El presidente defendió su gobierno y dijo que la justicia social es una "aberración".
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Javier Milei dio un discurso en el Banco Interamericano de Desarrollo
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En esta nota hablamos con Constanza Gueglio, especialista en salud mental infanto juvenil, sobre un problema que, lejos de ser individual, involucra a toda la sociedad, pero principalmente al Estado.
Hoy se cumple un mes desde la aparición de M, una búsqueda emblemática en la Argentina que despertó la atención de la sociedad. Si bien el proceso tuvo una conclusión positiva -la niña fue encontrada-, este caso remite a pensar en las acciones que tomamos, especialmente los medios de comunicación, y cuánto sabemos sobre los derechos de les niñes y adolescentes.
En esta oportunidad, desde Filo.news entrevistamos a Constanza Gueglio, especialista en salud mental infanto juvenil y coordinadora de Incidencia de Aldeas Infantiles SOS, para hablar sobre buenas y malas prácticas al abordar estos temas y dibujar la trama de un problema por demás complejo: desde cómo golpea la pobreza a las niñeces en Argentina, pasando por la culpabilización hacia las madres cuando hay un problema relacionado a elles y hasta por qué es importante no difundir información privada.
En el país, la realidad de las infancias es un tema que pocas veces alcanza a ser agenda en los medios masivos y cuando sucede tiende a ser de forma aleatoria, descontextualizada e incluso amarillista. Lo más importante, su contexto, suele ser olvidado rápidamente, junto a las figuras que despertaron un interés fugaz en la sociedad. En Argentina, 6 de cada 10 niñes es pobre, según los últimos datos del INDEC, y 7 de cada 10 niñes de entre 2 y 4 años sufren métodos de disciplina violenta, según el estudio global “Una situación habitual: violencia en las vidas de los niños y los adolescentes” difundido por UNICEF. En este contexto, le preguntamos Gueglio sobre la naturaleza de estas violencias y los derechos vulnerados de niñes y adolescentes.
Existen múltiples motivos que pueden dar lugar a que un niño, niña o adolescente esté extraviado y es importante poder diferenciar estas situaciones. Une niñe puede no estar en su hogar por haber sido secuestrado, cooptado por una red de trata de personas. Une niñe puede estar perdido. Y también, un niño, niña o adolescente puede haber huído de su hogar, por estar viviendo situaciones de violencia o maltrato. Así lo indican los datos. Según el Registro Nacional de Niños Extraviados, muchísimos de les chiques que se encuentran dicen haber huído de su hogar por situaciones de maltrato físico y psicológico.
Aunque estas problemáticas son bien distintas entre sí, podemos afirmar sí que une niñe extraviade siempre está en una situación grave de vulneración de derechos.
En relación a cómo puede afectar a un niñe está situación, cada niño, niña y adolescente tiene una trayectoria de vida particular, y aunque es evidente que hay veces que necesitamos realizar generalizaciones, la realidad es que las intervenciones requieren problematizar esta homogeneidad para poder dar respuesta a las situaciones particulares de cada une de elles. Sus sufrimientos singulares, su historia de vida, sus experiencias vividas y también sus deseos y su idea de futuro
Lo que sabemos que tienen en común todas estas experiencias es que están atravesadas por múltiples violencias. El eje articulador de todas estas situaciones es la violencia, en sus diversas formas.
Las violencias contra niños, niñas y adolescentes son siempre responsabilidad de les adultes. Somos les adultes los que fallamos cuando hay une niñe con sus derechos vulnerados. Y en Argentina, hay millones. Eso significa que como sociedad no estamos pudiendo garantizar a las infancias y adolescencias lo que deberíamos garantizarles: entornos seguros y protectores para que puedan dedicarse a crecer. Esto significa que hay una ausencia enorme de un Estado que no acompaña a las familias. A veces decir familias parece un eufemismo si pensamos que las tareas de cuidado se encuentran en manos, esencialmente, de mujeres.
En Argentina, según una encuesta nacional realizada por el INDEC, las mujeres dedican el doble de tiempo a las tareas domésticas y de cuidado, como limpiar la casa, cocinar o cuidar a los niños. En promedio destinan 6,4 horas, contra las 3,4 que dedican los hombres. También es desigual si comparamos la cantidad de personas que siquiera lo hacen: mientras el 90% de las mujeres hace tareas de cuidado, entre los hombres el porcentaje cae a 58%. Un dato nada menor para una fuerza de trabajo que representa el representan un 16% del PBI, según un informe desde la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género.
En la DNEIyG hicimos el ejercicio de medir el Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerado: ��representa un 15,9% del PBI y es el sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13%). pic.twitter.com/ivfeCiCnuP
— Mercedes DAlessandro �� (@dalesmm) September 1, 2020
Hay un Estado que no acompaña a las mujeres a cuidar. Pero cuando algo en ese cuidado no sale como se esperaba, se las culpabiliza. Este circulo es dramático. Implica un mandato de cuidado, sin una verdadera garantía de recursos y acompañamiento para hacerlo. Es esperable entonces que fallemos. El cuidado es por definición una tarea que se comparte. Nadie puede cuidar solo. Y el Estado deja solas a miles de familias, a miles de mujeres, en la ardua tarea de cuidar.
