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Un Indio Solari inédito de traje con sus fundamentalistas en Epecuén

Como se realizó la megaproducción de Los Fundamentalistas del aire acondicionado que fue liberado en youtube

Un Indio Solari inédito de traje con sus fundamentalistas en Epecuén
PH: KVK Fotos

Empiezo por el final. Los fundamentalistas terminan con “Ji ji ji”. Los fuegos artificiales iluminan el cielo de Villa Epecuén. Sobrevuela la imagen de un Indio Solari trajeado. Los técnicos aplauden. Algunos privilegiados de Carhué saltan revoleando la ropa. Las ruinas de un lugar abandonado hace más de 30 años se llenan de vida por unos días. Miles de personas lo ven desde sus hogares a través de youtube.

La cita era a las 21 hs por la plataforma Ticketek. Miles de personas hacían la previa en las redes. Cuando llegó la hora del show la pantalla quedó congelada. La banda pidió paciencia, mientras que las redes eran impaciencia y memes. La espera se alargó por dos horas hasta que comunicaron que a las 23.30 hs se informarían las novedades. Los fundamentalistas liberaban el show para todo el mundo a través de youtube minutos después. Las explicaciones de ticketek llegarán después. Pero cómo se construyó el impactante show que quedará en la memoria de muchos?.


Hay que irse unos meses atrás. Luego del éxito de “Desde los satélites”, el concierto con la mejor producción de los streamings de la pandemia, los fundamentalistas querían volver al formato, pero redoblando la apuesta. En la cabeza de Gaspar Benegas y Pablo Sbaraglia estaba hacerlo afuera de un venue. Cuando fueron con la idea al Indio Solari les aconsejó: “¿Y por qué no lo hacen en Epecuén?”.

Solari había visitado las ruinas de esa Villa turística para una producción de fotos a cargo de Edgardo Kevorkian (Kvk) que ilustraría el disco “El perfume de la tempestad” (2010). Indio aparece en una foto rodeado de árboles muertos y en el “Matadero” en un escenario más propio de Walking dead. Al cantante le llamaba la atención las construcciones del arquitecto italiano Francisco Salamone como el matadero, además de las más de 60 que tiene por el interior de la provincia.

Villa Epecuén era una villa termal en la provincia de Buenos Aires que una inundación dejó bajo agua por la interrupción de la construcción del canal Ameghino. Sus habitantes emigraron a la ciudad vecina de Carhué. Epecuén quedó como una ciudad abandonada.

La historia y el lugar daban el marco propicio para un show de características únicas, pero de difícil producción. Para encontrar algo parecido había que remontarse nada más y nada menos que al concierto sin público de Pink Floyd en el antiguo anfiteatro romano de Pompeya. Pero no era una ciudad.

Los primeros, con Benegas y Sbaraglia a la cabeza, viajaron dos meses antes del show. El segundo viaje ya lo hicieron doce personas. Analizaron desde donde pondrían el escenario hasta que día era el ideal en el que había luna llena. Lo tenían decidido. La grabación sería el 29 de marzo y la transmisión por streaming el 17 de abril. “A los pájaros” bautizaron al show. Con una inversión arriesgada para un momento muy particular de la música argentina detenida hace un año.

Foto twitter @MarceOzz


Seis días antes del concierto llegaron 80 personas que sumarían a 70 de Carhué y aledaños para formar un grupo de 150 personas para trabajar directamente en el concierto y un total de 250 indirectamente. Los que viajaron desde Buenos Aires se hospedaron en hoteles, cabañas y casas de Carhué.

La producción artística estaba a cargo de Gaspar Benegas y Pablo Sbaraglia con la mirada atenta del Indio Solari. La dirección de la puesta en escena la hacía Matías “Mambrú” Mera. La producción general de “Rock y Reggae” de Eduardo Sempé. La producción audiovisual de Craneo films y kvk fotos con 16 cámaras, dos drones y una grúa de 14 metros.

Se usaron 3 mil litros de nafta para darle energía al lugar. Cuatro camiones. Cinco generadores. Maxi Marrone, iluminador que trabajó con Fuerza bruta, fue el encargado de diseminar luces en 40 mil metros cuadrados de ruinas y escombros que le darían el toque onírico al lugar.

Los músicos llegaron tres días antes del show junto al tour manager “Leli” De Ascentis. Estaba todo listo para que probaran sonido un día antes y ver cómo funcionaban las luces entre el atardecer y el anochecer de Epecuén.

El día del show había llegado. Estaba todo listo. Un control impedía llegar a las ruinas de la villa sin autorización. Solo unos pocos privilegiados de Carhué que colaboraron con la organización podían asistir con invitación. La pregunta que sobrevuela es: “¿Estará el Indio?”

