A contrarreloj y en lo que es de momento el mayor logro político de Joe Biden, el Congreso de los Estados Unidos adoptó una extensión del presupuesto que evita la parálisis de los servicios públicos federales.
Por 254 votos a 175, la Cámara de Representantes aprobó una ley enviada por el Senado que extiende el presupuesto hasta el 3 de diciembre, trascendiendo un cierre del Gobierno en plena pandemia y ante una nueva ola de contagios.
El texto establece una prórroga del presupuesto, que vencía en la medianoche, hasta el 3 de diciembre próximo, en tanto obtuvo respaldo de varios legisladores de la oposición republicana, además de los demócratas oficialistas.
La norma fue aprobada primero por el Senado, con 65 votos a favor y 35 en contra a pesar de que los republicanos tienen exactamente la mitad de las bancas.
“Este es un buen resultado, del cual estoy feliz”, había expresado al respecto el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer.
Al margen de la extensión del presupuesto, al partido demócrata le queda por delante conseguir la aprobación de sus grandes proyectos de gastos sociales e infraestructura y el inminente incumplimiento del techo de la deuda.
Hay tanto en juego, que el propio Biden prefirió anular un viaje a Chicago y encabezar las negociaciones con los legisladores.
Entre otras prioridades, el Congreso deberá aprobar antes del 18 de octubre el aumento de la capacidad de endeudamiento del país si quiere evitar el primer default en la historia estadounidense.
Los republicanos rechazan suspender el límite de emisión de deuda, ya que consideran que sería un cheque en blanco para el gobierno de Biden.
Los presupuestos del presidente incluyen un amplio abanico de reformas que van desde subsidios a la educación preescolar y al cuidado de los niños para las familias con hijos pequeños, hasta cuidados dentales y audífonos para los ancianos a través de un sistema sanitario más fuerte.
Esto supone un incremento en cuatro billones de dólares, algo que el presidente de Estados Unidos entiende no representa un gasto real si se tiene en cuenta la variable de los ingresos y el aumento de los impuestos federales del 21% al 26,5% a las empresas que facturen más de cinco millones de dólares al año.