Estados Unidos y China se tantean. La estrategia de “América primero” promovida por Donald Trump parece encontrar en el “Sueño chino” de Xi Jinping un obstáculo cuyas consecuencias pueden repercutir a lo largo y ancho del globo. No en vano ambos países concentran algo así como el 40% del PBI mundial.
Si bien los responsables de comercio de ambas partes mantendrán entre miércoles y jueves de esta semana reuniones entre sus viceministros, la expectativa en encontrar un camino viable sobre los conflictos en cuestión difícilmente sea logrado.
Pero, ¿qué es una guerra comercial? El conflicto tiene lugar cuando entre países ocasionalmente de peso, se da inicio a un ping pong de medidas comerciales negativas promovidas, por lo general, bajo la suba de aranceles sobre productos comerciados.
¿Cuáles son los hechos?
Con el objeto de impulsar la industria, fortalecer el empleo y reducir el déficit comercial con China, los Estados Unidos impondrán desde hoy aranceles del 10% a productos chinos.
Las medidas suponen un incremento hacia el 25% para el año próximo, y en caso de no alcanzar un nuevo acuerdo, se prevé arancelar la totalidad de las importaciones chinas.
La respuesta no tardó en llegar. Inmediatamente después a lo dispuesto desde Washington, las autoridades chinas anunciaron cargas a bienes estadounidenses por 60.000 millones de dólares.
Estas medidas también entran en vigencia desde el 24 de septiembre, significando esto que las dos potencias económicas pronto habrán impuesto aranceles a más de 360.000 millones de dólares en bienes.
¿Cuáles son las consecuencias en el sistema internacional?
El efecto derrame de un enfrentamiento comercial de tal magnitud es considerable.
En primer término, parece confirmar la premisa de que la nueva fractura que define al escenario social y político ya no responde a izquierda – derecha, sino al eje nacionalismo – cosmopolitismo, es decir, potencias que tienen en la apertura o el cierre al comercio internacional su principal bandera.
De igual manera, los contrapuntos de este enfrentamiento ya fueron advertidos por agencias de calificación crediticia que han rebajado sus previsiones de crecimiento mundial para 2019 a raíz de este conflicto.
¿Y entonces Argentina?
Nadie tiene la bola de cristal. Lo cierto es que, para los países emergentes en general y la Argentina en particular, los acontecimientos aquí descriptos pueden comprenderse en dos palabras: Dificultad y oportunidad.
Dificultad
Desde la mirada argentina, este litigio no podría ser más inoportuno. En un contexto donde el país necesita de una vez por todas acceder a los mercados de capitales, este escenario hace suponer una situación financiera mundial más frágil y por tanto adversa.
Esto se entiende además negativo para Cambiemos como proyecto político, un modelo que se concibió basado en la inversión privada y el aperturismo al comercio internacional, pero que se sostiene hasta hoy en base al endeudamiento y la inversión pública.
Oportunidad
Las oportunidades pueden verse desde dos enfoques parcialmente complementarios, uno directo y otro indirecto.
Directamente
Desagregando los aranceles chinos sobre los productos norteamericanos se observa a la soja como uno de los productos más afectados. Seguido por Brasil y la Argentina, Estados Unidos es tanto el principal productor de soja a nivel mundial, como el máximo proveedor de porotos de soja hacia China.
¿Qué significa esto? Que la Argentina podría cubrir una mayor proporción de la demanda china de la que desarrolla hasta ahora.
Esto posibilitaría una eventual reducción del fuerte déficit comercial mantenido con el gigante asiático, así como la oportunidad de incrementar la venta de otros productos clave.
Indirectamente
Si la demanda de soja fuera mayormente capitalizada por Brasil, el escenario para la Argentina también representaría una buena noticia. ¿Por qué? Los cariocas son nuestro principal socio comercial, algo que tendría una repercusión positiva en nuestro vínculo comercial.
Así como la ex canciller Susana Malcorra sostuvo que “si Brasil estornuda, Argentina tiene neumonía”, las implicancias de un nuevo mercado como el chino puede suponer un efecto positivo en nuestro país.