La renuncia de Feletti, Guzmán empoderado y ¿suba de retenciones?
El mundo advierte por una catástrofe alimentaria por la falta de materias primas que Argentina produce. Mientras el oficialismo discute a cielo abierto una suba de retenciones, la posición del FMI puede ser determinante.
Pese al rechazo previo del ministro de Economía, Martín Guzmán, y la desmentida posterior del titular de Agricultura, Julián Domínguez,el viernes pasado Alberto Fernández volvió a poner en agenda la posibilidad de un aumento en los derechos de exportación.
“Yo creo que queremos desacoplar los precios internos de los externos y para eso las retenciones son un instrumento idóneo” enfatizó el presidente este lunes, horas antes de que el mayor impulsor de la medida dentro del gabinete económico, el exsecretario de Comercio Interior, Roberto Feletti,presentara su renuncia.
La catástrofe alimentaria que se avecina
Sin embargo, la valorización del tema dentro de la agenda pública excede a las comunicaciones cruzadas del oficialismo. La disrupción provocada por la guerra en Ucrania deja innumerables consecuencias para la economía internacional. El prestigioso semanario británico, The Economist, lo reflejó en su última edición, cuya portada reza “La catástrofe alimentaria que se avecina”.
Entre Rusia y Ucrania proveen un 15% del maíz que se consume a nivel global, un 29% de la cebada, un 28% del trigo y entre un 75 y un 80% del aceite de girasol. "Juntos, los dos países suministran el 12% de las calorías comercializadas" a nivel internacional, indica The Economist.
"Las exportaciones de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania se han detenido en su mayoría y las de Rusia están amenazadas", explica la editorial del semanario, y recuerda que el valor del trigo subió un 53% en lo que va del año, junto a otro 6% tan solo el 16 de mayo, el día que India anunció que "suspendería las exportaciones debido a una alarmante ola de calor".
“El alto costo de los alimentos de primera necesidad ya ha hecho que se dispare de 440 millones a 1600 millones el número de personas que no tienen garantizada su alimentación básica. De ellos, casi 250 millones están al borde de la hambruna”, dice The Economist.
El plan de Guzmán
En este contexto, Roberto Feletti renuncia a la secretaría de Comercio Interno advirtiendo que las medidas tomadas “se tornaron insuficientes a partir del inicio del conflicto bélico en Ucrania y el consecuente impacto en el precio internacional de los alimentos”. El paso al costado del exfuncionario identificado con el sector del oficialismo que responde a la vicepresidenta es leído políticamente como un empoderamiento de la figura de Martín Guzmán.
El ministro de Economía avanza en la implementación del programa económico elaborado bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional. Este plan se centra en un ordenamiento de variables macroeconómicas bajo el cumplimiento de metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas, que deberían dar las señales correctas para una reducción en los niveles inflacionarios.
He presentado mi renuncia al cargo de Secretario de Comercio Interior. Agradezco al Presidente @alferdez por la confianza, y a los ministros Matías Kulfas y Martín Guzmán por su trato siempre profesional y respetuoso.
Sin embargo, hoy los máximos defensores (y ejecutores) de los programas monetaristas como el impulsado por el ministro argentino dudan públicamente de su efectividad para contrarrestar el escenario trazado por The Economist. Por caso, la semana pasada el gobernador del Banco de Inglaterra (su banco central) reconoció que está “indefenso” ante el aumento de la inflación provocado por el impacto económico de la guerra.
La pregunta que se desprende es por qué el gobierno argentino parece ser un mero observador (y comentarista) frente al impacto de este escenario en los precios internos. Según el Indec, durante el mes de abril la harina de trigo trepó 16,1% en solo un mes, el pan francés 11,1%, el pollo entero lo hizo un 12,1% y el aceite de girasol un 13,5%. Todos productos derivados del shock de precios internacionales, pero que se producen en el país y que se verían afectados por un incremento en los derechos de exportación.
El rol del FMI
Más allá de la posición de cada ministro, tal vez la respuesta resida en el nuevo integrante de la mesa de decisiones del oficialismo. El Fondo Monetario Internacional no suele oponerse a medidas que incrementen la recaudación, como las retenciones, ya que ayudan al cumplimiento de los ajustes fiscales que impone a las economías donde interviene. Incluso, favoreció la reimposición de los derechos de exportación en nuestro país en 2018, en el marco del programa firmado por Mauricio Macri. Sin emabrgo, esta vez podría ser diferente.
El Fondo se sumó a la ola de advertencias sobre la crisis alimentaria global a través de un documento enviado al Foro de Davos, donde señala que “la economía mundial quizás esté confrontando el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial”. En respuesta, el texto firmado por Kristalina Georgieva impulsa como prioridad “reforzar el comercio para incrementar la resiliencia. Se puede empezar reduciendo las barreras comerciales para aliviar la escasez de productos y lograr rebajar el precio de los alimentos”.
Lógicamente, avanzar sobre retenciones, cupos o algún tipo de control del comercio externo en un país exportador de granos va en contra de la recomendación. Pero conocer la posición del Fondo para el caso argentino es imposible. Desde el inicio de las negociaciones para firmar un nuevo programa, el equipo encabezado por Martín Guzmán se encargó de mantener sus conversaciones con el staff del organismo en secreto.
El fin de la globalización
“Desde el inicio de la guerra en Ucrania, nuestras observaciones indican que alrededor de 30 países han impuesto restricciones al comercio de alimentos, energía y otras materias primas de importancia”, señala el texto del FMI citado anteriormente.
Frente a la amenaza de hambrunas, los países productores de alimentos toman medidas para intentar asegurar la alimentación de su propia población por sobre el comercio internacional. Pero esta tendencia al proteccionismo no es exclusiva de los países periféricos o en vías de desarrollo como la India.
El mundo pierde al “granero de Europa” por el conflicto bélico que saca a Ucrania del mercado, pero “occidente” también excluye a Rusia del mapa a través de bloqueos comerciales. El desacople europeo de la energía rusa modifica el tablero del intercambio internacional. Al mismo tiempo, el gobierno de Biden mantiene las sanciones económicas sobre China impuestas por Trump, mientras advierte que podría intervenir militarmente si el gigante oriental intenta “tomar a Taiwán por la fuerza”.
Se trata de algunos procesos en pleno desarrollo que reflejan cómo el mundo globalizado, al que el Fondo (y sus defensores locales independientes) intenta aferrarse con nostalgia, está dejando de existir.
Si nuestro país continúa atado a guiones escritos por quienes no los cumplen corre el riesgo de profundizar aún más sus niveles de pobreza y desigualdad. En este dramático contexto, que los argentinos no pasen hambre depende de que el Estado pueda tomar medidas soberanas en términos de comercio exterior, hoy bajo control de un oligopolio compuesto por menos de 10 empresas.