Con los dos primeros episodios de esta tercera temporada “Westworld” dejó bien en claro que el juego iba a ser diferente, presentando no solo un nuevo mundo (el real, el de los humanos fuera del parque), sino una narrativa distinta, menos retorcida que sus entregas anteriores, y más arraigada a un clásico tecno-thriller ciberpunk donde predomina el misterio por encima de los planteos filosóficos. “TheAbsence of Field” logra conjugar estos dos aspectos de manera brillante, retomando ese esquema que más nos enamoró de la serie creada por Jonathan Nolan y Lisa Joy en sus comienzos, sumando un poco más de dinamismo (por así decirlo).
La directora Amanda Marsalis (“Ozark”, “The Umbrella Academy”) y la guionista Denise Thé -habitué de “Person of Interest”- debutan en este universo de supervigilancia e inteligencias artificiales con un episodio que toma su título de “Keeping Things Whole”, poema de Mark Strand que habla, básicamente, de un narrador más que incómodo al inmiscuirse en un espacio natural, desplazando algo por el solo hecho de estar ahí, y que se mantiene en constante movimiento para no perturbar el mundo que lo rodea. Imposible no pensar en el host que ahora se alberga en el cuerpo de Charlotte Hale (Tessa Thompson), irrumpiendo en la vida de la despiadada ejecutiva de Delos, incluyendo el reencuentro con su pequeño hijo Nathan y su ex marido Jake (Michael Ealy), tras los desmadres del parque.
Con este nuevo “despertar” vuelven las preguntas metafísicas. Los realizadores todavía no quieren que sepamos quién se esconce en la consciencia de Hale (¿se escuchan conjeturas?), pero es obvio que no se siente a gusto usurpando ese cuerpo y esa existencia tan compleja. A Dolores le toca hacer el papel de madre (y padre) protectora de su criatura, una que lucha constantemente (y visceralmente) con la esencia depredadora de Charlotte. Nunca habíamos visto a Abernathy en plan maternal (también podría ser romántico), aunque acá también deja bien en claro una cierta relación de pertenencia. La escena en el hotel nos recuerda la interacción de varios anfitriones en el parque, pero también al viejo y querido doctor Ford interactuando con sus creaciones.
Host Hale tiene un papel definido en los planes de Dolores: su tarea es tomar el lugar de la ejecutiva, convirtiéndose en sus ojos y oídos dentro de Delos. Tras los disturbios en el parque, la empresa afronta sus propios retos, más al saber que alguien quiere adquirirla de manera hostil, haciéndose con la mayoría de las acciones. Este personaje que se oculta entre las sombras, aunque deja su marca trillonaria en el camino (un agujero negro), no es otro que Engerraund Serac, quien logró infiltrarse en Westworld para robar varias unidades de control -incluyendo la de Maeve- y conserva a varios “agentes encubiertos” dentro de la compañía, entre ellos la propia Charlotte, por supuesto. Los paralelismos entre ella y Theresa Cullen (Sidse Babett Knudsen) no se pueden pasar por alto, inclusive su destino fatal.
Ahora sabemos que todo lo que llevó a cabo Hale en sus últimas horas dentro del parque lo hizo bajo las órdenes de Serac, pero nunca logró sacar la información personal de los visitantes, cuya clave de encriptación sigue estando en posesión de Dolores. “TheAbsence of Field” termina de definir los jugadores -aunque todavía no sabemos quién más trabaja en el bando de Engerraund- de este intrincado misterio corporativo, pero también los planes de nuestra androide revolucionaria que encuentra en CalebNichols(AaronPaul) al aliado menos pensado.
La última vez que los vimos en “Parce Domine”, la host y el obrero se encontraban de manera fortuita tras el ataque de Martin Connells (Tommy Flanagan). Ahora, la chica es el blanco de la misma clase de criminales con los que suele asociarse Nichols, lo que lo convierte en un daño colateral a la hora de enfrentar a las nuevas amenazas. Todos estos momentos de acción son la excusa perfecta para enterarnos de que Caleb, además, tiene cierta experiencia médica (suponemos, de su paso por el campo de batalla), se mantiene fuera del “sistema” -necesitamos saber un poco más sobre el “goteo” que controla los signos vitales de los humanos en este mundo-, y es susceptible a los encantos de Dolores de la misma manera que ocurrió con William. ¿Terminará desencantado como el Hombre de Negro al saber que la chica no es tan real como cree?
Si quedaba alguna duda de cómo “Westworld” juega con los paralelismos entre sus personajes mecánicos y los de carne y hueso, “The Absence of Field” termina de confirmar cualquier teoría de que los humanos de este mundo real casi perfecto no son tan diferentes a los hosts encerrados en sus loops y sus propias narrativas, acá controlados por el algoritmo predictivo de Rehoboam, la “bola de cristal” de Incite (y Serac) que guarda, registra y traza cada aspecto de sus vidas, al punto de decidir quién será cada uno dentro de este entramado, sin posibilidad alguna de manipular sus destinos.
La misión de Dolores, como un Morpheus con ganas de acabar con la Matrix, es “cortar la señal para ver cómo las personas reaccionan” sin estos condicionamientos. La host revolucionaria no intenta destruir a la humanidad como nos quisieron hacer creer, sino mostrar sus verdaderos colores y el mundo tal cuál es. ¿Querrá poner a todos los humanos más indefensos de su lado? Al menos ya empezó con Caleb, quien demuestra ser un espécimen muy diferente a los que ya conoció, menos predecible y capaz de tomar una decisión fuera del sistema: unirse a ella en una guerra que todavía necesita nivelar el terreno.
Este nuevo/viejo planteo del show, con mucho olorcito marxista, deja entrever todas esas ideas que parecían perdidas o confusas en los primeros episodios. La figura de Dolores, de repente, se nos presenta bajo una nueva luz y con un nuevo interrogante: ¿Es realmente Dolores la que se esconde en ese cuerpo? Al menos no es Wyatt, ni la dulce hija del ranchero. Puede que estemos ante esa host que decidió evolucionar en algo diferente o como Caleb, sigue enjaulada dentro de un sistema todavía más indetectable.
Como siempre, “Westworld” nos deja nuevas preguntas, pero también satisface las dudas necesarias para mantenernos bien enganchados a este universo. “The Absence of Field” es uno de esos grandes episodios que fusionan el espectáculo visual (recargado de detalles y metáforas), la narrativa bien aceitada y las mejores actuaciones, en este caso, Thompson, Wood y Paul, recargando de matices a sus diferentes alter egos.