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La fase de grupos de Argentina: de la confianza al miedo y del miedo a la ilusión

Tras el mazazo que recibió la Selección en la derrota contra Arabia Saudita, la Argentina recuperó las formas y la ilusión para afrontar la segunda parte del Mundial.

La fase de grupos de Argentina: de la confianza al miedo y del miedo a la ilusión
(Reuters)

La Selección Argentina terminó un buena fase de grupos por la que todos atravesamos distintas emociones: confianza, miedo, decepción, confusión, euforia, alegría y lo más importante, ilusión. 

Para analizar el desempeño del equipo durante estos tres emocionantes partidos es necesario recordar cómo llegamos a la Copa del Mundo. A pesar del gran rendimiento que consiguió en 2001, en Corea Japon 2002 la ilusión no era la misma, por eso hay que rememorar que desde 1994 no se llegaba a un Mundial con tantas expectativas (en aquel entonces estaba el equipazo del Coco Basile, con Diego y Bati, entre tantos).

Hace un año y medio, estos jugadores se sacaron una mochila que no les correspondía pero que sí la cargaban: esos malditos 28 años sin títulos y las siete finales perdidas consecutivas. La Copa América 2021 fue un quiebre porque tras la consagración el equipo comenzó a jugar mucho mejor, futbolisticamente se liberaron y consiguieron instalar una idea de juego más allá de los nombres. Es muy dificil mantener un rendimiento tras ser campeón y seguir siendo ambicioso y la Scaloneta lo logró.

Además, finalizaron invictos las Eliminatorias y le ganaron la Finalissima al campeón de Europa con baile incluído (Italia 3-0). Hasta el primer partido con Arabia Saudita, la Selección arrastraba 36 partidos sin perder, a uno del récord histórico mundial. Messi arrancó la temporada de una gran manera, y todo estaba muy bien. 

En las semanas previas al primer partido comenzaron a aparecer preocupaciones: las malditas lesiones. Out Giovani Lo Celso, Nicolás González y Joaquín Correas, piezas importantísimas en el equipo. Paulo Dybala llegó con lo justo, lo mismo Lautaro Martínez, Marcos Acuña, Cristian Romero, Ángel Di María y Leandro Paredes. Casi todos titulares.

Llegó el primer partido entre ilusión y preocupación y el mazazo de los arabes fue muy fuerte. Muchos recordaron la eliminación de 2002, y algunos dudaron de la capacidad del equipo y el nivel de los jugadores. Todos reflexionamos y nos asustamos.

El Cuti Romero lento para recuperar la pelota en el primer gol, Rodrigo De Paul, el motor del equipo, impreciso, Leandro Paredes en otra sintonía. Lejos de preocuparse, Lionel Scaloni se ocupó. Era importante trabajar en la parte anímica, Arabia Saudita fue superior pero solamente había pateado dos veces al 

arco: fue un resultado mentiroso, más aún teniendo en cuenta que en el primer tiempo a la Argentina le anularon tres goles por offside. 

Lio Messi alertó en reiteradas entrevistas la dificultad del primer partido, hay nervios, impreciosiones y muchas revoluciones de más que sin experiencia en esta clase de partidos son complicadas de manejar. “A la gente que confíe, es un golpe muy duro para todos, para la gente y para nosotros. No lo esperábamos. Que confíen que este grupo no lo va a dejar tirados, ya hemos jugado partidos de esta características y lo sacamos adelante. Es un momento de estar más unidos que nunca, pisar fuerte", declaró el capitán tras aquel fatídico partido. 

El entrenador hizo varios cambios y a la larga así fue, pero antes sufrimos durante 60' contra México, no por el nivel del rival, sino porque la Argentina jugó con mucha presión. Otros pocos minutos de desconcentración y quedabamos eliminados. Estaban bloqueados y Messi los liberó. El 10 se cargó el equipo al hombro y cuando el funcionamiento no responde (pocas veces), está él. Y viceversa.  

Ese gol de Messi emocionó a Pablo Aimar, que algo de fútbol sabe. La situación del equipo de a poco comenzaba a ser crítica y al meter el primer gol, Scaloni, rápido, cerró el partido con cambios defensivos y en algunos contraataques y por la manera que manejaba la pelota, parecía que el equipo empezaba a recuperar la memoria y las formas.

El fútbol argentino (y Sudamericano) enamoró al mundo a mediados del siglo pasado y los europeos, con su dinero y poder, vinieron a copiarnos las formas, el estilo y los jugadores. Con el correr de los años, si bien Brasil logró mantener su "jogo bonito", la Argentina perdió "la nuestra". Perdió el juego asociado, perdió a los gambeteadores, perdió la gloria que nos llevó a ser uno de los países más reconocidos en el deporte, pero este equipo lo recuperó. A los más grandes, que tienen más años de fútbol encima los emociona, y a los jóvenes nos ilusiona. La Selección Nacional tiene que ser así siempre y lo que sucedió entre Brasil 2014 y Rusia 2018 no tiene que pasar más. Cuatro técnicos, todos diferentes, sin un proyecto común solo nos llevaron al fracaso y, entre tanta incertidumbre, Lionel Scaloni nos rescató.

En la previa del tercer partido la pregunta era: "¿El equipo se recuperó o en el Mundial no existe la superioridad y el juego?". En las calles había preocupación y un estado de alerta. La Argentina superó desde el minuto cero a Polonia, que ni siquiera remató al arco en los 90', y volvió a ser. Enzo Fernández es un fenómeno, tiene 21 años y juega como si tuviese 30. Julián Álvarez creció muchísimo. Di María es top mundial. Dibu, Lisandro Martínez y el Cuti Romero están muy firmes. Otamendi juega entregando su alma. Y no hay mucho más que decir de Messi, quien sabe que es su última bala.

El cachetazo que nos pegó Arabia Saudita sirvió para reflexionar y ser humildes. Al cabo de la tercera fecha Alemania y Bélgica, dos candidatos al título, están eliminados. Cualquier descuido es capaz de dejarte afuera de un Mundial y el grupo tomó la responsabilidad. México fue 32avos de final y Polonia 16avos. Ahora vamos por los octavos, más ilusionados y fuertes que nunca.