La eventual resolución de la crisis multidimensional que atraviesa Venezuela presenta hoy más que nunca serios cuestionamientos sobre la posibilidad de Nicolás Maduro en poder hacer frente a una coyuntura marcada por fuertes presiones internacionales, una sociedad movilizada y la aparición de Juan Guaidó como alternativa política.
En este sentido, las fuerzas militares son la pieza de un rompecabezas que, indistintamente de la profundización sobre este escenario, son los únicos que parecerían contar con la capacidad sustantiva para torcer el futuro político del país.
El redireccionamiento del apoyo militar es, al momento, la única alternativa para Juan Guaidó de poder aspirar llegar al Palacio de Miraflores.
Es por eso que, tomando en consideración la natural deformación que las variables abordadas puedan sufrir como resultado de la proximidad temporal a los hechos, al momento el destino político de Venezuela plantea dos potenciales escenarios:
Contra viento y marea, Maduro sigue
"Anuncio al país la conformación de más de 50000 unidades de defensa populares en todos los barrios y ciudades del territorio nacional; vamos, milicia, a organizar al pueblo para que sirva de respaldo y complemento para la victoria de nuestra Fuerza Armada", sostuvo un Maduro que en los últimos días ha recorrido y mostrado todo el apoyo militar posible.
Si las fuerzas armadas apoyan, Nicolás Maduro continúa su recientemente estrenado segundo mandato como presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
La realidad nunca es tan simple, pero lo cierto es que al momento, esta parecería ser la principal alternativa. ¿Qué cambiaría entonces? Como concesión a la coyuntura local e internacional, podrían adelantarse las elecciones legislativas, algo que el propio presidente ha reconocido que está dispuesto a hacer.
Destino contrario parecería tener el caso de las elecciones presidenciales. No solo porque las mismas tuvieron lugar hace menos de un año (20 de mayo de 2018) sino porque además supondría por parte de Maduro el reconocimiento tácito de que los comicios fueron fraudulentos y por tanto, también su toma de posesión.
La lectura de las fuerzas armadas sobre un momento en el cual parecen existir dos presidentes, recononocidos y/o denunciados según el país que se mire (aunque con mayor intensidad en el bloque encabezado por Estados Unidos), y una sociedad atravesada por una crisis sin precedentes, también puede minar el margen de maniobra sobre un eventual llamado a elecciones.
Qué hacer con Guaidó, habilitar o no la presencia de organismos internacionales fiscalizando nuevas elecciones y cómo impactarán los resultados en cuestión son los principales enigmas que restarán por verse bajo esta primera hipótesis.
Las fuerzas armadas dicen basta
La pérdida del apoyo desde el sector militar para Maduro podrían decantar en un nuevo llamado a elecciones (más probable) y/o en el eventual respaldo hacia Juan Guaidó (menos probable).
Bajo esta alternativa, el peor escenario posible para el futuro del país sería que la decisión no sea homogénea y los sectores dentro de las fuerzas armadas se dividan, hecho potencialmente trágico dado que podría derivar en una suerte de guerra civil.
En contrapartida, las presiones para convocar a nuevas elecciones y la aceptación de los resultados son, ante este escenario, el mejor destino posible.
Cuál será el futuro de Maduro, las implicancias de una potencial ley de amnistía y las consideraciones del bloque aliado (Rusia e Irán, entre otros) sobre la salida del “hijo de Chávez” serán en este caso los interrogantes por resolver.
Lo cierto es que al momento cualquier pronóstico en Venezuela parecería imprudente. El día a día transita con capítulos por separado y las escaladas en las manifestaciones así como en las presiones internacionales son impredecibles.