Alberto Aranda y Mara, una pareja de Nicanor Otamendi fue al cementerio local para dejarle flores a su bebé Ciro de 1 año y 2 meses, que había muerto hace dos semanas por una neumonía y descubrieron por accidente que el cajón estaba vacío.
El ataúd permanecía en un depósito del cementerio mientras la pareja esperaba a que en febrero construyeran nuevos nichos con un lugar garantizado para el cuerpo del niño.
El domingo a la tarde los Aranda decidieron llevarle flores a Ciro y Mara, sin quererlo, deslizó la tapa del féretro. Fue así que descubrieron que el cuerpo de su bebé no estaba y que el cajón había sido forzado.
Este lunes familiares y allegados realizaron una marcha pacífica pidiendo justicia y el esclarecimiento del hecho.
"Nadie sabe nada, nadie nos puede decir nada, estamos desesperados", aseguró Alberto Aranda mientras las autoridades realizaron las tareas de investigación pertinentes.
No es la primera vez que el cadáver de un niño es robado en el cementerio de Otamendi. En las últimas Pascuas, el cadáver de Matías Valentino Fernández, de apenas dos años, hijo de una familia de quinteros bolivianos de la zona, fue encontrado a la vera del arroyo La Totora en la Ruta 11 cuando había sido enterrado en Otamendi poco antes. En ese caso el cajón no estaba en depósito sino que fue desenterrado y ultrajado previamente.