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Ciencia #Astronomía#agujero negro

Esta es la primera imagen de un agujero negro

Está a 54 millones de años luz de la Tierra y tiene una masa 6500 millones de veces superior al sol. Para obtener la histórica imagen, trabajaron 8 telescopios y más de 2000 científicos.

Esta es la primera imagen de un agujero negro

Han sido necesarios dos años para llegar a ver el resultado (y muchísimos más si tomamos en consideración las primeras postulaciones teóricas). Pero hoy, por fin, hemos conocido la primera imagen de un agujero negro. Se trata de Messier 87* (Messier 87 estrella): un agujero negro supermasivo en el corazón de la galaxia Messier 87, que está a 54 millones de años-luz de la Vía Láctea y es una de las galaxias más estudiadas. El motivo, precisamente, es su agujero negro supermasivo. La galaxia emite un gran chorro de material al espacio, que se extiende a 5000 años-luz de su centro.

Ahora, gracias al Telescopio del Horizonte de Sucesos (Event Horizon Telescope, abreviado como EHT), que no es un solo aparato sino que está formado por una red de telescopios distribuida por todo el mundo, ha sido posible obtener una imagen del agujero negro que alimenta ese chorro. Es la primera vez que vemos la imagen real de uno de los objetos más extremos del universo.

¿Qué es Messier 87*?


En concreto, Messier 87* tiene 6 500 millones de veces la masa del Sol. Aunque constituye un verdadero hito para la astronomía, la imagen puede no parecer muy espectacular si la comparamos con cómo se han representado los agujeros negros en el mundo del cine. Piensen, por ejemplo, en Gargantúa, el agujero negro supermasivo de la popular película Interstellar.

Gargantúa, tal como aparece en Interstellar.

Pero para no desalentarse, hay que tener en cuenta que estamos viendo, desde nuestro planeta, un objeto que está a decenas de millones de años-luz.

La imagen es una nueva confirmación para la teoría de la relatividad de Einstein. En sus cálculos, se predice que la sombra de un agujero negro debería ser circular, y eso es precisamente lo que observamos en esta imagen: la sombra del agujero negro, rodeado por el disco de material que tiene a su alrededor.

Hay otra cosa de ese disco que también resulta llamativa: que es más brillante por la parte inferior que la superior. La explicación, según han dicho los propios científicos en la rueda de prensa, es que estamos observando algo en rotación; probablemente, tanto el agujero negro como el material a su alrededor. Pero podría ser, también, solamente uno de los dos elementos, aunque parece lógico suponer que se trataría de
ambos.

Todo esto  se podrá confirmar solo con más datos y observaciones. Observaciones que, por otro lado, también serán extensibles a Sagitario A*, el agujero negro de la Vía Láctea que se ha convertido en el próximo objetivo del Telescopio del Horizonte de Sucesos. Su imagen aparecerá sin dudas en los próximos años, y el estudio de ambos objetos nos dará muchas respuestas.

Messier 87* es un objeto muy diferente a Sagitario A*, no solo porque sea mucho más masivo: la columna de material que está expulsando al espacio nos indica que es un agujero negro que está absorbiendo material de forma activa. Sagitario A*, sin embargo, no lo está haciendo en la misma cantidad. No exhibe el mismo comportamiento, y eso permitirá estudiar dos objetos que son idénticos en naturaleza, pero con características diferentes.

El gran enigma astrofísico

Las observaciones y el estudio de Messier 87* y Sagitario A* permitirán, precisamente, profundizar en nuestro conocimiento de estos objetos tan extremos. Quizá descubramos cómo se forman los agujeros negros supermasivos.

Es uno de los grandes enigmas de la astrofísica moderna. ¿Cómo pudieron estas bestias cósmicas, millones de veces más masivas que el Sol, formarse en los primeros instantes del universo? Nuestra comprensión actual de la física nos dice que no deberían haberse formado tan rápido. Pero, sin embargo, es así. Quizá fuese por la colisión de agujeros negros mucho más pequeños hace miles de millones de años. Quizá porque existiesen estrellas muchísimo más masivas que las que el cosmos puede formar hoy en día.

O quizá, por plantear otra hipótesis, puede que fuesen el resultado de gigantescas regiones de gas y polvo, tan grandes que, en lugar de formar una estrella, colapsaron directamente para convertirse en agujeros negros más grandes de lo normal. Agujeros que, con el paso del tiempo, continuaron creciendo de forma desmesurada.

Ahora, 13 800 millones de años después del nacimiento del universo, acabamos de echar una mirada a uno de los lugares más extremos del universo. Y no será la última...

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