Hace unos meses, como parte del tour de prensa de John Wick 3: Parabellum, Keanu Reeves se sentó en el sillón del presentador Stephen Colbert quien, para cerrar la entrevista, le preguntó qué pensaba que sucede cuando morimos, una duda existencial a la que muchos hubieran respondido con humor o verborragia filosófica esquivando el bulto. Reeves respiró profundo, y mirando al conductor a los ojos le respondió “sé que quienes nos aman nos van a extrañar”, estrujándole el corazón a los presentes, los espectadores, y los millones que lo escuchamos cuando se viralizó.
Eso es Keanu Reeves. Un hombre genuino. No es el actor que admiramos sino la estrella de Hollywood que amamos porque lo sentimos cercano y real aunque en realidad no sepamos mucho de su vida.
Nacido en Beirut en 1964, se crió en Toronto con tu hermana y su madre y allí comenzó su carrera con papeles menores en televisión. Si bien la primera película en la que se destacó fue River’s Edge (en la que compartió elenco con Crispin Glover), su primer papel verdaderamente recordado es Ted, el viajero del tiempo de Bill & Ted’s Excellent Adventure (1989), que le abrió las puertas de Hollywood, donde rápidamente se convirtió en un héroe de acción en Punto Límite (“Point Break”), la película de surfistas ladrones en la que interpretaba a un joven y rebelde agente del FBI llamado Johnny Utah.
Cuando uno piensa en los papeles más recordados del actor durante la década del noventa se encuentra con películas como Máxima velocidad (“Speed”), Reacción en cadena (“Chain Reaction”), El abogado del Diablo (“The Devil’s Advocate”) y Matrix (“The Matrix”) que comparten personajes introspectivos, de pocas palabras que priorizan el lenguaje no verbal. Reeves tiene una personalidad en pantalla que le permite transmitir mucho sin decir demasiado, y eso ha generado que muchos lo acusen de hacer un solo personaje: Keanu Reeves.
Pero el actor es una figura extraña en Hollywood, cuya poca exposición y extrema austeridad han alimentado en los últimos años el misterio que gira alrededor de su vida, que estuvo marcada por la tragedia cuando la hija que tuvo en 1999 con Jennifer Syme falleció en el parto.
La pareja no pudo lidiar con la tragedia dos años después de separados, Syme falleció en un accidente de tránsito en el que chocó con tres vehículos y fue despedida del auto. La autopsia confirmó que la mujer se encontraba bajo los efectos de antidepresivos en el momento.
La primera década del nuevo siglo lo encontró saltando entre proyectos en su mayoría olvidables, como Man of Tai Chi (2013), su debut detrás de cámara. Sin embargo ya sea en la remake de El día que la Tierra se detuvo (“The Day the Earth Stood Still”, 2008), en Constantine (2005) o La Casa del Lago (“The Lake House”, 2006), nunca vimos a Keanu “perderse” en sus personajes, sino más bien apropiárselos y transmitirles ese misticismo y esa nostalgia moderna que lo caracteriza.
Por supuesto no todos los personajes pueden ser Keanu pero en 2014 encontró un lugar para poner esa energía tan particular: John Wick. La maravilla del trío Stahelski, Leitch y Kolstad es una simple historia de venganza que de una forma muy particular representa la historia de Keanu Reeves como estrella de acción: dos décadas después de Máxima velocidad el actor desenterraba su versión más extrema para volver al ruedo.
El éxito de John Wick volvió a poner a Reeves en el estatus de superestrella, y el cariño del público que había ganado por sus aventuras cotidianas corrientes (todos recordamos su foto en el banco de plaza comiendo un sandwich o los múltiples testimonios del actor viajando en subte) lo elevó a un nivel extrordinario de popularidad — potenciada a su vez por incontables anécdotas de hombres y mujeres de a pie que lo muestran como un alma gentil y humilde.
Desde entonces el actor se ha dado el lujo de participar en producciones de bajo presupuesto o experimentales como The Bad Batch (2016), The Neon Demon (2016) o la extraña e hipnótica Destination Wedding (2018). Su magistral aparición en Always Be My Maybe (2019), donde interpreta a una versión extrema, exagerada y desdoblada de sí mismo es quizá el punto más alto de la película, mientras que su recientemente confirmada presencia en el juego Cyberpunk 2077 creó uno de los momentos más memorables de la historia de la E3.
Y Keanu no se detiene. Ya está filmando el regreso de Bill & Ted, se confirmó una nueva película de The Matrix y una cuarta parte de John Wick. Pero seguramente no sean esas las únicas películas en las que lo veamos, porque siempre tiene un as bajo la manga.