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Análisis | Westworld: una temporada desprolija que cierra con altas notas de emotividad

Westworld cierra su temporada más flojita, pero deja un montón de interrogantes para el futuro.  

Análisis | Westworld: una temporada desprolija que cierra con altas notas de emotividad

ACLARACIÓN: esta reseña contiene spoilers.

“Westworld” llegó al final de su tercera temporada, una que tomó un camino muy diferentes a las anteriores y no siempre le hizo justicia al producto original creado por Lisa Joy y Jonathan Nolan. Tras la revolución entre los suyos, el camino “revanchista” de Dolores nos llevó fuera del parque y nos metió de lleno en el mundo real de 2058, un escenario demasiado controlado, no tan distinto a lo que los host experimentaron en las instalaciones de Delos. Si algo dejó bien en claro esta entrega (por si ya no lo sabíamos), es que ese universo ficticio, establecido para el placer de los que más tienen, es una copia a imagen y semejanza del mundo exterior, donde los humanos (como los robots) tampoco disfrutan de su libre albedrío.

Tras abandonar la isla, Dolores se autoimpuso la misión de otra liberación, esta vez para aquellos que parecían ser sus más grandes enemigos. “Crisis Theory” -dirigido por Jennifer Getzinger (“Decoherence”) y escrito por Denise Thé y Nolan- cierra el círculo para este personaje -al menos, una versión de ella-, quien decidió ver “la belleza de este mundo” y actuar en consecuencia. Finalmente pudimos ver todo el panorama y las verdaderas intenciones de Abernathy, que descartó la destrucción de la raza humana para darles, a cambio, la oportunidad de elegir su propio camino más allá del control de Serac y Rehoboam, como Arnold lo hizo con sus creaciones. De ahí que el laberinto se convierta en un símbolo de esta nueva anarquía que ahora inunda las ciudades, después de la liberación de la data y el conocimiento público de la influencia de esta inteligencia artificial.

Con Caleb como su más leal soldado, Dolores inicia la etapa final de su plan: una última estrategia concebida por Salomon, tan atípica como su creador Jean Mi. La idea es llegar hasta los cuarteles de Incite, una tarea complicada que implica atravesar el caos de una ciudad en llamas y los agentes de Serac, con Maeve a la cabeza. En una última jugada -y con la traición de Charlotte de su lado-, la reconstruida Abernathy cae en las manos de su enemigo, quien solo quiere recuperar los datos del sector 16 (los experimento de inmortalidad de Delos) para corregir las anomalías del presente y “salvar a la humanidad” del fin del mundo. Un apocalipsis proyectado por Rehoboam, la cual tomó las riendas del destino y no pretende soltarlas así nomás, convirtiendo a Engerraund en su títere obediente.    

Acá la pregunta es si Nichols juega el mismo papel para Dolores, quien decidió elegirlo por su capacidad de decisión. Desde que abandonó el parque, ninguno de los movimientos de la anfitriona fueron azarosos, y supo seleccionar muy bien a cada una de sus “víctimas” (Liam, Connells, Caleb) para cumplir sus objetivos. El ex soldado devenido en obrero escondía algo más que un pasado traumático a causa de sus experiencias militares. En “Passed Pawn” terminamos por descubrir su estadía en el centro de “reeducación” de Serac y la manera en que borraron y alteraron cada uno de sus recuerdos con la doble función de restringirlo y manipularlo en su propio beneficio, a través de aplicaciones como Rico, cazando a otros “atípicos” que perturban el sistema.    

Dolores, la original 

“Crisis Theory” suma una nueva razón a la elección de Dolores, quien pocas veces pudo cruzar su camino con un humano que no tratara de aprovecharse de ella como anfitriona del parque. Esta es la clave para su “revolución”, ligada a esa belleza que eligió ver en los visitantes y en las características más humanas de sus congéneres. De ahí que haya mantenido las emociones de Bernard y Charlotte como característica esencial, su cariño inicial hacia William y su confianza en Nichols, quien demostró ser más caballero que sus compañeros de pelotón tras su paso por el parque número 5, un campo de entrenamiento para los soldados que necesitaban enfrentarse a algo mucho más “palpable” que un blanco virtual.

