La ganadora del premio Oscar Laura Poitras acompañó la vida de Julian Assange entre 2010 y 2016, plasmándola en este documental que no responde a la estructura tradicional del género. En Risk no hay entrevistas convencionales sino un registro directo de los eventos que involucran al personaje principal, lo que lo convierte más en un estudio de Julian Assange que en un análisis puro de lo que fueron los WikiLeaks. Esto permite que la directora no construya una narrativa sino que invita al espectador a realizar su propia evaluación de un tema complejo en lo político, ético y moral, y de un personaje tan particular como contradictorio como es Assange.

También recomendamos ver Citizenfour (2014), el documental que le valió el Oscar a Poitras filmado en 2011 durante la entrevista a Edward Snowden realizada por el periodista Glenn Greenwald en Hong Kong.

Si el documental de Poitras se aseguraba de dejar en manos del espectador la construcción de la narrativa alrededor de Assange y WikiLeaks, El quinto poder (“The Fifth Estate”, 2013) la película de Bill Condon, es un techno thriller más preocupado por destilar el concepto de buenos y malos que por presentar la complejidad del conflicto que tiene entre manos.

El guión de Josh Singer basado en los libros Inside WikiLeaks (Daniel Domscheit-Berg) y WikiLeaks (David Leigh y Luke Harding) es una ensalada de lugares comunes sacados directamente de sus anteriores trabajos (en televisión escribió en The West Wing y Fringe), mientras que la pobre dirección de Condon (en retrospectiva contratar al director de Twilight puede no haber sido buena idea) vuelve a la película el hijo bastardo de Red Social (“The Social Network”, David Fincher, 2010) y Hackers (Ian Softley, 1995).

“El quinto poder” es una película que vale la pena ver para identificar la imagen corporativista y gubernamental de quienes tildan a Assange de traidor e intentan mostrarlo (y a otros refugiados y presos políticos) a través de una representación villanesca y marginal.

Alex Gibney hace la cobertura más completa del conflicto de WikiLeaks en un documental que no solo cuenta la historia de Julian Assange sino también la de Chelsea Manning (Bradley Manning en aquel entonces), el otro actor clave. A través de entrevistas con los protagonistas, expertos, adversarios y detractores el director hace un repaso del origen del escándalo y propone una discusión genuina en la que se presentan ambas perspectivas: la que define a Assange y su grupo como traidores que interfieren en el rol de un Estado que utiliza la vigilancia como un mal necesario para garantizar la seguridad, y la que establece a figuras como Assange y Manning como parte de una alianza fundamental que fue demonizada y convirtió la búsqueda a la información (como sinónimo de libertad) en una historia de paranoia.

Robamos Secretos: la Historia de Wikileaks (“We Steal Secrets: The Story of WikiLeaks”, 2013) es un documental más convencional y dinámico que Risk, pero también más abarcativo y fundamental para introducirse en el conflicto.

La televisión también se hizo eco del conflicto WikiLeaks, aunque no siempre con una aproximación “políticamente correcta” o sutil. Paralelismos entre las figuras de Julian Assange y Chelsea Manning y personajes de series como 24, Damages y Asylum pueden ser creados fácilmente, representados en todos los casos con una visión unilateral: son traidores que no representan el bien común, atentan contra los intereses de su propia nación e hipócritas que manipulan la información tanto o más que el propio gobierno, como el caso del personaje que hacía las veces de informante de Jack Bauer en la octava temporada de 24.

Damages, el drama legal protagonizado por Glen Close, puso en su quinta temporada a Ryan Phillipe en la piel de Channing McClaren (Chelsea + Manning = Channing), el fundador de un sitio web que publicaba información filtrada cuyo financista estaba involucrado en fraude informático y financiero, “confirmando” la hipocresía de estos autodenominados gladiadores de la libertad y la información, que resultan ser iguales o peores que aquellos que acusan.

Por su parte Asylum, la miniserie de la BBC creada por Kayvan Novak y Tom Thostrup y escrita por Peter Bowden y Thom Phipps, dejó las sutilezas de lado con su representación satírica de Julian Assange a cargo de Ben Miller. Durante los tres episodios de la serie Miller interpreta a Dan Hern, un ex CIA refugiado en la embajada londinense de un país latinoamericano ficticio (“El Rico”), que debe convivir con Ludo Backslash (la versión de Dustin Demri-Burns del infame Kim Dotcom, el fundador de Megaupload). La visión irónica y satírica abandonó la imparcialidad cuando Phipps escribió en su cuenta de Twitter: “Si la policía metropolitana quiere volver a ganarse mi confianza debería arrastrar a Assange fuera de la embajada y dispararle en la nuca”.

Sorpresivamente fueron los guionistas de Los Simpsons, quienes en algún momento se caracterizaron por ofrecer una mirada ácida de la sociedad, los que humanizaron a Assange en su corta participación en “At Long Last Leave”, el episodio 14 de la temporada 23 de la serie emitido en febrero de 2012. En él Los Simpsons son exiliados de Springfield y terminan en un lugar sin reglas ni regulaciones conocido como “Las Afueras” donde encuentran al australiano e intercambian algunas líneas.

Supuestamente Matt Groening se había enterado de las intenciones de Assange de aparecer en el episodio por lo que la producción se contactó con él y el fundador de WikiLeaks grabó sus líneas por teléfono mientras estaba en arresto domiciliario en Inglaterra mientras esperaba el resultado de su pedido de extradición a Suecia.

El caso Assange tampoco pasó desapercibido para el mundo del cómic y en 2015 el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad le dieron forma a “El Papiro del César” (“Le Papyrus de César”), donde introducen al personaje de Doblepolémix, un periodista freelance del diario “Las Malanas de Lutecia” que escapa con un un capítulo del libro de Julio César que debía ser eliminado y llegó a sus manos a través de un escriba. 

Doblepómelix es recibido en la aldea gala y protegido por Ásterix y compañía de la persecución por parte de los romanos. Finalmente, después de que el papiro fuera memorizado por los druidas galos (quienes transmiten su conocimiento de forma oral y no escrita), es devuelto al César con la condición de que libere a los escribas detenidos. En las últimas viñetas se ve cómo los druidas pasan el conocimiento a través de los tiempos hasta que llega a los oídos de los creadores de la historieta, René Goscinny y Albert Uderzo.