La editorial Sudamericana lanzó una edición especial por el 50° aniversario de Cien años de soledad.

Cuando estaba escribiendo la historia de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez consumía unos 60 cigarrillos al día, como confesó en una entrevista a Vanity Fair.

Márquez contó en una entrevista con la revista colombiana Cambio en 2002 que esta obra se presentó en su mente con una frase, cuando viajaba por las carreteras de México para pasar un fin de semana en Acapulco.

“No tuve un minuto de sosiego en la playa. El martes, cuando regresamos a México, me senté en la máquina para escribir una frase inicial que no podía soportar dentro de mí”, argumentó el escritor en ese momento.

La famosa oración, con la que arranca la obra, era la siguiente:

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. 

Como si se tratara de una saga, el manuscrito de Cien años de soledad fue enviado en dos partes a través del correo. Pero por error, ¡llegó primero el final!

¿Cómo? Sí, así es. Cuando Gabo terminó de escribir su novela, luego de pasar mucho tiempo sobreviviendo económicamente con toda su familia, llegó a la oficina de correos para enviarla a la Editorial Sudamericana de Buenos Aires, con la esperanza de que la publicaran. Pero para su sorpresa, el costo del envío de las 590 hojas era de 82 pesos, un precio muy elevado en ese momento.

“Mi mujer contó los billetes y las monedas sueltas que le quedaban en la cartera y se enfrentó con la realidad: sólo tenemos 53. Así que abrimos el paquete, lo dividimos en dos partes iguales y mandamos una a Buenos Aires. Después caímos en la cuenta de que no habíamos enviado la primera sino la última parte”, contó García Márquez años después.

La buena noticia es que la editorial, al recibir el escrito, no dudó en enviar dinero al escritor para que pudiera mandar la primera parte.

¡Menos mal que lo hicieron! En caso contrario, tal vez no hubiéramos podido disfrutar de esta obra.

Así le dijeron al entonces periodista García Márquez cuando quiso publicar su primera novela, "La hojarasca". Pero él no desistió, porque, según comentó luego a los medios de comunicación, "desde mis 17 años no hice otra cosa que sentarme frente a la máquina de escribir, y llenar una hoja en blanco con una historia".

Cien años de soledad narra la historia de un pueblo al que Gabriel García Márquez denomina Macondo. Una aldea de "veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos", que tiene un triste final.

En el 2006, Pedro Sánchez, alcalde de Aracataca (el pueblo original de Gabo) propuso cambiar ese nombre por Macondo en homenaje a la obra del escritor.

Pero los habitantes no cooperaron: necesitaba 7.500 votos a favor, y apenas se presentaron 396 electores.