El Museo Nacional de Río de Janeiro fue destruido por un incendio el domingo. La vicedirectora del Museo Nacional de Río de Janeiro, Cristiane Serejo, admitió la falta de un seguro y de una brigada de bomberos para combatir cualquier foco de fuego.
El museo fue construido por orden del rey Juan VI de Portugal e inaugurado el 6 de junio de 1818, hace 200 años. Inicialmente era usado como palacio imperial de Brasil.
La falta de un seguro y de una brigada de incendios fue admitida por la subdirectora del museo. Esto y el recorte de fondos públicos para mantener el emblemático edificio, provocó indignación entre los brasileros.
Serejo aseguró que la contratación de un seguro y la creación de un grupo para combatir incendios habían sido descartadas por la institución, por tratarse de costos adicionales que no podrían ser cubiertos.
Según los balances preliminares, el incendio del domingo destruyó en pocas horas cerca del 90 % de unas 20 millones de piezas y documentos, que hacían del Museo Nacional el mayor de su tipo en América Latina.
A pesar de haber reducido los recursos destinados al Museo, el gobierno anunció la liberación de fondos de emergencia para comenzar la reconstrucción y adquisición de nuevas obras.
La edificación principal fue intervenida por Defensa Civil ante el riesgo de derrumbe. Sin embargo, los empleados de la institución consiguieron rescatar algunas piezas y objetos en medio de las cenizas que dejó la tragedia.
Entre los objetos rescatados hay piezas de cerámica, la colección de meteoritos, un retrato del Mariscal Cándido Rondon, un cráneo humano, que se espera que sea el de Luzia, uno de los tesoros del Museo y que era considerado como los
restos humanos más antiguos de Sudamérica por tener cerca de 12.000 años.
Si bien la fachada de la histórica edificación y las paredes externas permanecieron intactas, entre las mayores pérdidas se destaca un conjunto de momias egipcias comprado por el emperador Pedro I, una de las mayores colección de fósiles de dinosaurios de América Latina y una colección de arte grecorromana traída a Brasil por la emperatriz Teresa Cristina.