Suben al escenario en el atardecer de la villa Gaspar Benegas, un emponchado Pablo Sbaraglia y Baltazar Comotto de larga camisa negra. Pablo dice: “Parece un lanzamiento de la Nasa esto”. Gaspar aprovecha y cuenta un chiste de un doctor al micrófono. Atrás suben el saxofonista Sergio Colombo, el trompetista Miguel Ángel Tallarita, el bajista Fernando Nalé y el baterista Ramiro López Naguil. Por último las coristas Déborah Dixon y Luciana Palacios. La banda completa está a la espera del ok. A sus costados dos pantallas. “Mambrú” grita “Indios” y el canto tribal característico de los shows fundamentalistas comienza a sonar. Ese sonido en medio de las ruinas parece una película con un drone sobrevolando un pueblo extinto.

“Damas y caballeros. Los fundamentalistas del aire acondicionado", anuncia la voz de Solari. La banda arranca con la canción que da nombre al show “A los pájaros” con un cielo naranja celeste y de fondo las ruinas del Hotel Monterreal que construyó Mario Ciocca en los 60 y que se negó a abandonar en la inundación durante un tiempo viviendo en la planta alta.

Pasan temas como “Rock para el negro Atila”, “El templo de Momo”, “El tesoro de los inocentes”. El telón de la noche cae para dar paso al juego de las luces sobre los escombros de una ciudad destruida y los árboles muertos de pie.

Foto Twitter @chapita


Baltazar cambia el vestuario para ametrallar con su guitarra en la “Parabellum”. La luna asoma entera entera como estaba premeditado. Todos los presentes la festejan. El rojo baña el escenario. “Cruz diablo” en la voz de Colombo. “Un poco de amor francés” y Gaspar pregunta como se dice ramas en inglés y se responde “raims” para hacer “Ramas desnudas” con los árboles vestidos de colores luminosos.

Un escenario apocalíptico en un mundo devastado. El humo dibuja los hace de luces. El Hotel Monterreal es la enorme pantalla de las proyecciones. Ahora sí la banda y la puesta en escena comienzan a jugar en todo su esplendor. Suena “Amok amok” y las imágenes de los fans recorren los edificios derrumbados para ilustrar “Juguetes perdidos”. Gaspar y Baltazar conversan con sus guitarras. Suena “Había una vez”. Dixon y Palacios bailan lentamente con sus panderetas. Estallan los aplausos de los presentes que abandonan el silencio. Colombo y Tallarita meten un chiste entre tema y tema. Gaspar agradece a todos “por no haber venido” y se mira con Sbaraglia con la complicidad del todo va bien. Seguramente la gente en su casa está en éxtasis sin saber que todavía faltaba lo mejor.

Llega un bloque de canciones inéditas de los redondos de los cuales algunas los fundamentalistas nunca tocaron en vivo. “Rock de las abejas”, “Que mal celo” y “Pura suerte” del recordado demo RCA. Los casetes aparecen en la pantalla en homenaje a aquellos que se conseguían en forma pirata en lugares con Parque Rivadavia y que se copiaban para pasar de mano en mano. “Un tal Brigitte Bardot” completa el bloque. Seguramente uno de los momentos más festejados del show. Las balas acompañan a “Pabellón séptimo” con Sbaraglia en la acústica. “Ya nunca voy a olvidarte Pablo” cierra el tema.

Comienzan los acordes de una canción desconocida y en pantallas aparece un Indio Solari nunca visto. De impecable traje negro. Por primera vez usa un saco para cantar el inédito “Rezar sólo”. Por primera vez también estrena un tema vía streaming, cuya letra tenía guardada desde hace tiempo. La melodía recuerda a un sonido Rolling Stone, pero sabemos que Mick jagger se tiene que hacer de abajo.

“Empiezo por el final. Terminaré en el principio” dice la letra de “Angel amateur”, cuya frase se escuchó en el adelanto del armado del show. Ahora la imagen del Indio se replica en toda la ciudad. Es un Frank Sinatra trajeado que conmueve con una balada en un lugar donde diez años antes había visitado. Ahora estaba de otra forma. Unos días antes, el fotógrafo Kvk fue con Leandro Mera hasta el estudio Luzbola para grabar al Indio Solari con ese fondo negro.

“Mariposa Pontiac” con las imágenes del documental “Piedra que late”, “Flight 956”, “Strangerdanger” y obviamente “Jijiji” cerraron un show épico, que quedará grabado en la memoria de sus fans. En una ciudad en ruinas una banda tocó por primera vez para un mundo en pandemia a través de las selvas de Internet.

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