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El trío californiano volvió a Argentina para reencontrarse con el público de sus amores. Entre himnos clásicos y joyitas, Billie Joe le dejó un consejo a Messi, Tré Cool rompió la batería y Mike Dirnt hizo vibrar al estadio. ¿La frutillita? Abrió 2 Minutos. Historia pura.
Green Day pasó los primeros años de su carrera viviendo en una camioneta y tocando el punk adolescente más crudo de la segunda ola. Hoy son una de las bandas de estadio más convocantes del mundo y copan arenas a donde van.
El SAVIORS TOUR los trajo de regreso a Buenos Aires para festejar 20 años de "American Idiot" (2004), 30 años de "Dookie" (1994) y reencontrarse con el público argentino en el Estadio Huracán. Y las expectativas de esta quinta visita se cumplieron: pogo furioso, lágrimas de emoción y sonrisas nostálgicas. ¿Green Day y Argentina? Un solo corazón.
Apenas el sol empezaba a bajar, Valentín Alsina se hizo presente en Parque Patricios. 2 Minutos abrió la jornada con un show certero y contundente: “Valentín Alsina”, “Piñas van, piñas van”, “Ya no sos igual” y el himno que lleva su nombre fueron suficientes para transformar el campo en un pogo temprano. Un gesto simbólico: el punk argentino saludando al punk californiano.
Más tarde fue el turno de Bad Nerves, el quinteto inglés que Green Day eligió como soporte. Con estética desprolija y canciones veloces que cruzan la urgencia de los Ramones con la frescura de The Strokes, pusieron en jaque al público que apenas los conocía. “Baby Drummer” y “Don’t Stop” dejaron claro por qué los Nerves son señalados como una de las nuevas joyas del rock británico.
A las 21:00, y después de hacer sonar -cuestión ritual ya- "Bohemian Rhapsody" de Queen y "Blitzkrieg Bop" de The Ramones, la oscuridad se quebró con el riff inconfundible de “American Idiot”. No había mejor manera de arrancar: fue como prender una mecha que explotó en todo el estadio. Fuegos artificiales, saltos colectivos y un Billie Joe Armstrong con la corbata al cuello, arengando como si fuera la primera vez.
El setlist fue un recorrido de más de dos horas entre clásicos inoxidables, rarezas y estrenos de "Saviors". Desde “Holiday” y “Boulevard of Broken Dreams” hasta “Basketcase” y “Wake Me Up When September Ends”, cada canción fue recibida como un grito generacional. Pero también hubo lugar para sorpresas: “Going to Pasalacqua”, “The Grouch” y “Oh Love” le dieron un respiro al radar de hits.
Uno de los momentos más emotivos llegó con “Know Your Enemy”, cuando una fan subió al escenario, cantó con Billie Joe y se llevó como trofeo la famosa corbata roja. Magia pura.
El show no estuvo exento de esas escenas que hacen que cada recital de Green Day en Argentina tenga su anécdota única. Cuando alguien le alcanzó una bandera de Messi, Billie Joe sonrió y lanzó al micrófono: “Messi, tienes que dejar Florida ahora mismo”. El estadio estalló, mezclando fútbol, rock y política internacional en un solo grito.
También hubo homenajes. En medio de la vorágine punk, Armstrong se despachó con la intro de “Iron Man” para saludar al recientemente fallecido Ozzy Osbourne. Y, como ya es costumbre, volvió a actualizar la letra de “American Idiot”, cambiando el viejo “redneck agenda” por un tiro directo a la actualidad: “No soy parte de la agenda MAGA”, en referencia al regreso de Trump y su alianza -ahora rota- con Elon Musk en Estados Unidos.
Ese cruce entre música y política, tan propio de Green Day, encontró eco en un público argentino que sabe de resistencias y consignas coreadas.
Después de “Jesus of Suburbia” y “Bobby Sox”, llegó el dulce pero doloroso cierre con “Good Riddance (Time of Your Life)”. Billie Joe quedó solo en escena con su guitarra acústica y miles de linternas encendidas. Fue un momento de comunión: un estadio entero cantando en coro una canción que marcó despedidas, viajes de egresados, rupturas y reencuentros durante tres décadas.
Cuando Mike Dirnt y Tré Cool se acercaron sin instrumentos para cantar los coros, el gesto terminó de sellar la postal: Green Day y su público encontrándose cara a cara sin artificios de por medio.
El paso de los años no los convirtió en una banda de fórmula, sino en un trío capaz de mirar hacia atrás con orgullo y al mismo tiempo escribir nuevas páginas. "Dookie" y "American Idiot" cumplen aniversarios redondos, pero la potencia de "Saviors" prueba que Green Day todavía tiene cosas que decir.
En el medio, Buenos Aires sigue siendo una parada obligada: un lugar donde el pogo es religión y donde el punk rock nunca se resigna a ser pieza de museo.
El estadio se vació lentamente, con miles de fans abrazados, cantando todavía fragmentos del show en la salida. Una noche que quedará en la memoria: porque Green Day y Argentina, efectivamente, laten con un solo corazón. Uno con forma de granada.
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