Uruguay lo hace con personas inmunosuprimidas severas que completaron su esquema con Sinovac; en Israel ya la recibieron más de un millón de personas y en Chile 150.000; Estados Unidos, después del visto bueno de la Administración de Alimentos y Medicamentos, ya comienza a hacerlo: la aplicación de la tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19 ya es una realidad.
Sin embargo, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se mostraron reticentes respecto a esta cuestión, ya que "los datos actuales no indican que se necesiten refuerzos" y que dichas dosis deberían ser destinadas a los países más vulnerables.
Así lo dio a conocer la jefa científica de la OMS, Soumya Swaminathan, en una conferencia de prensa en Ginebra, alineándose con los dichos del director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien criticó que los líderes se estén "centrando en objetivos nacionalistas" cuando el problema del COVID-19 es mundial.
Por su parte, el asesor principal de la entidad, Bruce Aylward, lanzó otra fuerte sentencia, que se entronca con lo que viene promoviendo la OMS tanto en los dichos como en las acciones —mecanismo COVAX—: "Hay suficientes vacunas en todo el mundo, pero no van a los lugares adecuados en el orden correcto".