4chan: la comunidad que formó al asesino de Nueva Zelanda
El tirador era un usuario frecuente del reducto favorito de trolls y neonazis, donde publicó su manifiesto y que lo alentó antes, durante y después de la masacre
En Estados Unidos y el resto del mundo la cantidad de grupos de supremacistas blancos ha crecido en los últimos años, en especial a través de Internet, gracias a comunidades que fomentan la discusión de teorías de conspiración antisemitas e islamofóbicas, y el intercambio de información que incentiva la acción directa como vimos en Christchurch.
Algunas de estas comunidades, como Stormfront (donde tenía una cuenta el asesino de Charleston, Dylann Roof) tienen la forma de un foro clásico similar a los grupos de Facebook, que guardan nombres de usuario y direcciones de Internet que los vuelven vulnerables a investigaciones federales.
Por eso estos nuevos movimientos prefieren las imageboards - 4chan, 8chan, voxed - en las que todos los usuarios son anónimos. Una estructura sin líderes donde el odio puede crecer de forma ilimitada.
Es en las imageboards como 4chan donde se coordinan acciones masivas de boicot o presión a través de redes sociales. Uno de los usuarios postea un objetivo (una cuenta de Twitter, un grupo de facebook, un canal de YouTube, un sitio de noticias), invitando a los demás a que se sumen al “trolling”, comentando de forma frecuente, constante y agresiva sobre un tema o directamente inundando el sitio o cuenta de memes y comentarios sin sentido (“shitposting”).
Al ser anónima, 4chan se vuelve un lugar perfecto donde discutir temas que le ganarían al usuario un bloqueo casi inmediato de Twitter o Facebook. Las discusiones se borran periódicamente y no hay forma de identificar quién inicia la conversación. Además, el tono que manejan los usuarios de estas comunidades es de una ironía y sarcasmo constantes, como escudándose en que sus propias creencias neonazis pueden ser leídas como una broma o reales. Jugando hasta qué punto se puede llegar. Son comunidades construidas alrededor de la idea de la inimputabilidad.
Por eso no es casualidad que el youtuber Pewdiepie, el más popular del mundo, sea uno de los íconos (quizás irónicos) de estos grupos supremacistas, al punto en que su foto estuvo durante meses en la portada de Stormfront. Sus guiños a la extrema derecha y el antisemitismo están disfrazados de humor negro, en el que siempre se puede escudar cuando es acusado.
El tirador de Christchurch dedicó la masacre a Pewdiepie, casi como un ejemplo de “shitposting” de la vida real. Imposible saber si la dedicatoria era sincera o (como las menciones a Fortnite de su manifiesto) un saludo irónico a los miembros de las comunidades que frecuentaba.
Pero hasta 4chan tiene sus límites. Una de estas campañas de odio llamada Gamergate, dirigida hacia mujeres que trabajan en la industria de videojuegos, expuso al sitio y a sus usuarios a demasiada atención mediática, al punto que las discusiones empezaron a ser moderadas y varios de los usuarios abandonaron 4chan para crear otra imageboard llamada 8chan.
8chan es la frontera de Internet. Una comunidad tan tóxica que ni siquiera está indexada por Google, y que tiene foros dedicados a la supremacía blanca, las acciones conjuntas de acoso, y la pedofilia.
Antes de salir, el tirador de Christchurch posteó justamente en 8chan sus planes y su manifiesto como un archivo descargable, además de links al stream en Facebook que en ese momento empezaba.
En los archivos de la discusión posterior se puede ver cómo primero lo acusan de estar mintiendo y luego, mientras ven el stream, la mayoría continúan con sus chistes de humor negro. Pero al seguir leyendo la discusión en 8chan, no todos se distancian. Están los que justifican y aplauden las acciones del tirador usando el mismo lenguaje de la islamofobia de esos grupos de odio que no paran de crecer.
¿O están haciendo una broma? ¿parodiando a un neonazi para después reírse cuando se escriba una nota como esta? Imposible saberlo. Por ahora, lo único que sabemos es que al menos uno de sus usuarios llevó el shitposting a la acción.