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Cine y series

El Último Duelo, un drama histórico que no te podés perder

Dirigida por Ridley Scott, la película se estrena este 14 de octubre sólo en cines. En esta nota, los detalles de por qué tenés que ir a verla sí o sí.

El Último Duelo, un drama histórico que no te podés perder

Excesos de "milady" y "milords", un contexto bélico permanente y estamentos pasados por un filtro frío son algunos de los elementos que terminan de darle el marco estético a El Último Duelo. Sin embargo, eso pasa a un plano relegado cuando nos damos cuenta del marco ideológico de la película: un apego religioso permanente y una misoginia que acompaña de principio a fin al metraje.

Con una estructura tarantinesca-bíblica, la película, que está dirigida por Ridley Scott y que se va a estrenar en cines el 14 de octubre, cuenta el devenir judicial-divino y emocional de una violación sexual desde las perspectivas de los tres protagonistas: Jean De Carrouges (Matt Damon), Jacques Le Gris (Adam Driver) y Marguerite de Thibouville (Jodie Comer).

En sus respectivos capítulos, titulados "La verdad según…", cada personaje cuenta su propia versión de los hechos desde sus propios ojos, y es justo ese el fuerte de la película: a medida que las perspectivas se cruzan, la historia se va haciendo más intensa, se llena de misterio y planta dudas sobre lo que realmente sucedió.

La película se rebobina tres veces, mostrando las mismas situaciones y repitiéndose también en los diálogos para contar la misma historia desde ópticas diferentes y revelando matices nuevos tan disímiles como significativos. La trama, que está inspirada en un hecho real, no pierde profundidad nunca. Además, al mostrarnos de cerca lo que vive cada personaje, terminamos empatizando hasta con los que después nos terminan dando asco.

Otro punto a destacar es el guion, que fue escrito por Matt Damon, Ben Affleck (que interpreta el irritabilísimo papel de Pierre d'Alençon) y Nicole Holofcener a partir de la obra homónima del escritor estadounidense Eric Jager. Damon escribió el punto de vista de su personaje, mientras que Affleck se encargó de Le Gris y Holofcener abordó la perspectiva de Marguerite. Los tres le dieron vida a una historia articulada que en ningún momento se vuelve banal y que hace que el concepto de las tres perspectivas vaya teniendo más valor a medida que la película va tomando forma.

Y no es solo el guion el que cumple: Ridley Scott, que ya tiene experiencia en este tipo de escenas desde Los duelistas y, obvio, Gladiador, ofrece un espectáculo visual con el duelo final (la disputa por la que, a través de la orden del rey, se definía por la voluntad de Dios quién era el que tenía razón en un litigio judicial y quién realmente era el culpable) en el clímax de una película que no recurrió demasiado a las secuencias de acción especialmente para darle lugar a los interiores e importancia a la psicología de los personajes.

Pero, por otro lado, no es fácil mantener la atención del público en una película durante dos horas y media si la estructura no está bien delineada ni está bancada por una buena interpretación. En El Último Duelo, cada actor maximiza las características de cada uno de los personajes y es gracias a la química de todos que funciona tan bien y le es tan sencillo al film generar empatía con el espectador.

Todos los elementos que flotan por ahí (los tonos fríos, la distancia emocional entre los personajes que hace que pasen de respetarse a odiarse de un momento a otro sin elipsis de por medio) nos permiten captar la complejidad de un período histórico donde los hombres no luchan para proteger a los demás, sino para realzar sus masculinidades.

En el caso de Le Gris, para afirmar su superioridad; en el de De Carrouges, para vengarse de una ofensa. ¿En el medio y como común denominador? La cosificación de las mujeres. Y, al final, nos damos cuenta de que De Carrouges no se bate a duelo con Le Gris por amor a Marguerite o para defenderla: lo hace porque quedó con su orgullo trastocado.

Si bien la ambientación de la Francia del siglo XIV es clara, el tópico que la película toca es sumamente actual. En El Último Duelo, Scott nos muestra la violencia tanto física como psicológica que históricamente sufrieron las mujeres representadas con el caso de Marguerite, quien, a sabiendas de que vive en una época completamente desfavorable tanto para ella como para sus pares, encuentra el coraje para denunciar la violencia sexual y mantenerse firme en su posición, contorneando un mensaje feminista al cual el espectador no le puede (ni tiene que) escapar.

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