Cada vez que Emily V. Gordon y Kumail Nanjiani se juntan para encarar un proyecto salen cosas maravillosas y sinceras como “Un Amor Inseparable” (The Big Sick, 2017), dramedia romántica autorreferencial basada en la verdadera relación de estos artistas y esposos de la vida real. Entre enredos amorosos y conflictos familiares, la película de Michael Showalter también se hace eco de las tradiciones pakistaníes del protagonista y el choque constante con su nueva existencia en Norteamérica, una idealización que trascendió el sueño migratorio y se convirtió en uno de los tropos más usados por el cine y la TV hollywoodense.
Estos relatos centrados en el “sueño americano” -historias que hasta llegaron a alcanzar a familias como los Corleone-, hoy adquieren un nuevo significado ante las políticas inmigratorias del gobierno de DonaldTrump (o el Brexit, si queremos mirar al otro lado del charco), medidas que rozan una actitud segregacionista, y retroalimentan los constantes odios raciales de los sectores de la población menos tolerante del país del Norte.
En este clima de muros divisorios y familias disgregadas -temas recurrentes en series como la nueva “Party of Five”, “One Day at a Time” y hasta “The Terror: Infamy”-, Gordon y Nanjiani unen fuerzas con Apple TV+ para desarrollar “Little America”, antología televisiva (o sea, un rejunte de episodios autoconclusivos) que ya se aseguró una segunda temporada de relatos basados en las verdaderas peripecias de estos inmigrantes con ganas de “hacerse la América”.
Bah, en realidad no es tan así, ya que las historias, desarrolladas a partir de la colección de crónicas homónimas publicadas en la revista Epic -y ahora se viene el libro compilatorio-, atraviesan diferentes situaciones, temáticas y hasta géneros. Algunas más dramáticas y otras más anecdóticas, pero todas altamente emocionales cuando se trata de transmitir los anhelos, miedos, frustraciones y sueños de estos personajes no tan diferentes a nosotros. Personajes que partieron de su país de origen en busca de un mejor pasar para ellos y sus familias, escaparon de regímenes totalitarios que atentaban contra su vida o guerras civiles, o simplemente llegaron con ganas de cambiar de aire… y se cruzaron con su futuro.
Legales e ilegales, recientes y no tanto, el abanico de “LittleAmerica” nos lleva de paseo por el tiempo y la historia de un país que, como el nuestro (y tantos otros), se forjaron a base del trabajo, la idiosincrasia y la pluralidad cultural de los inmigrantes. Hoy, lamentablemente y para muchos gobiernos, estas mismas ‘entidades’ son sinónimo (o chivo expiatorio) de un mal sociopolítico y económico que debe ser combatido o, al menos, segregado para dar el ejemplo. La labor de los realizadores -un grupo tan variopinto y diverso como los protagonistas de cada episodio- se concentra en la empatía y el reconocimiento en el otro como sus armas narrativas más potentes a la hora de presentarnos cada uno de estos microuniversos de tradiciones, pesares y, en la mayoría de los casos, pequeños triunfos.
Sí, “LittleAmerica” es un conjunto de historias con ‘final feliz’ muy a su manera y a pesar de, que nunca intenta ser condescendiente ni pintarnos ese panorama del sueño americano romantizado a través de las décadas y las pantallas. Imposible no sentir esa opresión en el pecho o el nudo en la garganta a lo largo de estos ocho episodios (de tan solo 30 minutos), más cuando nos toca conocer las verdaderas caras detrás de cada relato. Kabir (Suraj Sharma), Marisol (Jearnest Corchado), Iwegbuna (Conphidance), Sylviane (Mélanie Laurent), Beatrice (Kemiyondo Coutinho), Ai (Angela Lin), Faraz (Shaun Toub) y Rafiq (Haaz Sleiman) son los protagonistas de esta primera tanda de capítulos, cuyas desventuras van desde la India hasta México, pasando por Irán, Nigeria, Francia, Uganda, Siria y China. Naciones que se reflejan en las costumbres de estos inmigrantes, muchas veces, causando hilarantes choques culturales.
Por supuesto, acá también hay lugar para la comedia, porque la vida es así: un rejunte de situaciones diversas, que le dan el mismo lugar a la risa que al llanto (igual, lo dijo Walt Disney). Laurent, Zachary Quinto y John Ortiz, entre otros, podrán ser los nombres más reconocibles de esta nueva apuesta de la plataforma de streaming, pero tenemos la excusa perfecta para conocer estas nuevas caras y estos nuevos realizadores ligados estrechamente a lo que ocurre delante de la cámara.
Hay historias más personales como “The Grand Prize Expo Winners” de Tze Chun; las que juegan con los recursos narrativos y las herramientas audiovisuales como “The Cowboy” y “The Silence” -donde las palabras casi no tienen lugar-; y las que resuenan directamente con la actualidad americana y la mundial como “The Jaguar” y “The Son”, sobre un joven sirio que debe buscar asilo porque la homosexualidad está penada por la ley en su país. Todas experiencias diferentes (algo que ya se plantea desde los títulos), donde la familia como entidad (apoyo, sustento, obstáculo) suele jugar un papel primordial, ya estén compartiendo continente o a kilómetros de distancia de esta “pequeña América” que todos sueñan con hacer un poquitito suya.