Ir al contenido
Logo
Musica

Yo La Tengo en Music Wins 2025: “A veces una canción nueva llega cuando menos lo esperás, y te acompaña veinte años”

La banda más impredecible del indie vuelve a Buenos Aires para tocar el domingo 2 de noviembre en Mandarine Park. ¡Y meten sideshow acústico! Hablamos con James McNew sobre los misterios del proceso creativo, los silencios compartidos y cómo seguir siendo una banda después de cuarenta años.

Yo La Tengo en Music Wins 2025: “A veces una canción nueva llega cuando menos lo esperás, y te acompaña veinte años”

Hay bandas que funcionan como relojes, y otras que funcionan como ecos. Yo La Tengo pertenece al segundo grupo: su música no busca marcar época, sino habitarla.
Desde los 80, el trío formado en Hoboken, Nueva Jersey por Georgia Hubley, Ira Kaplan y James McNew fue construyendo una discografía que viaja entre el ruido y la calma, y entre canciones mínimas y paisajes sonoros que parecen extenderse por décadas.

A días de su regreso al país para el Music Wins Festival 2025 —donde compartirán cartel con Massive Attack, Primal Scream, Tash Sultana, L’Impératrice, The Whitest Boy Alive y Camionero, entre más de veinte artistas—, hablamos con James McNew, bajista y corazón silencioso del grupo. Antes del festival, que será el 2 de noviembre en Mandarine Park, la banda brindará un sideshow acústico un día antes. Las entradas para ambos eventos se pueden conseguir a través de venti.com.ar. 
 

"La última vez que vinimos a Argentina nuestros instrumentos se perdieron en la aduana. Nunca llegaron. Una banda local nos prestó todo: guitarras, pedales, amplis… incluso amigos suyos trajeron cosas de sus casas. Decidimos salir a tocar igual, con instrumentos que nunca habíamos usado. Fue uno de los conciertos más especiales de mi vida", cuenta McNew.

Como buen bajista, lo dice sin dramatismo, pero con la calma de quien sabe que las limitaciones también pueden ser inspiración. Pocos escenarios pueden ser más desafiantes para un músico: setear pedales de efectos, familiarizarte con un instrumento que no es el tuyo en cuestión de segundos y lidiar con la presión de un público muy lejano a casa. Desafío aceptado.

Aquella noche terminó confirmando algo esencial en Yo La Tengo: que su música no depende de las herramientas, sino del vínculo entre ellos. La improvisación, la empatía y la confianza mutua se volvieron parte del show, transformando la pérdida del equipamiento en una especie de experimento colectivo.

“Cada sonido era distinto, pero igual sonábamos como nosotros. Fue un ejercicio de grupo, de confianza. A veces, perder el control es la mejor forma de encontrarte”.

Lo que podía haber sido un desastre técnico terminó siendo una de esas presentaciones que explican por qué el trío sigue conmoviendo después de cuatro décadas: porque incluso cuando todo se desarma, ellos encuentran la forma de hacerlo sonar.

Yo La Tengo —que ya visitó Argentina en 2001, 2010 y 2015— regresa ahora con un set que repasa distintas etapas de su carrera, pero con la energía de un grupo que sigue moviéndose sin perder su esencia.

“Nunca planeamos demasiado. Tocamos, nos escuchamos, y de repente algo se siente bien. Ese es nuestro método. Si es que puede llamarse un método”, dice James, riéndose. En tiempos donde todo parece medirse en likes, reproducciones o algoritmos, los de Nueva Jersey siguen apostando al misterio: componer sin apuro, grabar sin certezas, tocar sin preocuparse por las etiquetas.

“No somos nostálgicos —aclara—, pero sí nos gusta mirar hacia atrás. No para repetirnos, sino para recordar por qué empezamos.”

Tal vez por eso su música suena como una conversación larga entre amigos, donde no hace falta llenar todos los silencios. Y esa es, quizás, la clave de su longevidad: una paciencia que hoy se siente casi revolucionaria.

“Tocar con tus amigos es una de las mejores formas de estar vivo. No importa si lo hacés en un sótano o en un festival. Te hace olvidar por un rato de todo lo demás”.

Sobre el presente del grupo, McNew explica que "This Stupid World" —su último disco— los volvió a conectar con esa sensación de descubrimiento que marcó sus primeros años: “Fue un álbum que nos sorprendió a nosotros mismos. Algunos bajos, algunas atmósferas... sentí que logramos capturar eso que escuchás en tu cabeza y no sabés si alguna vez vas a poder grabar.”

En el trabajo la banda parece haber encontrado un equilibrio entre lo visceral y lo meditativo. Grabado casi sin interrupciones y con la producción a cargo de ellos mismos, el álbum captura la crudeza del ensayo: las guitarras suenan más ásperas, las voces más cercanas, y los silencios se sienten como parte del paisaje. “Queríamos que sonara vivo, sin tanto control. Hay errores que terminan siendo parte de la textura”, explica McNew.

Lejos de cualquier gesto nostálgico, el disco demuestra que la banda sigue explorando sin mirar atrás. Hay canciones que suenan como en sus primeros años, como “Sinatra Drive Breakdown”, y otras que parecen flotar en una niebla eléctrica, como “Miles Away”. Todo convive sin fricción, como si Yo La Tengo hubiese aprendido a convivir con su propio caos. “No pensamos en si un tema suena como los viejos o los nuevos —dice James—. Si algo nos emociona, lo grabamos. Esa sigue siendo la única regla.”

Antes de despedirse, vuelve al tema del cambio y la sorpresa, como si en cada canción todavía existiera una posibilidad nueva:

“Cada vez que vamos a ensayar pienso: quién sabe, tal vez hoy escribamos una canción que toquemos dentro de veinte años. Y eso sigue siendo increíble.”

    Ultimas Noticias