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Llegó a su fin la serie fenómeno de la televisión pública siendo fiel a su estilo e incongruencias.
El Marginal 3 llegó a su fin y, más allá del sadismo típico, el episodio final se sintió más un epílogo que acomodó la cronología a los eventos de la primera temporada que un final real. El enfrentamiento entre Bruni y los Borges se resolvió en la primera media hora y en la segunda mitad del episodio fuimos testigos del destino de cada uno de los personajes que no formaron parte del elenco original.
Como el resto de la temporada, el último episodio fue irregular y apresurado. Es difícil hacer un repaso de los hechos sin encontrar tropiezos del guión (muchos de ellos injustificables), y mucho más complejo pensar en una cuarta temporada que no vuelva a caer en los mismos lugares comunes. Trasladar la historia a una cárcel de máxima seguridad parece dejar las puertas abiertas para que las historias reivindiquen la violencia y el morbo tan característico de la producción de Underground (ahora Telemundo), y puedan dejar afuera definitivamente y sin excusas la humanidad que tanta falta le hace a los personajes.
Con los Borges a su merced, Bruni sacó a relucir un sadismo y una ambición que hasta ahora era desconocida para el espectador. En un giro impredecible traicionó a la Sub21 y no sólo enterró vivo a uno de los hermanos sino que, una vez derrotado, decidió quemarle un ojo con un químico desconocido al otro. Su final, sin embargo, no fue lo ceremonioso que esta mente maestra parecía merecer: murió a manos de Cristian, que se cobró venganza por el asesinato de su padre. El personaje de Alejandro Awada pasó de intrascendente a perfecto estratega y terminó sus días hambriento de sangre y poder. Ni Walter White se animó a tanto.
César y los pibes del patio volvieron a ver cómo la figura de poder en la que confiaban para que les garantice el control del penal les falló. Sin embargo en esta oportunidad la traición se trató con mucho menos elegancia que en la segunda temporada. En aquella oportunidad Mario simplemente pospuso su promesa hasta que se volvió evidente que no iba a cumplirla, y para entonces ya había acumulado el suficiente poder como para resistir una revuelta. En este caso Bruni le dijo a los pibes que no les iba a dar el control del patio y por alguna razón aceptaron ese mandato sin demasiado cuestionamiento, en particular cuando su "banda" estaba compuesta por tres tipos y la Sub21 debería poder imponerse por cantidad. Uno pensaría que César había aprendido, pero a su favor solo los guionistas vieron venir ese cambio de Bruni.
El chico bien terminó de mimetizarse con el interno promedio cuando pegó su primer puntazo. Qué rápido crecen. Consternado después de escuchar que había sido Bruni quien había ordenado la muerte de su padre, Cristian mató al ex boxeador y salvó a Mario en el proceso. Después de los eventos de esa noche fatídica fue trasladado a un penal de régimen abierto, donde tendrá ciertos beneficios y podrá estudiar, gracias a la intervención de Lunati. Uno se pregunta por qué el juez, que tan amigo era de Pardo, no intervino apenas le dictaron la sentencia, pero la clave para disfruta de El Marginal es no preguntar demasiado y dejarse llevar por la violencia.
Después de la tortura, el escape y la intimidación, Pantera tuvo su gran enfrentamiento con Diosito y, como el guión mandaba, fue derrotado. Siendo justos, el menor de los Borges se sacó de la galera un par de movimientos dignos de Jackie Chan que no habíamos visto (y no volveremos a ver), por lo que seguramente Pantera se sorprendió como todos nosotros. El personaje interpretado por Ignacio Sureda se convirtió en un favorito en la segunda temporada y por eso sobrevivió, pero sus intervenciones en esta nueva historia fueron en su mayoría inconsecuentes. Murió como vivió: en una irrelevancia absoluta.
Cuando Ortiz le cuenta que según lo que escuchó que el asesinato del padre de Cristian fue planeado por Bruni y compañía, Emma decide, incomprensiblemente, correr al patio en medio del carnaval a decírselo al joven. ¿Temiendo por la vida de Cristian quizá? Mientras menos preguntemos, mejor. Su excursión la deja expuesta a Tubito, que en un ataque de celos la lleva a la cárcel vieja con la intención de violarla. Por fortuna para ella Ortiz los siguió hasta allí para salvarla, aunque eso le cueste la vida. Emma, alejada de las drogas en sin nigún tratamiento o rehabilitación, se queda con las palabras de una extrañamente humanizada Morales, que le dice que es “la persona más valiosa” del penal — aunque no explique por qué, ya que había dejado claro que internos supuestamente son individuos sin salvación y el trabajo de la doctora es puramente social.
El enfrentamiento que nos había anticipado el episodio anterior no tardó en llegar. Por desgracia para Ortiz el frágil Tubito mostró una resistencia extraordinaria a los golpes y se recuperó con facilidad para apuñalarlo (aunque convenientemente el ataque de Emma lo haya dejado inconsciente). Según el epílogo el femicida fue trasladado a una cárcel de máxima seguridad, pero de Ortiz no tuvimos noticias. Suponemos por el hecho de no haber formado parte de la primera temporada que falleció, pero la última vez que lo vimos lo estaban llevando a la enfermería. MarceloMazzarello se sumó a la mitad de la temporada para darle perspectiva al drama de Emma, pero terminó siendo un engranaje más del violento y decepcionante desenlace.
El penal de San Onofre volvió a foja cero con la restitución de Antín en su cargo y el aparente despido de Morales. No sabremos nunca por qué no se cuestionó la decisión de la directora o por qué no se investigó la muerte de Ramos (que fue asesinado por lo menos un día antes de los festejos de carnaval), pero por lo menos le dio la oportunidad a los guionistas de sacar a relucir el machismo del director. Ana María Picchio y Gerardo Romano se sacaron chispas en cada intercambio, pero las buenas actuaciones no pueden compensar los caprichos de una historia que no tiene pies ni cabeza.
Una vez que Cristian dejó San Onofre los Borges descubrieron que quien lo había visitado varias veces era Luna, la hija de Lunati, por lo que ponen en marcha el plan para secuestrarla. La serie se toma cinco minutos para hacer un resumen de los eventos de la primera temporada y recordarle a los espectadores de la existencia de Miguel Palacios (Juan Minujín), su relación con los Borges y, en particular, que mató a Diosito después de revelarse que era un policía trabajando encubierto. Tres meses después de aquella revuelta en San Onofre los Borges y su banda son condenados a reclusión perpetua y trasladados a un penal de máxima seguridad donde se encuentran con Palacios, que duró afuera lo que un pedo en una tormenta de arena. El mundo es un pañuelo.
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