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Se avecina el colapso del sistema sanitario, ¿es posible evitarlo?

El gobierno desparramó una serie de medidas restrictivas a la circulación con el objetivo -y el deseo- de evitar un colapso. Las dudas pasan por saber si llegaron a tiempo o si el AMBA ya se acerca hacia el triste desenlace que vivieron los vecinos y países europeos.

Se avecina el colapso del sistema sanitario, ¿es posible evitarlo?
Desde el sector sanitario ya empiezan a sentir los primeros coletazos que anticipan el colapso en el sistema de salud.

El colapso del sistema sanitario está cerca, aparece en el horizonte y en la enunciación de todos los especialistas consultados. Su impacto sobre la mortalidad de los pacientes por coronavirus y de otras patologías puede llevar a la Argentina a un infierno pocas veces transitado. ¿Hay formas de evitarlo? 

Los especialistas consultados para esta nota coinciden en que un colapso es inminente y que la posibilidad de evitarlo "se perdió", pero que las consecuencias de la tragedia pueden ser menores. 

La decisión presidencial de suspender las clases y bajar así la circulación de personas, que en la provincia de Buenos Aires alcanza a 5 millones de personas según el viceministro de Salud, Nicolás Kreplak, no tendrá efecto sino se combina con otros factores. 

"Se perdió la oportunidad de evitar el colapso", dijo Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana Infectologia Pediátrica. En sus palabras, el gobierno erró en la campaña de comunicación para generar mayores cuidados, especialmente entre jóvenes.

Pero no termina ahí: con índices de positividad que rondan entre el 20 y el 35%, la táctica de testeo y rastreo vuelve a fallar como en la primera ola. "Hay que bajar a menos del 10% la positividad y eso se baja con mayor testeo", explicó. 

El médico intensivista Arnaldo Dubin niega un fortalecimiento en el sistema sanitario como se dice desde las fuentes oficiales: "Está más debilitado, no está sólido, más fuerte, como se plantea".

"La terapia intensiva, la última trinchera, va a ser el eslabón más débil de la cadena sanitaria. Esto está fuera de cualquier discusión", agrega. 

¿Y si se agregan camas? Como sí se repite desde fuentes oficiales, la cuestión no está en sumar camas y respiradores, sino en la atención del personal: "Podés abrir 100 camas, pero el déficit de personal va a dar resultados paupérrimos", dice Dubin a Filo.News.

Y alerta: "Si te internabas en abril o mayo del año pasado, te iba mejor que en octubre. Esta tensión sobre el sistema tiene efectos tremendos. Estamos en una situación gravísima, ya no se puede mejorar la situación de respuesta del sistema sanitario".

En la línea de Debbag, además de bajar la positividad a través de testeos y una campaña de comunicación eficaz, aumentar el ritmo de vacunación es crucial para que las restricciones tengan sentido.

"El impacto pandémico ya está, no es que lo podemos prevenir. Hay más de 350 muertes por día", asegura el vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana Infectologia Pediátrica.

Enio García, jefe de asesores en el ministerio de Salud bonaerense describe un panorama complejo: "Ninguna opción que tenemos es buena. Son todas malas, pero hay que elegir entre las menos malas, no queda otra".

¿Hay esperanza si el sistema vuelve a posponer operaciones de otras patologías? El mensaje de Fernández el miércoles pasado sobre el "relajamiento" provocó el enojo de médicos y debió ser aclarado por el propio mandatario, quien para cortar el problema de raíz anunció un bono de $6500 para los trabajadores de Salud. 

A pesar de los conflictos generados, el presidente se refería a la decisión de retomar operaciones u atención a otras patologías, ante el aplanamiento de la curva de COVID a partir de noviembre, una decisión lógica e indiscutible desde cualquier punto de vista.

"Se puede descomprimir algo postergando atención e internación de otras patologías. El impacto sería más a mediano y largo plazo. El postergar te da también algún margen para palear, lo que no se tiene con los pacientes Covid", agrega García. 

Además de evitar un colapso por las consecuencias trágicas sobre los hospitales y sus trabajadores, además de las muertes por coronavirus que traería aparejado, también provocaría un funesto aumento de la mortalidad por otras enfermedades que requieran atención urgente.

Consultado por la posibilidad de que ante un aumento en la presión sobre el sistema -lo que indefectiblemente pasará en las próximas semanas-, este decida posponer otras operaciones programdas, Debbag consideró que "va a depender de los sistemas sanitarios, no se puede hacer predicciones".

La jefa del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital San Martín de La Plata, Elisa Estenssoro, en tanto, reconoce que un aumento de la vacunación tampoco evitaría un colapso sanitario en las próximas semanas. 

"Aunque aumentemos la vacunación, el efecto de la vacuna es entre 15 y 21 días después de las dosis, tampoco cambiaría mucho en el próximo mes”, dijo a Filo.News.

Con números de ocupación que promedian el 70%, pero que cuando se pone la lupa sobre la región bonaerense del AMBA y la Capital Federal aumenta a niveles dramáticos, la única solución para los especialistas es reducir la circulación. 

“Si disminuye de forma masiva y rápida la forma de contagios, puede ser que no lleguemos al colapso. Es la única forma", dijo Estenssoro.

Pasado el primer fin de semana de restricciones, desde el gobierno confirmaron un descenso del 50% en la circulación. Los datos de Nación sobre las clases presenciales muestran un aumento del 23% solo por la apertura de las aulas.

"El viernes y sábado noche recorrí por tierra varios controles, lo que se observa una merma significativa de vehículos", dijo la ministra de Seguridad, Sabina Frederic en diálogo con Rock and Pop.

Con medidas similares tomadas en todo el mundo, el gobierno busca correrse de un precipicio al que camina recto y constante desde hace apróximadamente un mes, cuando la segunda ola de coronavirus llegó implacable a un país desgastado por una cuarentena extensa que evitó un colapso como el que se vio en las potencias europeas y los vecinos sudamericanos, pero golpeó una economía arrasada por dos años de crisis económicas y financieras. 

Las cartas están echadas y el futuro depende del comportamiento social y la confianza en la palabra de un gobierno que comenzó la pandemia con niveles insólitos de popularidad pero que debió poner varias veces la otra mejilla para soportar las consecuencias de un virus implacable, impredecible e invisible.

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