diversas áreas de la ciencia: es Investigadora Superior del CONICET, directora del Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos, presidenta de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología e integrante del grupo Ciencia y Técnica Argentina.
Franchi destaca que una de las prioridades a partir de esta nueva gestión es demostrar a los jóvenes que en Argentina "la ciencia es una carrera posible" y pone especial énfasis en la urgencia de sacar a los investigadores de estar por debajo de la línea de la pobreza, medida que comenzando a hacer efectiva a través del aumento de las becas doctorales y posdoctorales.
Explica además que otra de las tareas del organismo será "bajar la ciencia al territorio" para "estar en la calle y así resolver los problemas de la sociedad, que pueden ser cotidianos o con mucho tiempo de no ser resueltos".
Por otro lado, también buscará revalorizar las ciencias sociales que, afirma, fueron "muy maltratadas en los últimos años"; y generar cambios al interior del CONICET en cómo se evalúan a las y los investigadores así como también en la federalización del organismo, dado que actualmente la mayoría de los investigadores están concentrados en la zona metropolitana de Buenos Aires y en las grandes ciudades de algunas provincias (Córdoba, Santa Fe, Mendoza, etc.).
En cuanto a su rol de investigadora, su tema de estudio es la Salud Reproductiva —particularmente los mecanismos por los que se inicia un nacimiento antes de tiempo y las distintas terapias farmacológicas para tratarlo— y se especializó además en la situación de las mujeres en los organismos de Ciencia y Tecnología.
Por último, se comprometió a escuchar a todes e intentar la mejor solución para cada cosa que le planteen y sostiene: "Yo no tengo puesta la camiseta del CONICET, la tengo tatuada. Deseo que el CONICET sea un lugar agradable para vivir. Somos una diversidad de géneros y venimos de una diversidad de disciplinas y no debemos olvidar que todos y todas debemos contribuir a hacer un país mejor".