¿Cuál es el tratamiento?
El objetivo del tratamiento es reducir el dolor físico y el sufrimiento psicológico, pero al mismo tiempo evitar que se desarrollen infecciones. Para ello, y dependiendo el caso, pueden utilizarse diversos fármacos (benzopironas, antibióticos, entre otros) y técnicas no farmacológicas, como por ejemplo el mantenimiento de una higiene adecuada, compresiones, elevación de los miembros afectados, fisioterapia, etc. En algunos casos, se puede llegar a realizar una intervención quirúrgica, ya sea para mejorar el funcionamiento del sistema linfático o para remover el exceso de fluido.