La marihuana es una especie de planta. Existen subespecies como la Cannabis sativa o Cannabis indica.

El cannabis genera normalmente relajación y somnolencia. También mayor sociabilidad y torpeza al movernos y al hablar. Altera, al igual que el alcohol, los sentidos. En consecuencia, puede modificar la percepción de la música, la comida, las relaciones sociales, hasta volverlas más interesantes.  

A nivel fisiológico, tiene algunos efectos secundarios, como secar la boca y los ojos (que pueden enrojecerse y picar) y generar aumento del apetito. 

El cerebro responde a los cannabinoides presentes en el cannabis porque nuestro cuerpo tiene un sistema endocannabinoide que se encarga del control de la memoria, el estado de ánimo, el apetito, el sueño y otras funciones. Pero el sistema endocannabinoide no está ahí para ser activado por los cannabinoides del cannabis: es una casualidad generada por la evolución. 

El cannabis contiene una sustancia psicoactiva llamada delta-9-tetrahidrocannabinol (Δ9-THC) o simplemente THC. Dicha molécula actúa sobre receptores específicos de las neuronas, las células estructurales del cerebro, y desencadena una serie de respuestas químicas que tienen efectos en el modo en que nos sentimos y comportamos. Decir que “pega” significa que produce determinadas reacciones químicas en el cerebro cuyo efecto evidente es que se alteran la percepción y la consciencia.

Algunas variedades de cannabis contienen altas concentraciones de THC, por lo que producen efectos más fuertes.

Además del THC, el cannabis contiene otras sustancias, como por ejemplo el cannabidiol o CBD. Las variedades de cannabis con mucho CBD pueden sentirse diferentes (más relajantes, menos confusas) y tienen menos posibilidades de causar daño.

La mayoría de las personas que consumen cannabis no se ven realmente perjudicadas. Pero, al igual que cualquier sustancia y comportamiento, el consumo de cannabis puede desempeñar un papel muy destructivo en la vida de algunas personas, sobretodo si se vuelven adictivas.

Otro tipos de drogas legales como el alcohol y el tabaco causan más daño a las personas que lo consumen y a terceros.

Las dos formas principales en que las personas introducen los químicos del cannabis en su cuerpo son a través de los pulmones, fumando o vaporizándolo, o a través del intestino (por vía oral), comiéndolo o bebiéndolo.

Cuando se fuma o se vaporiza, los efectos aparecen casi de inmediato, alcanzan su mayor intensidad en los primeros 15 minutos más o menos, comienzan a desvanecerse antes de que haya pasado una hora y casi desaparecen después de aproximadamente 3 horas. 

Cuando se usa por vía oral (como alimento o bebidas), los efectos del cannabis tardan mucho más en aparecer y es posible que no se sienta nada durante una hora.

Entonces los efectos pueden durar 5 horas o incluso más. Esto evita cualquier riesgo para los pulmones, pero dado que el efecto no es inmediato, puede resultar muy fácil pasarse de mambo y no lograr el efecto deseado.

Si querés consumir, debido a las consecuencias que presenta para tu salud, no es bueno que la mezcles con el tabaco, ya que es más adictivo que la marihuana. Así, esta vía puede ser la puerta de entrada a la adicción al mismo.

Si fumás solo marihuana, el daño depende obviamente de la cantidad.

La combinación de cannabis con alcohol u otras drogas crea un mayor riesgo de sentirse mal.

Consumir mucho y muy rápido te puede hacer sentir horrible (pálido, con náuseas y tembloroso). Este efecto puede ser el resultado de una caída rápida de la presión arterial.

Es una buena razón para fumar a un ritmo lento, para tener una idea de la fuerza del cannabis. Si alguien se siente mal, generalmente no dura mucho. Saber este dato evita perseguirse y sentirse aún peor. 

En jóvenes que consumen cannabis, el riesgo de volverse adicto es mucho mayor que el riesgo de desarrollar enfermedades mentales graves como la psicosis. La psicosis está más claramente relacionada con el uso intensivo de cannabis con mucha concentración de THC. Es importante saber que si tenés un familiar que tuvo o tiene episodios de psicosis o esquizofrenia, el cannabis podría ser suficiente para activar la patología. 

El cannabis es una de las drogas menos tóxicas, y no existen reportes de muertes por sobredosis. Pero como todas las drogas que distorsionan tu forma de pensar y comportarte, el consumo aumenta la posibilidad de dañarte mediante conductas de riesgo en la vía pública.

Las personas que manejan drogadas duplican o triplican el riesgo de tener accidentes automovilísticos. 

El THC es un fuerte vasodilatador (de allí los ojos rojos) y normalmente baja la presión arterial, por eso es posible que sientas que tu corazón late fuerte o se acelera.

Son sentimientos desagradables (llamados palpitaciones o taquicardia), pero generalmente son inofensivos .

Es importante conocer estos efectos para evitar tener miedo y empeorar la ansiedad. Por supuesto, cuando alguien se asusta por este efecto, puede hacer que el corazón lata aún más fuerte y provocar un ataque de pánico.

Contener la respiración no genera mayor efecto y además puede ser dañino para tus pulmones. Además, luchar para contener la respiración cuando se quiere toser o exhalar puede crear cambios repentinos de presión en los pulmones, generando lesiones.

El consumo durante el embarazo podría tener efectos en el feto. El bebé puede pesar menos cuando nace, y puede tener alteraciones en su comportamiento y empeorar en la escuela, a medida que crece. 

Se solía pensar que el cannabis no es adictivo. Ahora está claro que esto no es así, en absoluto: aproximadamente el 9% de los usuarios se volverán adictos.

El consumo excesivo de cannabis, especialmente desde una edad temprana, probablemente aumenta las posibilidades de una persona de deprimirse y sentirse ansioso. 

En promedio, a los consumidores de cannabis les va peor en sus estudios y fracasan más al hacerlo, lo que aumenta las posibilidades de deserción escolar y universitaria. 

Sí, el cannabis interfiere con la memoria, por lo que es posible que a alguien no le vaya bien si intenta aprender mientras está drogado, o incluso el día después.

Estereotipar a los consumidores como lentos, vagos y perezosos afecta el rendimiento y el éxito de esa persona, aún más que el efecto de la droga en sí.

Para que un medicamento sea reconocido como apropiado, los científicos deben haber realizado ensayos costosos y exhaustivos. Sólo algunas formas de cannabis o productos químicos derivados del cannabis han pasado esta prueba, lo que demuestra, por ejemplo, que puede reducir el dolor en pacientes con esclerosis múltiple. También existe evidencia en otros usos médicos, como la reducción de convulsiones en pacientes con epilepsia refractaria.

La información aumenta la presión sobre los estados para flexibilizar la investigación con respecto a la droga. Por el contrario, la desinformación genera un ambiente propicio para todo tipo de problemas. Desde la prueba y error y la mala interpretación de los resultados (obviamente si estás desesperado porque tenés un hijo con problemas, vas a buscar mil formas y esa desesperación te llevará a no ver los resultados con claridad) hasta el uso no controlado del aceite, que en muchos casos está adulterado hasta con aceite de oliva. 

Es necesario que el estado asuma el control: es una demanda social, médica y científica. Obtener la mayor cantidad de información no solo puede mejorar la calidad de vida de muchas personas, sino  generar ganancias económicas a partir de la aplicación de tecnología en relación a su uso.