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Actualidad #Economía#Alberto fernández#Martín guzmán#Dólar

El relanzamiento que no fue: hacia dónde va la economía de Batakis

Los motivos de la salida de Martín Guzmán. El perfil de la nueva ministra Silvina Batakis. Las perspectivas de política económica que se abren con el cambio ministerial, en esta nota.

El relanzamiento que no fue: hacia dónde va la economía de Batakis
Silvina Batakis, nueva ministra de Economía.

La renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía en la tarde del sábado desató horas de extrema incertidumbre. El movimiento sorprendió al presidente Alberto Fernández, quién se quedó sin su ministro fetiche en el gabinete.

A partir de este golpe casi terminal para el presidente en el equilibrio de poder de la coalición gobernante, los rumores del fin de semana apuntaron hacia un relanzamiento general del Gobierno. Esto abarcaba un posible desembarco de Sergio Massa a la jefatura de gabinete en el marco de un movimiento más amplio de ministerios.

Sin embargo, nada de esto ocurrió. La llegada de Silvina Batakis al Ministerio de Economía ocurre como un hecho aislado al resto del dispositivo de poder. En este caso, como en el de Daniel Scioli, la designación de la economista tuvo el visto bueno de dos de las tres patas principales de la coalición gobernante: el presidente y la vice. Resta saber qué opina el presidente de la Cámara de Diputados.

La salida de Guzmán

La renuncia del discípulo de Stiglitz es un nuevo golpe a la autoridad presidencial, que se aferraba al cumplimiento del programa acordado con el Fondo Monetario Internacional. El plan económico del exministro estaba contra las cuerdas a partir de la corrida contra sus títulos de deuda y las presiones devaluatorias. A esto se sumó la imposibilidad de aplicar su esquema de segmentación tarifaria, boicoteada por funcionarios kirchneristas del Gobierno. 

De esta forma, la incapacidad de acumular reservas en el Banco Central, el cuestionamiento sobre el financiamiento del Tesoro y la dificultad para recortar subsidios energéticos para bajar el gasto público liquidaron todos los frentes del acuerdo firmado con el FMI. En estas condiciones, agravadas por la llegada de la guerra en Ucrania, cumplir con las metas anuales se convirtió en una quimera.

Guzmán advierte en su carta de renuncia "considero que será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante”.

El constante hostigamiento sobre su figura, y el boicot sobre sus medidas, apuntaron contra el ajuste fiscal y monetario requerido para cumplir las metas del programa. Sus mayores detractores se encontraron dentro del espacio liderado por Cristina Kirchner, quienes reclaman por una distribución del ingreso más equitativa a partir de la recuperación de los ingresos de la población, un objetivo que el exministro enunciaba en sus discursos pero que nunca cumplió. Con todo, Alberto Fernández nunca usó la lapicera para otorgarle más poder a su ministro.

Silvina Batakis

La flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, se desempeñó como secretaria de Provincias del Ministerio del Interior conducido por “Wado” de Pedro, un funcionario de La Cámpora muy cercano a la vicepresidenta. Además, fue ministra de Economía de la provincia de Buenos Aires durante la segunda gestión de Daniel Scioli (2011-2015).

Batakis está referenciada dentro del kirchnerismo, tiene buena relación con los Gobernadores y posee un perfil más político que el de Guzmán. Es reconocida por impulsar una mayor progresividad en el sistema impositivo. Sin embargo, también es recordada por los docentes de Buenos Aires por haber aplicado un ajuste salarial durante su gestión.

La figura de quién ocupará la silla caliente es importante, porque cuenta con el respaldo del sector más crítico del exministro, y de la gestión económica de Alberto Fernández. Pero lo más importante es el programa a implementar. 

Para ello, la primera pregunta que debemos hacernos es si Batakis se mantendrá con el programa del Fondo Monetario Internacional. Hasta el momento, el acuerdo funcionaba como el único "ancla" de la macroeconomía argentina, en el sentido de que el sendero del cumplimiento de sus metas otorgaba algún tipo de previsibilidad a futuro, por más endeble que fuera.

