Tras anunciar el envío al Congreso del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el presidente Alberto Fernández pronosticó que, a su parecer, es muy probable que la medida sea aprobada.
"Creo que estamos en condiciones de que esta vez el aborto se convierta en ley", sostuvo en diálogo con FutuRöck, y agregó: "Esta vez no habrá un presidente llamando a un gobernador para que sus senadores voten en contra".
Haciendo referencia a su discurso de apertura de sesiones legislativas, el mandatario argumentó: "Yo el 1° de marzo anuncié que íbamos a mandar el proyecto; lo teníamos avanzado pero el 19 de marzo vino el coronavirus y el aislamiento y yo lo que no quería era sumar más estrés al sistema sanitario".
"Aún cuando es cierto que los abortos se producen por vía farmacológica, yo lo que busqué es que afloje un poco la tensión sanitaria, y que si una mujer necesita el sistema sanitario no tenga que estar bajo el estrés de una pandemia", continuó.
En este sentido, pronunció una frase que hace ruido a los oídos del movimiento feminista: "La diferencia con otros tiempos es que más allá de la enorme lucha del movimiento feminista por esto, yo la verdad me siento el primer abanderado de este reclamo".
"No es un presidente que cumplió mandando una ley para que no digan que no cumplió. Es un Presidente que activamente se ocupa para que salga, y yo haré todos los esfuerzos para que este proyecto se convierta en ley", añadió.
Tras rechazar los episodios de violencia contra algunas militantes durante las últimas semanas, Fernández insistió en que "no se trata de aborto sí o aborto no, porque los abortos siguen ocurriendo".
"Aquí lo que discutimos es si los abortos se hacen en clandestinidad, con todo el riesgo que ello implica, o podemos hacer abortos en los hospitales públicos y dándoles las condiciones sanitarias a las mujeres que los piden", explicó.
Una vez más, volvió a aclarar que "no estamos haciendo obligatorio el aborto" y recordó que, juntó con el proyecto de IVE, se envió al Congreso el Plan de los 1000 días, que implica una asistencia integral a la mujer durante el embarazo y la primera infancia de su hijo.
Finalmente, sobre la postura de la Iglesia frente a esta cuestión, apuntó: "Santo Tomás o San Agustín decían que había dos abortos, uno que merecía castigo y otro no. Y marcaban los abortos no punibles entre los 90 y 120 días de embarazo".
Y continuó: "La Iglesia siempre valoró la existencia del alma antes del cuerpo y entonces sostenían que había un momento donde la madre advertía la entrada del alma al feto, entre el día 90 y 120, porque sentía movimientos en su vientre, las famosas pataditas".
De esta forma, concluyó: "La Iglesia también tuvo en sus padres una visión sobre el embarazo y fíjense ustedes lo complejo que es todo esto. Esto se lo dije al secretario de Estado (del Vaticano) cuando visité al Papa en febrero y él cambió de tema. Lo único que demuestra es que es un dilema de antaño de una gran rama de la Iglesia".