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La marihuana, vista desde la ciencia

En este 20 de abril (4-20), Día Internacional de la Marihuana, ponemos el foco en varios argumentos científicos para tratar un tema del que todos hablan y debaten. 

 

La marihuana, vista desde la ciencia
Un aporte desde la ciencia en el Día Internacional de la Marihuana

Desde que el hombre se avivó de la existencia de evidencias experimentales, una parte importante de la verdad se dirime en el cuadrilátero científico. Es allí donde el conocimiento llega desde la más utópica objetividad y se enfrenta cara a cara con los hechos. Allí es donde, apoyada en hipótesis y procesos lógicos, la ciencia nos permite alejarnos de la eterna discusión pasional, tan desfasada del conocimiento racional del mundo, y por ende, de la verdad.

A la cultura la podemos definir como el conjunto de conocimientos que nos permite desarrollar el juicio crítico. Nada muy sorprendente. Saber te permite opinar con fundamentos y quizás, decidir mejor. Sí, ni más ni menos que ser más libre. Sin eso, el destino de tu vida está gobernado por un mero oyente pasivo que repite lo que escuchó en algún medio sin ningún otro proceso cognitivo que aquel que perpetúa el ciclo comunicativo de la ignorancia.

Cuando las drogas se colocan momentáneamente en el foco de atención de la sociedad, comenzamos a escuchar diálogos, bajadas de línea, opiniones y hasta peleas que en la mayoría de los casos no contemplan en sus argumentos ningún tipo de conocimientos científicos actuales. Si bien existen planteos políticos, médicos, psicológicos, sociales, policiales (y unos cuantos etcétera más), siempre se evita poner en juego a la ciencia. En esta nota, les propongo una pequeña revolución: hablemos sobre la marihuana, pero con argumentos científicos.

La historia de la marihuana

Antes de herir algún tipo de susceptibilidad, debemos partir de una base: el consumo de cualquier tipo de droga siempre conlleva un riesgo o un daño. Pero también sabemos que muchas cosas nos hacen mal en nuestro día a día . Sin ir más lejos, el chorizo colorado nos hace mal, jugar al futbol a los 60 hace mal, manejar sin casco o cinturón de seguridad hace mal, stalkear a tu ex hace mal... y lo seguimos haciendo.

El tema no pasa por la legalidad de las cosas sino por los criterios adoptados para tomar cualquier tipo de decisiones. Las decisiones deberían tomarse a partir de lo que sabemos que es verdadero, no de las prohibiciones que se establecen hipócritamente y sin ningún criterio científico. Más todavía si tenemos en cuenta que la ola de la prohibición se choca con las costas desérticas de las múltiples investigaciones sobre sus usos medicinales.   

El uso de la marihuana con fines medicinales no es una idea ni genial ni contemporánea a la neurociencia, sino que se remonta a la Antigüedad, en oriente y en occidente. Ya en el año 2700 a.C, el emperador Chino Shennong parecía detectar en ella algún tipo de propiedades curativas. Evidencias similares se observaron en papiros egipcios miles de años más tarde, donde se utilizaba como antiinflamatorio. Y en la India, se empleaba como anestésico. Ya en la era post-Cristo, se pueden encontrar en la bibliografía médica como parte oficial de medicamentos en los Estados Unidos. Hasta finales del 1800 desaparece del área médica y posteriormente, en el siglo pasado, es condenada por considerársela una mala influencia para la sociedad.

Lejos de esas épocas donde los criterios experimentales y las técnicas de laboratorio brillaban por su ausencia, hoy día el cannabis va ganando adeptos no solamente para su libre consumo sino también para su libre investigación. Las estadísticas actuales indican que casi la mitad de los Estados Unidos puede investigar con marihuana. Es esperable que muchos países sigan el ejemplo, afortunadamente.

El uso médico del cannabis

En muchos países, entre los cuales se cuenta el Reino Unido, está disponible bajo receta médica un pulverizado de cannabis llamado Sativex, que se utiliza para el dolor neuropático o crónico, para mejorar el sueño y para  disminuir la espasticidad que conlleva la esclerosis múltiple.

