El clásico tema que incansables veces hemos cantando y bailado, es una de las joyitas de nuestra infancia.

Todos algunas vez nos preguntamos quién sería esa señorita de San Nicolás y hasta imaginamos cómo podría ser. La figurábamos cosiendo, bordando y abriendo la puerta para ir a jugar, como rezaba la canción. 

Sin embargo, poco entendíamos la segunda parte de "Arroz con leche", en el que "la viudita del barrio del rey" se quería casar con alguien y no sabía con quién. Poco importaba, de chicos lo crucial era divertirse sin más.

La canción que probablemente más nos enseñó sobre el ganado bovino era una de las más pegadizas de todas.

"Señora vaca", dirigida especialmente al animal vacuno, es un tema cantado por una niña que en la escuela aprendió todo sobre ella.

El leche, el dulce de leche, la manteca, el queso y el yogur son productos de su gran esfuerzo y esta niña decide agradecerle a la vaca por su trabajo.

La canción más chiflada de todos los tiempos era la preferida por los más pequeños ¡porque no se entendía nada!

Don Pepito y Don José, dos buenos amigos, se cruzaban en un bar o en un café y se saludaban amablemente. "¿Pasó usted por mi casa?" preguntaba Don José. "¿Vió usted a mi abuela?" interrogaba nuevamente. Don Pepito siempre contestaba positivamente y luego se despedían para seguir camino.

A pesar de estar cantada en español y de que nadie entendía el por qué de esas preguntas, todos cantábamos a los gritos contestándole a Don José.

Las canciones de nuestra infancia no sólo incluyen aquellas que podíamos escuchar en un cassette.

Existían cientos de juegos de manos y siempre había alguna variación en ellos. "Doctor Jano Cirujano", "La Catalina", "Don Quijote" y muchos más, hacían que nuestros recreos pasen como si nada. Aprenderlos era un arte y hacerlos cada vez más rápido, el desafío.

"Choco Choco la la" era uno de los más simples y tenía versiones de "Mariposa", "Televisor" y otras tantas palabras que ayudaba a deletrear. La simpleza del juego hacía que la rapidez se convirtiera en la prioridad y, muchas veces, hasta lastimemos nuestras manos por el sólo furor de querer hacerlo.

Otro de los tantos juegos que precisaba de nuestras cuerdas vocales era saltar la soga, y la canción predilecta siempre empezaba con A.

Simplemente "Ana" o "Ana abre la ventana" era el tema que cantaban nuestros compañeros de juego tomando cada extremo de la soga. Mientras, nosotros nos proponíamos saltar lo máximo posible y no tocar la cuerda.

¿Te acordás como decía?