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Cine y series #Brad pitt#ad astra

Análisis | Brad Pitt deslumbra en la ciencia ficción de Ad Astra

Las "aventuras espaciales" siguen copando la pantalla grande durante el mes de septiembre y ahora le toca el turno a este drama familiar que, además, suma algunos misterios.  

Análisis | Brad Pitt deslumbra en la ciencia ficción de Ad Astra

No es justo decir que el “género espacial” toma un nuevo aire cada dos o tres años, ya que desde hace una década, al menos, podemos disfrutar de una aventura intergaláctica anual, de esas más cercanas al hiperrealismo científico que a la fantasía. La inmensidad del cosmos siempre dio pie para contar historias (cinematográficas) más introspectivas, y reflexionar sobre nuestro planeta o el lugar que ocupamos en el vasto universo: desde que el hombre es consciente ha mirado hacia las estrellas con el deseo que conocer (o conquistar) otros mundos o de encontrar esas respuestas que no podía hallar en la Tierra. Hoy, en pleno siglo XXI, los avances tecnológicos lograron acercarnos un poco más a los confines de la galaxia, pero muchos de esos interrogantes aún siguen latentes.

Por ahí viene el gran atractivo de estas películas que, disfrazadas de aventuras repletas de efectos especiales y escenarios increíbles, nos permiten filosofar y especular sobre un montón de cuestiones más profundas. James Gray, responsable de “Z: La Ciudad Perdida” (The Lost City of Z, 2016), quería desarrollar una historia espacial que se sintiera 100% realista y, además, impregnarla de la misma vibra que “El Corazón de las Tinieblas” (Heart of Darkness) de Joseph Conrad, cuyo antecedente fílmico más cercano es, sin dudas, “Apocalipsis Now” (Apocalypse Now, 1979).

Hay mucho del capitán Benjamin L. Willard (Martin Sheen) en el mayor Roy McBride (Brad Pitt), astronauta dedicado y experimentado que dejó todo de lado (incluso a su esposa Eve) para convertirse en el mejor elemento de la agencia espacial. Estamos en un futuro no muy lejano donde los viajes comerciales a la Luna son moneda corriente y la galaxia es un lugar sin fronteras muy parecido al Lejano Oeste. En este contexto, y tras una serie de extrañas descargas eléctricas que amenazan la integridad del planeta Tierra, a Roy se le presenta una misión muy particular: tratar de contactar a su padre, Clifford McBride (Tommy Lee Jones), desaparecido y dado por muerto desde hace más de dos décadas, cuyos experimentos en Neptuno podrían ser la causa de la catástrofe que se vive en la actualidad.

La tarea de McBride es viajar hasta Marte, con escala en el satélite, y enviar un mensaje que permita la localización de su padre, suponiendo que siga con vida. Un choque de realidad demasiado duro para el imperturbable astronauta que, a pesar de su carácter sereno, nunca logró resolver los conflictos y el abandono de su progenitor. Así, “Ad Astra: Hacia las Estrellas” (Ad Astra, 2019) se convierte en el viaje -literal y metafórico- del protagonista para intentar encontrar sus propias respuestas y, de paso, salvar a la Tierra de una destrucción inminente a causa de estas descargas de antimateria.

Gray y el coguionista Ethan Gross (“Fringe”) nos regalan un drama personal disfrazado de aventura interestelar que recae sobre los hombros de Pitt, escena tras escena. A pesar de compartir pantalla con Ruth Negga, Liv Tyler, Donald Sutherland y Natasha Lyonne, entre otros, es su presencia la que nos mantiene conectados a esta historia bastante optimista, y al suspenso y la tensión que va generando por momentos. El recorrido de  McBride es el alma de este relato, pero es su imaginería visual (no tan alejada de una posible realidad) la que termina de completar el conjunto de una gran película que no es perfecta, pero sabe cómo conmover desde lo particular a lo general, ya que cualquiera puede empatizar con esta trunca relación padre-hijo, o con interrogantes más explorados en la ciencia ficción como: ¿estamos solos en el universo?

Brad se va de paseo hasta los confines de la galaxia

Gray suma estas grandes planteos, pero su objetivo es más íntimo, algo que se contradice con la inmensidad de este espacio no del todo explorado. Ahí es cuando entra en juego la magia de la puesta en escena, los efectos especiales prácticos, la fotografía de Hoyte Van Hoytema -el mismo de “Interestelar” (Interstellar, 2014)- y la música de Max Richter (“Vals con Bashir”), entre otros elementos estéticos que se ponen en función de la historia.   

Por lo demás, “Ad Astra” -que significa ‘hacía las estrellas’, es más, la frase completa es ‘Per aspera ad astra’, o sea, ‘A través de las dificultades hacia las estrellas’- se suma a una larguísima lista de films con contexto espacial y, aunque a veces se bifurca distraídamente de su trama principal para perderse en cierta espectacularidad, logra cada uno de sus objetivos. No estamos ante una película independiente ni de bajo presupuesto, Gray también explota el estatus de estrella de Pitt, pero entre la majestuosidad que siempre nos regala el cosmos y su infinito (ya sea ficticio o de verdad), consigue conmover con temas tan humanos como universales.

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