Para disminuir las náuseas y vómitos que causan el HIV, el cáncer y los tratamientos farmacéuticos contra esas enfermedades se puede conseguir en muchos países un encapsulado sintético cannabinoide relacionado con el THC llamado Nabilona. En muchas ocasiones, es recetado para aumentar el apetito. Otra droga utilizada para el tratamiento de náuseas y vómitos por la quimioterapia contra el cáncer, la  pérdida de peso y la falta de apetito en pacientes con HIV es el dronabinol (comercialmente llamado Marinol). Ésta cápsula contiene THC y se encuentra aprobada por la Food and Drug Administration de los Estados Unidos, popularmente conocida como FDA. En estudios de pacientes con cáncer, sin embargo, no era mejor que el placebo u otro fármaco.

Crece el uso de la marihuana medicinal

En este sentido, recientemente la Sociedad Americana del Cáncer lanzó un comunicado apoyando la necesidad de más investigación científica sobre los cannabinoides para pacientes con cáncer. Allí, reconoce la necesidad de mejores y más eficientes terapias que puedan superar los efectos secundarios a menudo debilitantes del cáncer y su tratamiento.

Paralelamente, se encuentran bajo investigación los posibles efectos de los cannabinoides sobre trastornos psiquiátricos, como por ejemplo el uso de CBD como posible droga para disminuir los síntomas de la esquizofrenia. En la actualidad, se cree que el THC o el cannabis parece tener un efecto contrario, o sea, que exacerba los síntomas de la patología.

El ranking del daño de las drogas

Si bien el uso recreativo se ha legalizado en varios países con muy buenos resultados, existen limitaciones que se basan principalmente en que la marihuana se encuentra clasificada como sustancia controlada dentro de la lista “Drug Enforcement Administration” de Estados Unidos. Esta condición impone numerosos controles a los investigadores, lo cual desalienta el estudio científico de los cannabinoides. Las condiciones no son exclusivas de los Estados Unidos sino que existen en varias sociedades también primermundistas.

Si hablamos del vínculo entre la marihuana y la investigación, tenemos que si o si hablar de David Nutt. Es casi seguro que su nombre no les dirá nada, pero este señor acarrea un historial científico impresionante, con más de 625 trabajos publicados en sus años de investigación y más de 15 mil citas.

Los resultados de sus trabajos son muy importantes. Para estudiar de manera completa el problema de las drogas, consideró el daño que estas pueden generar en dos situaciones muy distintas pero relacionadas: el primer aspecto es cuánto afecta al consumidor y, el segundo, cuánto afecta al resto, que también sufre consecuencias. En este original enfoque el Dr. Nutt dividió el daño propio en tres categorías: (a) físicas (que incluyen daños y mortalidad en relación al uso droga); (b) psicológicas, (donde se detalla el grado de dependencia, el deterioro en el funcionamiento mental que producen las drogas) y (c) sociales, como por ejemplo la pérdida de relaciones.

Teniendo en cuenta estos parámetros, los resultados fueron tristemente asombrosos. Al tope de los daños (propios y ajenos) está la droga más aceptada legal y culturalmente: el alcohol, con un 72% de daño al usuario y un 47% (aproximadamente) hacia el resto. No es de extrañar esta posición si consideramos entre otras cosas la cantidad de accidentes de autos provocados por personas alcoholizadas o los hechos de violencia familiar. Luego del alcohol, tenemos a tres de las llamadas drogas duras: la heroína, el crack y la cocaína, con valores muy por debajo del alcohol. Atrás de la cocaína, ¿adivine quién está? Sí querido lector, el tabaco, con un 26% de daño al consumidor y un 10% al resto. Luego vienen las anfetaminas y recién en el octavo puesto aparece la marihuana, con valores del 20% (propio) y 9% (ajeno).

Para sumar un poco de polémica pero también de verdad, hay que decir que estos resultados provocaron el despido del Dr. Nutt del consejo asesor sobre el abuso de drogas (donde había sido presidente por siete años), probablemente porque sus investigaciones posicionan a la marihuana como una droga mucho más blanda que el alcohol y el tabaco. Luego del revuelo generado por sus investigaciones, se conformó el Comité Científico Independiente sobre Drogas, que en el 2013 condecoró a Nutt con el premio John Maddox a la promoción del rigor científico y la evidencia sobre asuntos de interés público.

¿Hasta qué punto la verdad es la verdad que nos hacen creer? La respuesta, esta vez, se las dejo a ustedes.

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