Mientras se discute sobre la intervención a Vicentin y la negociación de la deuda externa, muchos sectores de la economía real se encuentran en una crisis sin precedentes. Es el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas de nuestro país, quienes explican gran parte de nuestra actividad económica. En febrero, AFIP acumulaba más de 637 mil pymes registradas.
Para muchas de estas empresas la situación es angustiante. En las últimas semanas vimos como se multiplicaban las imágenes de locales familiares, comercios de barrio, restaurantes y bares informando su cierre definitivo. Es que vienen sufriendo las consecuencias de una crisis iniciada en el año 2018, donde la pandemia del coronavirus y las medidas de confinamiento fueron el golpe final para muchas de ellas.
La actualidad del sector
“Podemos hablar de 100.000 comercios cerrados como piso en los próximos meses”, estimó Mario Grinman, secretario de la Cámara Argentina de Comercio (CAC). “Prevemos una catarata de juicios, embargos, ejecuciones por deudas producto de esta pandemia”, advierte Grinman. Es que el sector es de los más afectados por la implementación del aislamiento social preventivo y obligatorio, que derivó en un repentino corte en sus ingresos.
Como es de esperarse, la situación se agrava allí donde las medidas de confinamiento debieron ser más contundentes, por la mayor cantidad de contagios del virus. Es el caso de la Ciudad de Buenos Aires, donde 24.000 comercios cerraron desde que comenzó la cuarentena. Pese a haber flexibilizado las restricciones durante las últimas semanas, el cierre definitivo de locales se acerca al 20% del total, según la Federación de Comercio e Industria de CABA (Fecoba).
“Veníamos arrastrando una situación de dos años de recesión y altas tasas de interés. Las pymes no estaban preparadas para enfrentar esto. Las que abrieron tuvieron que endeudarse para comprar mercadería y ahora no saben si van a tener que volver a cerrar”, señaló Fabián Castillo, presidente de Fecoba.
Es que el endurecimiento en las medidas de confinamiento dentro del AMBA es prácticamente un hecho. Sólo resta que Alberto Fernández, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta anuncien sus alcances en las próximas horas. Al retroceder en los permisos para la apertura de comercios en la Ciudad, la situación se tornará aún más dramática. “Si volvemos al cierre total, en pocos días observaremos una nueva oleada de baja de persianas definitiva que, estimamos, puede llegar al 27 por ciento”, advirtió Castillo.
Incertidumbre
Evidentemente, las políticas de ayuda económica implementadas por el Gobierno tienen poco alcance en el sector. Las líneas de crédito a tasa subsidiada tuvieron serios problemas de implementación, lo cual llevó a que el Estado se haga cargo de la mitad de los salarios privados a través del programa ATP. Pero el alivio en los costos salariales resulta insuficiente. Es que los locales comerciales tienen altos costos fijos: pago de tarifas, alquileres, carga impositiva, deuda a proveedores. La situación empeora en el área metropolitana donde, por ejemplo, los alquileres son más elevados que en el interior.
La incertidumbre sobre el futuro también les juega en contra: distintas provincias se encuentran en distintas fases de la cuarentena, y el riesgo de volver atrás con la apertura comercial es mayor a medida que aumentan los contagios. De esta forma, a los comerciantes les resulta extremadamente complicado calcular su flujo de fondos en los próximos meses. La combinación de costos fijos elevados y la incertidumbre sobre los ingresos presentes y futuros resulta en un aumento en la cantidad de pymes que cierran definitivamente.
En este marco, los referentes del sector reclaman una intervención más activa del Estado. “Es necesario no solo que el Gobierno no deje de ayudar, sino incrementar la ayuda para evitar el cierre de comercios”, reclama Grinman. El secretario de la CAC hace referencia a la continuidad del programa ATP, en momentos donde el ejecutivo nacional planifica un achicamiento en sus alcances.
El mundo
Es que en Argentina ocurre algo inédito con respecto al resto de los países. Debido a que, después de 3 meses de aislamiento, recién ahora nos estamos adentrando en el pico de contagios, la cuarentena va a continuar. La situación europea o asiática es muy distinta: el pico de contagios ya pasó y se encuentran en un proceso de apertura. Mientras en España abren los bares y restaurantes, en Argentina el Gobierno se debate qué ramas comerciales deberán volver a cerrar.
Con respecto a los programas de ayuda económica, las realidades también son opuestas. Mientras en el resto del mundo se aplicaron programas asistenciales mucho más robustos que los nacionales (Estados Unidos un 11% del PBI, Brasil un 8%, Argentina 4,9%), la discusión es cómo ampliarlos. En nuestro país, los recursos estatales para continuar con la inyección de dinero en la economía corren riesgo de agotarse por completo. Esto desemboca en una contradicción: en momentos de mayores restricciones, la ayuda monetaria busca limitarse.
Futuro
La frágil situación económica que vive nuestro país es particularmente delicada en el mundo pyme. Las amenazas de nuevos cierres definitivos crecen en la medida en que se endurezcan las medidas de confinamiento. El problema es que, al no haber superado el pico de contagios, nuestro país no tiene otra alternativa más que endurecer la cuarentena para evitar el colapso del sistema sanitario.
Finalmente, el sector depende de la asistencia estatal para sobrevivir. Sin embargo, el Gobierno parece avanzar en el sentido contrario: busca ajustar los programas de ayuda directa e intenta relanzar programas de crédito. Los motivos fueron señalados más arriba, al Estado no le quedan fuentes de financiamiento para incrementar la asistencia. En caso de avanzar aún más con la emisión monetaria, las consecuencias en el mediano plazo pueden ser aún peores, razona el ejecutivo.
Pero el problema con las líneas de crédito lanzadas y relanzadas por la administración de Fernández es que las entidades financieras se niegan a otorgar préstamos a las pequeñas y medianas empresas nacionales. Se trata de un problema histórico, sobre cual el Gobierno no parece encaminado en solucionar.
Para evitar una profundización de la crisis del sector y del entramado económico en su conjunto, el Estado debería apelar a la creatividad en la búsqueda de recursos para dinamizar los ingresos de los más afectados. Pero el empantanamiento del ejecutivo en sus propias propuestas que apuntaban en este sentido dejan dudas sobre su voluntad. El caso del anestesiado impuesto a las grandes fortunas evidencia la falta de iniciativa gubernamental en avanzar sobre los sectores con mayores recursos para ayudar a los más golpeados por la crisis.
Dominó
Las pymes son a menudo consideradas el motor de la economía de nuestro país. Como vimos, un endurecimiento en las medidas de aislamiento sumado a un retroceso en la asistencia total significa una sentencia de muerte para miles de comercios. Las consecuencias de los cierres definitivos no son sólo comerciantes que se quedan en la calle. Cada baja de persianas lleva consigo múltiples pérdidas de trabajo: empleados directos, indirectos a través de proveedores, intermediarios, transportistas, diseñadores y marketing digital; además de la pérdida en recaudación para el Estado.
Dejar caer a las pymes en este contexto implica el riesgo de desencadenar un efecto dominó que le agregue más problemas a una economía muy debilitada.