Este museo contiene algunos de los tesoros más antiguos de la historia, además de importantísimas obras de arte. Aparte de la famosa Gioconda de Leonardo Da Vinci, el Louvre expone joyas artísticas de todos los tiempos, desde esculturas de la antigua Grecia hasta pinturas del renacimiento.

Para recorrerlo vas a necesitar bastante tiempo, por lo que si recién llegás a la ciudad y estás cansado/a, no es lo más conveniente empezar por esta atracción.

Muchos pisos y salones componen uno de los museos más importantes del mundo, así que deberías calcular que esta visita, para poder hacerla a fondo, te llevará unas 4 horas.

Además, hay que tener en cuenta el tiempo que vas a estar sacando fotos en el jardín del palacio, con las impresionantes pirámides de cristal.

La entrada a este museo ronda los 14 euros, aunque el ingreso al patio es gratuito. Es una buena opción solo acceder a la zona liberada si no te interesa recorrerlo por dentro.

Ver en vivo y en directo la Torre Eiffel es una experiencia única e incomparable. Descubrirla de noche puede ser un momento inolvidable, ya que las luces que la iluminan generan una sensación similar a cuando miramos un objeto de amor.

Ni hablar de esos gloriosos 15 minutos en un determinado momento de la noche (que suele ser a eso de las 21), en los que se le añade a la torre un conjunto de luces blancas parpadeantes, para mostrarla en todo su esplendor.

De día, la Torre Eiffel se exhibe majestuosamente frente a los Campos Elíseos, y contemplarla consumiendo un picnic compuesto de un delicioso vino tinto con los quesos originales del país puede hacer la tarde perfecta.

Uno de los destinos imperdibles de París es sin duda Montmartre, esta colina de 130 metros de altura que, luego de dejarte unos segundos sin aliento, te lo quitará por completo cuando llegues a la cima y puedas observar toda "la ciudad del amor" desde una perspectiva muy especial.

Visitar la blanca Basílica del Sacré Cœur por dentro también es una cita que no deberías dejar pasar, una vez que subiste la pequeña montaña.

Luego de deambular un rato por el "pintoresco" barrio de los pintores, podrás llegar a echar un vistazo al antiguo cabaret de Moulin Rouge. 

En París vas a encontrar muchos arcos mientras camines por la ciudad, pero no hay ninguno más imponente que el del Triunfo. Desde ese mismo punto podés ir caminando a través de una de las calles diagonales que nacen de la rotonda del arco, para llegar a la base de la Torre Eiffel (son unas 6 cuadras).

De todas maneras, es muy fácil perderte. Pero no te preocupes: los lugares y las calles más bellas aparecerán en el camino si eso sucede.

Subir a una de las torres más famosa del mundo es un indiscutido "must" en tu visita a París. Sin embargo, no es necesario llegar hasta el punto más alto, que cuesta casi un 70% más que llegar al mirador intermedio: la vista y la experiencia es casi la misma, solo que más compactada y exclusiva.

Para subir hasta arriba de todo, además, hay que tomar dos ascensores y el segundo suele tener una espera bastante importante.

De cualquier manera, la vista a la ciudad desde la Torre Eiffel es una de las experiencias que no pueden dejar de vivirse si viajás al país.

El Río Sena atraviesa París y es una de las mayores atracciones de la ciudad. Se puede disfrutar tanto en los botes que ofrecen recorridos completos a lo largo del río, o bien caminando al lado de su extensión.

Si hay tiempo, la segunda opción es lo más recomendable, pero si tenemos los días contados y la billetera abultada, lo mejor es dejar el recorrido en manos de un capitán experto.

Más allá de la reconocida fachada, que tan grabada tenemos desde pequeños gracias a Disney y su película del "Jorobado de Notre Dame", la visita a esta histórica catedral debe hacerse en 360: dar una vuelta por la zona para observar los alrededores es una excelente opción que tenemos, ¡además de gratuita!

También, cruzando el río Sena a esa altura podemos acceder al Barrio Latino, de importantes negocios y bellos cafés para terminar la tarde de la mejor manera.

Los hermosos jardines, muy cerca también de la catedral de Notre Dame, pueden recorrerse en poco tiempo. Nada más relajante y cultural que sentarse en las lujosas sillas dispuestas en ronda en el centro del parque para disfrutar de la naturaleza y el verde de este espacio único.