De esta manera, Dolores se empeña en escribir su propio final, cargando esa última estrategia en la memoria de Rehoboam. Básicamente, el paso de mando de Serac a Caleb, quien le ordena borrar todos sus datos, liberando a los suyos de esta influencia. Así, la humanidad queda a merced de sus  propias decisiones, su libre albedrío para salvar o destruir el mundo que habita. Bernard lo llamó “sensibilidad poética”, pero es más un abrir de ojos para los humanos que deben empezar a hacerse cargo de sus propias decisiones y las consecuencias de sus actos. Un proceso de aprendizaje, de prueba y error que los viene atravesando a través de los siglos, no tan diferentes al que experimentaron los anfitriones como Dolores, Maeve o Akecheta a la hora de resolver el laberinto y despertar conscientemente.    

El libre albedrío existe, pero es jodidamente difícil 

Sabemos que no volveremos a ver esta versión de Abernathy, ya que cada uno de sus recuerdos fue borrado por Rehoboam, pero todavía quedan residuos de lo que fue en esas otras perlas que supo copiar, como Lawrence (Clifton Collins Jr.), y aquellas que están en posesión de Charlotte (Connells, Sato). Los planes de esta androide renegada no quedan tan claros, pero parecen ser mucho menos benévolos que los de su compañera. Si nos guiamos por la escena post-créditos, podemos conjeturar que está fabricando su propio ejército de robots, y hasta se animó a crear su propio Hombre de Negro. La muerte de William cierra uno de los arcos más flojos de esta temporada, pero también el de un personaje que no tenía mucho para aportar en este nuevo orden y un juego que no fue diseñado para él.

Maeve es otra de esas protagonistas desaprovechadas, convertida en antagonista a las órdenes de Serac -con la única finalidad de poder reencontrarse con su hija en el Sublime-, que logra entender los motivos de Dolores recién hacia el final, ayudándola a cumplir con su objetivo. La cuarta temporada nos dirá cuál será su función, pero poco y nada podemos sumar sobre un personaje que no tuvo tanto peso narrativo como hubiésemos querido en esta entrega, más allá de un par de peleas muy bien filmadas y uno de los momentos más emotivos de “Crisis Theory”, al despedirse de su compañera.      

Un "héroe" caído 

El otro que nos hizo un nudito en la garganta fue Bernard. Tras escaparse de William y reencontrase con Lawrence, a Lowe le queda una ¿última misión?: visitar a Lauren, esposa de Arnold, volviendo a rescatar la importancia de esas emociones que los anfitriones comparten con sus copias de carne y hueso. El avatar de Weber nunca pudo borrar el recuerdo de su hijo Charlie, su parte más humana e influenciable a la hora de tomar decisiones, y este “exorcismo” resulta tan necesario como sentido. En él, Dolores termina depositando toda su confianza, es decir, la clave de encriptación de los datos del sector 16 y la entrada al Sublime donde puede encontrar las respuestas para el futuro de su especie. ¿Qué halló en este Edén virtual? Es todo un misterio y, al parecer, una tarea que le llevó demasiado tiempo.  

Al igual que las temporadas anteriores, “Westworld” cerró los arcos necesarios y dejó varios interrogantes para el futuro del show y el destino de sus personajes. La tercera entrega del drama de ciencia ficción cayó más en los convencionalismos del tecnothrillerciberpunk -recargado de escenas de acción un tanto anticlimáticas-, pero mantuvo su dejo más “filosófico” en cuanto a los planteos del libre albedrío, la destructiva (y no tanto) naturaleza humana, y la función de estos robots, creados a imagen y semejanza de una criatura imperfecta que debe encontrar su propio camino.

¿Quién escribe el final de Dolores?

Una temporada correcta, aunque no brillante, de la que todavía se destacan sus actuaciones, sus valores de producción y sus mensajes (en este caso, demasiado esperanzadores), mucho más en los extraños tiempos que nos toca vivir, en medio de una pandemia que está modificando los comportamientos de la sociedad.    

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