Guzmán deja una inflación anual superior al 70%. Aparentemente, se incumplirá su promesa de una desaceleración mensual en el nivel de precios cuando el dato de junio sea superior al de mayo. La continuidad del financiamiento del Tesoro en el mercado de deuda se encuentra seriamente cuestionado y los dólares paralelos vienen de trepar aceleradamente durante las últimas semanas, al ritmo de la incapacidad del Banco Central para acumular reservas.

La cuarta pata de la coalición: el FMI

En base a la revisión técnica de la economía argentina del primer trimestre, el Fondo Monetario Internacional advierte que el ajuste fiscal y monetario deberá ser profundizado durante la segunda mitad del año para cumplir con las metas anuales del programa.

El documento del Fondo señala que “las medidas compensatorias recaen en gran medida del lado del gasto, lo que implica un importante reequilibrio del gasto entre la primera y la segunda mitad del año (en relación con las proyecciones originales del programa), necesario para respaldar una moderación de la demanda interna en el futuro. Ahora se prevé que el crecimiento del gasto real disminuya del 12,8 % anual en el primer semestre de 2022 al -7,8 % anual en el segundo semestre de 2022”.

No está claro si la nueva gestión de Economía sostendrá el acuerdo con el FMI firmado por Guzmán. Si la ministra intenta cumplirlo, el ajuste que deberá realizar corre el riesgo de volver a enfrentarse a cuestionamientos internos de la coalición oficial, tal como le ocurrió a su antecesor. 

Por otro lado, existe la posibilidad de que se decida torcer el rumbo hacia una mayor redistribución del ingreso. Por ejemplo, tomando la propuesta de Cristina Kirchner sobre la creación de un ingreso universal. De esta forma, se podría dar por terminado el proceso de ajuste fiscal de Guzmán, rompiendo el programa con el FMI. 

Salir del acuerdo firmado por Guzmán implicaría levantar el único “ancla” con la que cuenta la economía argentina, y dejaría al Gobierno expuesto a una corrida aún más profunda en caso de no presentar un programa alternativo con respaldo político.

Tomar otra de las principales propuestas de la vicepresidenta, cómo atacar el problema de la economía bimonetaria, abarcaría una serie de medidas y acuerdos políticos más amplios. Se trata de una cuestión estructural de imposible solución con el solo uso de la lapicera. Sin embargo, el actual esquema de Gobierno ni siquiera asegura un consenso interno para avanzar en este (o en algún) sentido. 

De esta forma, volvemos al punto de partida. ¿Esta vez el Ministerio de Economía coordinará medidas con el Banco Central? ¿Y con la Secretaría de Energía? La flamante ministra tiene una postura favorable sobre el uso de los derechos de exportación como herramienta de política económica, ¿qué opinará el ministro de Agricultura sobre una eventual suba de retenciones? 

Hacia dónde vamos

Haber amagado en una centralización del mando sobre la política económica para volver a un cambio de nombres aislado en un ministerio puede ser muy costoso para un ejecutivo que cada vez más actores del mercado ven en retirada. Por eso, las miradas estarán puestas en las reacciones financieras frente a las señales de Batakis, a quien los especuladores miran con desconfianza por su cercanía con el kirchnerismo.

El riesgo del Frente de Todos de haber tropezado nuevamente con la indecisión y las medidas a medio camino es significativo. Se descartó el arribo de Massa con un equipo que encare una salida por derecha a partir de un acercamiento hacia los mercados. Está por verse si la llegada de una ministra cercana al kirchnerismo implica una ruptura por izquierda de lo acordado con el FMI y un cambio de orientación. La política de tapar agujeros con parches improvisados tiene un límite, y el vacío de perspectiva se puede llenar con una imposición externa. La tinta de una lapicera se puede secar cuando no se la utiliza durante mucho tiempo.

Si lo que se busca es un viraje de política económica hacia una mayor distribución del ingreso, un cambio improvisado de figuras sin un horizonte político claro y un programa definido puede ser autodestructivo y acelerar un proceso cuyas consecuencias apunten en el sentido contrario.