Con el 76,6% fue reelecto en marzo último y esta mañana juró "defender la soberanía y la independencia, la seguridad y la integridad territorial del Estado" ruso
Tras una histórica reelección realizada en marzo pasado, donde el presidente que más tiempo ha permanecido en su cargo desde la caída de la URSS, Vladimir Putin, obtuvo el 76,6% de los votos, asumió en la mañana del 7 de mayo su cuarto mandato consecutivo.
En la ceremonia que se llevó a cabo en el Gran Palacio del Kremlin en Moscú, el jefe de Estado ruso fue investido por cuarta vez y juró "defender la soberanía y la independencia, la seguridad y la integridad territorial del Estado, y servir al pueblo con lealtad".
A bordo de una lujosa limusina de fabricación rusa, Putin arribó a la residencia presidencial en donde aguardaban más de 6.000 invitados.
Ministros del gobierno saliente, diputados y senadores, miembros del cuerpo diplomático, autoridades civiles, eclesiásticas, militares y otras personalidades relevantes presenciaron en vivo y en directo este evento que se transmitió a toda la población rusa por televisión.
Allí, frente a una nación expectante y con su mano derecha posada sobre la Carta Magna, juró también "respetar y defender los derechos y las libertades de las personas y los ciudadanos; cumplir y defender la Constitución".
"Considero mi deber y el sentido de mi vida hacer todo por Rusia, por su presente y futuro, de paz y progreso; por cuidar de nuestro gran pueblo y de su desarrollo, por el bienestar en cada familia rusa", añadió el líder nacional ruso.
Luego de varios períodos que gozaron de gran apoyo popular, Putin agradeció a la ciudadanía rusa su unidad y confianza en que "mucho puede cambiarse para mejor".
"Y quiero otra vez decir gracias. Gracias por el nivel de apoyo sincero que ustedes, ciudadanos de Rusia, me brindaron en las elecciones presidenciales", expresó desde el púlpito.
Repaso histórico
Durante su mandato anterior (2012-2018) tuvo lugar la intervención militar de Rusia en Ucrania y la anexión de la península de Crimea, dos hechos que marcaron un línea divisoria en la evolución postsoviética rusa y en su rol y posición en el sistema de relaciones internacionales.
A partir de 2014, la tensión entre buena parte de las potencias occidentales y Rusia fue la marca distintiva de la geopolítica internacional, y se inauguró un período caracterizado por una escalada de sanciones y contrasanciones, además de la ruptura de varios lazos institucionales (las dos cumbres anuales entre la Unión Europea y Rusia, por ejemplo), la desconfianza mutua y el distanciamiento.
Putin busca que Rusia vuelva a ser protagonista de las grandes decisiones del mundo. Tras ser expulsado del G-8, el jefe del Estado respondió afirmándose en otros espacios y con otros socios, como los países integrantes del BRICS, China, en sus fronteras Orientales, y Turquía e Irán en el Sur, naciones con las que coordina su presencia en Siria.
Además de su intervención en Ucrania y la anexión de Crimea, el apoyo ruso al presidente sirio Bashar al Assad generó permanentes cortocircuitos con las potencias occidentales. Sin embargo, el líder ruso no duda en la continuidad de las directrices globales de sus mandatos.
"Hemos aprendido a defender nuestros intereses, hemos recuperado el orgullo por la patria, por nuestros valores tradicionales", consideró, y prometió garantizar "la seguridad y la capacidad defensiva del país".
"Estamos abiertos al diálogo. Nos pronunciamos por la cooperación igualitaria con todos los Estados, en aras de la paz y la estabilidad en todo el planeta", concluyó.