Hace unos años, Roberto Grau, investigador del CONICET en la Universidad Nacional de Rosario, publicó en la revista Nature Communications un artículo en el que mostraba que la bacteria probiótica Bacillus subtilis era capaz de demorar el envejecimiento y prolongar la vida en un modelo animal.
Ahora, asociado con una empresa de la misma ciudad, creó un suplemento nutricional a base de esa bacteria que, según dice, podría traer interesantes beneficios para los seres humanos. El probiótico ya fue aprobado por la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria.
Los efectos fueron probados originalmente en un tipo de gusano particular (Caenorhabditis elegans) que, según los científicos, posee unas vías regulatorias del envejecimiento similares a las de los seres humanos.
En una entrevista de hace unos años, Grau, profesor de la Universidad Nacional de Rosario, afirmaba: “Lo que pudimos observar en el caso del nematodo es que además de alargarles la vida tiene el efecto de mantener la vitalidad. Esto extrapolado a humanos significaría vivir más allá de los 120 años con una vitalidad de una persona de 50”.
Para ser más precisos: con el efecto del probiótico, el gusano extendió su vida de 20 a 32 días, más de un 50 por ciento. Según el investigador, Bacillus subtilis protegería contra dos de las causas de muerte más habituales: las enfermedades y el envejecimiento de las células, tejidos y órganos.
Esto funciona dado que la bacteria forma esporas que, cuando llegan al intestino del hospedador, forman un biofilm que permite mejorar la inmunidad.
Y tiene una ventaja fundamental: a diferencia de otros probióticos, no necesita refrigeración y es resistente a las altas temperaturas, por lo cual es fácilmente incorporable a cualquier tipo de alimento o bebida.