Al menos 30.000 perros salvajes -según cifras oficiales del 2014- o "asilvestrados" generan pánico en el sur de Argentina. Los canes atacan tanto a las personas como al ganado y afectan directamente a la actividad turística del sector.
Los animales se desplazan en jauría por campos y ciudades, muerden, transmiten enfermedades, matan vacas y ovejas.
El problema empezó en los 70 y nunca dejó de crecer. Los perros viven en estado libre, sin comida ni refugio proporcionado por humanos, no socializan con el hombre ni tienen contacto directo con el ser humano.
El principal foco de animales amenaza Tierra del Fuego, donde se mueven en jaurías por el interior y a veces avanzan sobre zonas urbanas. Varias personas son mordidas cada semana en las ciudades de Río Grande, Ushuaia y Tolhuin, y en los campos.
La población y los productores exigen tomar medidas concretas al respecto desde hace más de 10 años, cuando fue notorio el incremento de la población canina y aumentaron los daños en en la producción.
El año pasado, una mujer de 55 años fue atacada por quince perros salvajes. Estuvo tirada en el mientras los animales la mordían. La salvaron dos vecinos que escucharon sus gritos. Estuvo internada en el Hospital de Ushuaia y sedada con morfina para soportar el dolor de sus heridas en las piernas, brazos y cabeza.