Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Accidente Cerebro Vascular (ACV) es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en los adultos, a nivel mundial.
1 de cada 4 pacientes que sufre un ACV llega a tiempo al hospital
El cerebro tiene aproximadamente 120 millones de neuronas y, con un ACV, se pierden casi dos millones por minuto. Estas cifras que son realmente alarmantes, no están acompañadas por una concientización apropiada y acorde a una enfermedad con tasas de mortalidad y discapacidad tan altas.
Cada 4 minutos, una persona sufre un ataque cerebral, lo cual equivale a un total de entre 130 y 140 mil personas por año
Si analizamos la etimología de las palabras, deberíamos referirnos a "ataque cebreovascular", ya que los accidentes pueden prevenirse. En CABA, solo el 60 % de las personas saben cómo detectar un ACV y actuar en consecuencia.
Síntomas que se deben tener en cuenta:
- Asimetría facial: se pierde la simetría de la sonrisa en la cara ("parece torcida")
- Trastornos en el habla o cuando la persona no comprende lo que le dicen
- Brazo caído: debilidad en un brazo, que puede acompañarse o no de debilidad en la pierna del mismo lado
- Dolor de cabeza de gran intensidad
- Pérdida de la visión borrosa
- Dificultad para coordinar los movimientos, caídas o dificultad para caminar
- Mareos o vértigo
Factores de riesgo controlables o modificables:
Estos explican el 90% del riesgo de presentarlo
- Presión arterial: juega un rol crucial. En el ACV Hemorrágico, se encuentra en el 85% de los pacientes y en alrededor del 50 % de los Isquémicos
- Dieta saludable: aumentar el consumo de verduras, frutas y productos lácteos bajos en grasa y grasa saturada reducida; evitar el consumo excesivo de sal y la baja ingesta de potasio para disminuir la presión arterial
- Consumo de alcohol: de manera leve a moderada
- No fumar: es un factor potente de riesgo de ACV Isquémico (lo duplica), mientras que dicho riesgo aumenta de 2 a 4 veces para el ACV Hemorrágico
- Actividad física: se recomienda 150 minutos por semana de intensidad moderada (por ejemplo, una caminata rápida) o 75 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad vigorosa (por ejemplo, correr) o una combinación equivalente. ¡Siempre es mejor realizar cualquier tipo de actividad física que ninguna!
- Uso de anticonceptivos orales
- Diabetes mellitus: es un factor de riesgo independiente de ACV, duplica el riesgo con una mortalidad del 20 %
- Obesidad: (índice de masa corporal: Peso / Talla 2 > 30 kg / m2 )
- Obesidad mórbida: (IMC > 40 kg / m2)
- Sobrepeso: (IMC entre 25 a 29 kg / m2). Los hombres que presentan una circunferencia de cintura > 102 cm y las mujeres con una circunferencia de cintura > 88 cm, están clasificados como obesos abdominales
Factores de riesgo no modificables:
- Edad
- Género: los hombres son más propensos a tener un ACV
- Herencia tendencia familiar
- Antecedentes personales: aquellos que ya tuvieron un ACV, presentan un mayor peligro de volver a presentar otro episodio
- Arritmias: la presencia de fibrilación auricular, aun en ausencia de enfermedad valvular cardíaca, se asocia con un aumento de riesgo de padecer un ACV Isquémico de 4 a 5 veces
- Cardiopatías
Existen dos variedades de ACV
Los ACV ISQUÉMICOS se producen por la interrupción o bloqueo de una arteria que lleva sangre al cerebro, ya sea por una trombosis o una embolia (en estos casos, se cuenta con 3 horas para recibir un tratamiento eficaz; en ciertas condiciones, puede ser hasta 4 horas y media).
Los ACV HEMORRÁGICOS se producen por la rotura de un vaso, con la consecuente hemorragia cerebral que provoca una presentación más abrupta, tiene una alta tasa de mortalidad y requiere, en algunos pacientes, tratamiento quirúrgico inmediato.
Por todo esto, es necesario instruir y capacitar a la población sobre el reconocimiento temprano de los signos clínicos del ACV y la búsqueda inmediata de atención médica, ya que, de esta manera, se pueden reducir las posibilidades de muerte y discapacidad de forma considerable.
Un ACV afecta a casi el 30 % de las personas mayores de 65 años y el riesgo de padecerlo se duplica en cada década a partir de los 65 años. También puede ocurrir en personas jóvenes con factores de riesgo.
Una vez que se tuvo un ACV se debe focalizar el tratamiento para lograr la mayor independencia posible. La recuperación y la rehabilitación deben iniciarse cuanto antes, es decir, se debe volver a habilitar la función para alcanzar nuevamente la reinserción familiar y social.
* Por Vanina Daniela Fernández Caputi (MN 102259 MP 229249), cardióloga de planta de ALPI