A días de su show, Militantes del Climax habló sobre su presente y la película del último disco
La banda liderada por El Auelo vuelve con una puesta escénica cargada con performance y esa mezcla de groove, oscuridad y catarsis a la que el grupo ya nos tiene acostumbrados.
Nota escrita por Lautaro Segafieno
A días de su próximo show en el Complejo C Art Media, Filo.news habló con El Auelo, líder de Militantes del Clímax, sobre el presente de la banda y la película del último disco. Este sábado 29 de noviembre vuelven a CABA con una puesta escénica cargada con performance y esa mezcla de groove, oscuridad y catarsis a la que el grupo ya nos tiene acostumbrados.
Tuvimos la oportunidad de ir a la presentación del disco donde proyectaron la película del álbum ¿Cómo se sintió para ustedes esa experiencia ? ¿Lo volverían a hacer?
La situación con el disco, que haya ido con una película, fue algo que se fue dando a medida que avanzaba la producción del disco. No era la idea original. No es que dijimos “hagamos una película del disco” desde el principio, sino que los chicos que se involucraron en la parte audiovisual terminaron generando un proyecto más grande del que esperábamos. El resultado nos entusiasmaba mucho y terminó siendo una película completa del disco. Por eso se daba que se justificara hacer una proyección aparte de la escucha. Fue muy buena esa presentación y, si tuviéramos un proyecto que involucre algo así de nuevo, sin dudas lo haríamos, incluso mucho mejor. Pero bueno, dependería del material que saquemos y de que vaya acompañado por audiovisuales de ese tipo.
Cumplieron 15 años hace poco y siguen mutando sin romper su identidad. ¿Qué cosas decidieron “cuidar a muerte” y cuáles se animaron a negociar para crecer?
Cumplimos 16 años, ya dejamos los 15 atrás. Creo que lo que siempre mantuvimos, no sé si es “cuidar a muerte”, pero sí algo que nos surge naturalmente: Buscar hacer cosas musicalmente que nos motiven, que nos gusten y en las que todos tengamos un lugar para participar y crear como grupo, juntos, con el aporte de cada uno. Eso es lo que mantuvimos y creo que es el valor del grupo, más que nada. En cuanto a “negociar”, tampoco sé si diría negociar, pero sí aprendimos a trabajar de forma mucho más eficiente, más responsable, más profesional que cuando empezamos hace 16 años, cuando era todo mucho más espontáneo, desestructurado y desordenado. Hoy en día, eso podría ser lo que “negociamos”. Que en realidad tampoco es una negociación, sino el propio tiempo, la experiencia y la edad que te llevan a eso.
Pasó algo de tiempo desde el lanzamiento: ¿qué devolución recibieron del público?, ¿qué transformaciones sintieron ustedes mismos respecto al disco?
Llevamos ya un año de presentación del disco. Tuvimos la oportunidad de presentarlo en un montón de ciudades del país y de volver a ciudades donde por ahí no íbamos hace bastante con un material nuevo. Ver que la gente lo escuchó, le gustó, y tener una recepción buenísima está buenísimo. Sobre todo, también, ver gente muy joven. Eso está bueno: que nuestra música siga llegando al público y a la escucha actual. Transformaciones respecto al disco, más que nada, es el hecho de haberlo tocado mucho en vivo. Eso te da otra soltura, otra conexión con los temas. Los vas internalizando mucho más y les vas encontrando matices a la música desde el propio tocar en vivo, que es distinto del momento de producción, cuando uno está componiendo, produciendo, grabando, pero todavía no tuvo la oportunidad de tocar muchas veces ese material.
Este disco parece abrazar una oscuridad más frontal, especialmente en “Superfluo”, donde también aparece una perspectiva más existencial. Eso dialoga un poco con la búsqueda que ya habían planteado en “Rédito Espiritual.” ¿Sienten que este disco continúa aquella inquietud?
Puede ser que “Superfluo” tenga una temática un poco más espiritual y quizás, en la musicalidad, algo más tranquilo. No sé si es una continuación de eso puntualmente, pero son los distintos climas y distintos estados que nos atraviesan. Un poco lo que hace la banda es eso: el “clímax” de explorar distintos ambientes personales y por ahí también sentimos que grupales y colectivos. Ese es uno de los lugares que nos gusta ocupar o que, en algún momento de la composición, nos da la necesidad de ocupar.
Por otra parte, “Lagartijas” tiene una lírica que me llevó directo a “Renacentista”: esa historia circular y acompañada una guitarra con tintes medievales. ¿Cómo fue componer desde esos lugares más oscuros? ¿Cómo se llega a esa estética —musical y poética— y desde dónde decidieron habitarla: desde la música, desde las letras o desde una necesidad de catarsis?
Con “Lagartija” y “Renacentista” sí es verdad que hay alguna semejanza en el uso de un lenguaje no cotidiano, un poco más arcaico, y en temáticas más fantásticas o no atadas a algo concreto de la actualidad, sino a algo más atemporal. Creo que los dos temas tienen algo de eso y, desde lo musical, se refleja ese clima. Es más: creo que esos dos temas puntualmente nacen un poco más desde la lírica, de formas que a mí me gusta y me divierte escribir o pensar a la hora de bajar una idea. Obviamente todo tiene una raíz en algo actual y real, pero transcribirlo de una forma más amplia. Es más un juego y otra manera de presentar un texto. Y obviamente la música también acompaña. Yo elijo, desde la música que surge del grupo, las cosas que más me evocan a esa forma para ese tipo de temas. Un poco pasa con todos los temas: hay una búsqueda desde la musicalidad, desde la escritura, del estilo que querés expresar y también de la catarsis, de la expresión individual.