El pasado martes fue un día agitado para la economía argentina. A eso de las siete de la tarde, el presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Ángel Pesce, anunciaba un paquete de medidas restrictivas sobre el dólar. Pero unos minutos antes, el ministro de Economía, Martín Guzmán, enviaba su proyecto de Presupuesto 2021 al Congreso. Lógicamente, además de mostrar serios problemas de comunicación, un anuncio eclipsó al otro. Sin embargo, de este último podemos empezar a descifrar el esperado plan económico del Gobierno.
Esto es en sí mismo un hecho económico para un Ejecutivo que transitó su primer año de gestión sin una “ley de leyes” propia. Durante todo este período, se trabajó sobre la reasignación de partidas del Presupuesto 2019, elaborado por el equipo de Mauricio Macri.
¿Qué funciones tiene? Establece los gastos e ingresos de la administración nacional. Determina una hoja de ruta. Anticipa proyecciones macroeconómicas. Básicamente, los encargados de la política económica expresan en números dónde estamos parados y hacia dónde vamos. Todo esto no quiere decir que los números tengan un correlato con la realidad. Esto nunca ocurre, pero nos puede servir para analizar la orientación general del Gobierno.
Pese a que la presentación formal del proyecto la realizará el ministro el próximo martes, la cartera de Economía dio a conocer un adelanto. El documento habla de dos principios fundamentales: la estabilización macroeconómica y la sostenibilidad fiscal. Dentro del primero, se plantea como objetivo “impulsar la recuperación económica con un esquema de política fiscal expansiva y un Estado que cumple un rol fundamental para proteger a los sectores más vulnerables…”. ¿Es posible garantizar la “sostenibilidad fiscal” y “un esquema de política fiscal expansiva” en simultáneo? ¿Se puede avanzar hacia un ajuste del gasto y "proteger a los sectores más vulnerables" al mismo tiempo? Veamos los números del Presupuesto.
¿Crecimiento? del PBI
Las proyecciones del Gobierno confirman los pronósticos más sombríos: este año, la economía caerá un 12,1%. Claro que números similares se podrán encontrar en todo el mundo, ya que la crisis del coronavirus y las medidas de confinamiento que limitan la actividad económica impactan en todo el globo. Pero Argentina tiene sus particularidades. Es frecuente escuchar a economistas advertir que nuestro país hace 10 años que no crece. Además, venimos de una crisis económica iniciada en 2018.
De esta forma, si la mayoría de las economías del mundo se encontraba en condiciones “normales” previo a la pandemia, a la Argentina el coronavirus la encontró en el subsuelo. En este sentido, para encarar la recuperación pospandemia, nos encontramos en el segundo subsuelo. Así se explica como el PBI crecerá un 5,5% durante el 2021, según los supuestos del Gobierno. Hablar de crecimiento en estas condiciones es un exceso. Se trata de un rebote que recupera menos de la mitad de lo perdido durante este 2020.
Pero incluso este rebote puede pecar de optimista. Martín Guzmán adelantó que su trabajo parte de un supuesto donde la pandemia cede durante el próximo año: “De lo contrario debemos adecuar los planes presupuestarios, y nos hemos reservado la posibilidad de hacer ajustes si no cediera”, señaló en una entrevista a La Nación. Esperamos que los supuestos optimistas se cumplan, y el coronavirus retroceda.
El déficit
Pese a que el documento difundido por Economía no lo especifique, se estima que durante este año el déficit primario estará entre un 8 y 9%. Este resultado negativo entre gastos e ingresos no incluye los desembolsos financieros del Gobierno. Para el 2021, el Presupuesto defiende un déficit fiscal objetivo del 4,5% del PBI. De esta forma, se avanzará en recortar el rojo fiscal por la mitad. Esto se puede hacer por dos vías: incrementando los ingresos o achicando gastos.
En un marco recesivo, el Gobierno enfatiza en la segunda opción. Para ello, se anticipan medidas drásticas. En primer lugar, en la entrevista citada anteriormente, Guzmán adelantó que las políticas de emergencia como el ATP y el IFE desaparecerán para cumplir esta meta. Para la consultora Analytica, ir hacia un recorte del déficit de estas magnitudes es “un objetivo ambicioso, en especial en un año electoral, que implica el mayor ajuste del gasto en un año desde el regreso de la democracia”.
Otro punto sensible sobre el que avanzará el gabinete económico durante el 2021 serán las tarifas. “La ley de Presupuesto 2021 contempla un esquema de subsidios que no crecen sobre el producto, lo que implica redefinir el esquema de actualización de tarifas”, indicó el ministro, anticipando un aumento en los servicios que determine una reducción de subsidios estatales.
Una parte importante del gasto público es destinado hacia el funcionamiento de la administración nacional: el pago de salarios. Al momento, los trabajadores del Estado tienen su paritaria suspendida. Pero el aumento del 26% para la policía bonaerense abrirá la discusión sobre las actualizaciones salariales. Esto amenaza los planes gubernamentales de licuar sueldos con inflación.