Hay un Estado que no acompaña a las mujeres a cuidar. Pero cuando algo en ese cuidado no sale como se esperaba, se las culpabiliza.
En este sentido podemos pensar que la existencia de niños, niñas y adolescentes extraviados es producto de una profunda violencia estatal. Como plantea Silvia Guemureman, la violencia estatal no es solo por acción: la violencia del Estado es también por omisión en el cumplimiento de su rol central como garante de los derechos humanos.
Uno de los principales efectos de la mediatización de las historias de los niñxs es el riesgo altísimo de revictimización. Ya vemos lo que sucede con cualquier material que se vuelve viral: pasa a estar en boca de todos. Y esto significa que comienzan a sacarse conjeturas, a buscar responsables, a buscar culpables. En términos generales, cuando se trata de niños, niñas y adolescentes, se suele buscar una culpable en particular. Una madre. 'Una madre que estuvo pero no tanto'. 'Una madre que no estuvo'. Una madre que estuvo pero consume y entonces 'falló en su tarea'. Con cualquier cosa que pasa con les niñes, nuestra sociedad busca alguna mujer culpable. Y poco se habla del Estado. De cómo una familia llega a vivir en la calle. De cómo salir de la calle no es una decisión individual, sino que tiene que ver con un contexto económico y social profundamente desigual al que el Estado debe dar respuesta con políticas públicas integrales.
Es claro que no son les niñes lo que importa. Por algo el tema de la niñez que vive en la calle solo aparece una o dos veces por año en los medios. Lo que importa es hacer show, indignarse, buscar culpables, mostrar culpables. Si importaran las vidas de los niños, hoy estaríamos en otro lugar.
En términos generales, existe muy poca consciencia de lo que implica la difusión de material audiovisual de niños, niñas y adolescentes. La Ley Nº 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes establece claramente en su artículo 22 la prohibición de difundir o divulgar datos, informaciones o imágenes que permitan identificar a NNyA en situaciones de su vida o historia privada.
Desde el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes también hacen énfasis en este sentido. "Es importante resguardar la intimidad e integridad de los niños/as y adolescentes tanto durante la búsqueda, como en su vuelta a la cotidianidad. En la instancia de búsqueda, no hace falta difundir públicamente todos los aspectos de su vida y la de su familia para tratar de ubicarlos. La información sensible que se haya difundido, puede complicar ese regreso", dijeron a Filo.news al ser consultados por este tema.
Además, agregaron: "Una vez que los chicos aparecen, es necesario dar de baja las publicaciones de búsqueda realizadas en redes sociales y vía pública, para preservar sus derechos. Los errores más comunes desde los medios de comunicación son, por un lado, difundir información privada de los niños/as y sus familias que no tienen injerencia en las búsquedas de paradero. Por otra parte, cuando luego de las búsquedas, se demora el cese de la difusión de las fotografías y datos personales".
Todo lo que se vuelve viral o mediático suele caer en el olvido. Sin embargo, no es la sociedad la que tiene que saber qué sucede con la vida de esa niña. Que el caso siga la vía administrativa y judicial que corresponde para restituir los derechos de ese niñe o adolescente y su familia, es lo que corresponde. Lo que la sociedad debe a esa niña es derechos garantizados, la posibilidad de crecer en un entorno protector, seguro, libre de violencia, con salud, educación, juego, etc.
Cómo continúan las historias de estos niños corresponde a su intimidad y está bien que así sea. Porque cuando se mediatiza una historia, significa que está en boca de todes. Y cuando algo está en boca de todes, las chances de revictimización, utilización de esa información, etc. son muy altas. Proteger las historias de los niñas, niñas no es una cuestión de moral, o de buenas o malas intenciones, es proteger sus derechos.
El problema que veo es que el tema de les niñes en situación de vulnerabilidad pase. Que el abuso sexual, que la violencia estatal, que la pobreza infantil sean noticias fugaces y lo importante se olvide. Que se olvide que estamos viviendo en un país en donde 6 de cada 10 niñes vive en la pobreza. Que 7 de cada 10 sufre violencia en su familia. Que las familias no reciben la ayuda que necesitan. Ese es el problema principal: que el tema de las infancias esté en agenda de una forma tan aleatoria y no sistemática. Necesitamos que esté en agenda para que sea realmente prioridad en las políticas públicas y en el presupuesto, tal como lo establece la Ley 26.061 y nuestra Constitución Nacional. Ese me parece el problema principal.
La Línea 102 es un servicio telefónico gratuito de asesoramiento sobre los derechos de los chicos y chicas. Funciona las 24 hs horas del día, los 365 días del año.
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