Pese a estos avances en el achicamiento del gasto, el Gobierno aún deberá financiar un 4,5% de déficit. Según su proyecto, esto se realizará en un 40% mediante la colocación de deuda en moneda local y el 60% restante a través de la emisión monetaria del Banco Central.
Inflación y dólar
Por un lado, el Presupuesto anticipa un 29% de aumento de precios para el 2021. Por el otro, proyecta un dólar oficial a $102,4 hacia fines del año que viene, lo cual implica una devaluación del peso cercana al 26%. De esta forma, Guzmán adelanta que buscará que el dólar y la inflación se muevan en paralelo, con el objetivo de no caer en el atraso cambiario y que el peso argentino no pierda competitividad para exportar.
¿Se trata de proyecciones realistas? El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el BCRA en base a los pronósticos de las consultoras privadas anticipa una inflación del 47,1% para el 2021. La diferencia es grande. Es posible que el Gobierno crea que la acumulación de factores que ayudaron a bajar el ritmo de aumentos de precios durante este año se sostengan en el tiempo. La esterilización de la emisión monetaria a través de las Leliq; los controles de precios; el efecto incertidumbre que trajo la pandemia, que empuja a las personas a demandar más dinero; y los congelamientos tarifarios.
Base monetaria + Pasivos remunerados al 14/9
— Christian Buteler (@cbuteler) September 18, 2020
$4.884.769 millones, nuevo récord nominal
Así no hay cepo que alcance pic.twitter.com/lOgfm9R5m7
Sin embargo, bajo el supuesto de una pandemia que cede durante el año próximo, la demanda de dinero respondería en el mismo sentido, cediendo. El descongelamiento de tarifas también puede atentar contra los números optimistas del Gobierno. Finalmente, es posible que la administración actual subestime la inflación futura por el mismo motivo que lo hacen todas las administraciones: la inflación está íntimamente ligada a la recaudación; si el aumento de precios se acelera “sorpresivamente”, también lo hará el ingreso de dinero por el pago de impuestos; esto permite el Gobierno disponer de fondos por fuera del Presupuesto votado para manejar discrecionalmente.
Así como se subestima la inflación, es probable que también se esté subestimando el valor del dólar. El Ejecutivo manifestó repetidas veces que no busca una devaluación, ya que esto generaría una aceleración del aumento de los precios, como siempre ocurre en nuestro país. Sin embargo, las medidas decretadas por el Banco Central durante esta semana muestran los temores a que se produzca una depreciación brusca.
Encareciendo el valor del dólar “ahorro”, las autoridades buscan defender las reservas internacionales del BCRA sin tener que aumentar la cotización mayorista. Al sostener esta última, entienden que no debería producirse un traslado a precios, ya que “la importación sigue accediendo al tipo de cambio oficial”, dijo Guzmán. Para que esto ocurra, deberá contener las maniobras especulativas que intentan llevar las ganancias empresarias al nivel de la cotización más elevada de la divisa. Mientras el mayorista ronda los $75, el blue se ubica alrededor de los $140.
De esta forma, el principal desafío para intentar acercarse a las proyecciones planteadas en el Presupuesto 2021 es contener una devaluación brusca del peso. En caso de que las reservas del Banco Central continúen su ritmo descendente, el objetivo de los $102 por dólar quedará muy lejos. Para lograrlo, requerirá que ingresen divisas, a través de las exportaciones. Hoy, el principal sector generador de dólares se niega a liquidar su cosecha, acaparando en silobolsas por alrededor de u$s 11.000 millones.
Ligado a esta escasez de divisas, el Gobierno destaca una duplicación de la inversión real en infraestructura productiva y social, la cual se ubica en un 2,2% del PBI en este Presupuesto. De esta forma, se defiende a la obra pública y la producción como uno de los pilares para la recuperación económica. Para impulsarla, no son requeridos insumos en dólares y tiene la capacidad de emplear mano de obra con baja calificación. Otra vez, aparece la contradicción: ¿es posible que el Estado lidere la recuperación económica en mientras persigue el “equilibrio fiscal”?
El FMI
Una vez aprobado en ambas Cámaras, el Presupuesto buscará conseguir una tercera aprobación: la del Fondo Monetario Internacional. En esa instancia, las políticas cambiarias vuelven a jugar un rol importante. Es sabido que el organismo no ve con buenos ojos los controles de cambio. Por este motivo, Guzmán intenta dar señales de ir hacia una “normalización” económica, con el objetivo de unificar el tipo de cambio.
Pero no sólo se trata del dólar. Como vimos, “la ley de leyes” del Gobierno apunta a un recorte del gasto público, música para los oídos del Fondo. Con este programa, Argentina apuesta a recibir el visto bueno de Kristalina Georgieva para reestructurar su deuda por u$s 44.000 millones. O tal vez algo más. Pese a las declaraciones contrarias a recibir fondos frescos del organismo, un nuevo rescate del FMI puede ser una ¿solución? para un gabinete económico sin creatividad para tomar decisiones.